Todo ha sido muy lindo. Profesores y compañeros nos recibieron muy bien. Nos han dado las ayudas para que todo salga bien y si alguna llegara a tener algún problema, sabemos que podemos contar con ellos”.

La opinión de María Jesús Matus, del 7°E, se repite entre las alumnas que ingresaron este año al Instituto Nacional. Un hito que parece causar más extrañeza en la comunidad que ya era parte, que a quienes recién se integran.

Para las niñas y niños es normal, pero quizás para uno es distinto”, confiesa Patricio Ancán, profesor jefe del 7°J, quien lleva 30 años impartiendo clases de Educación Física. En esas tres décadas solo educó a varones. Hasta este año: ahora sus clases de fútbol son mixtas.

“Ellas tienen mayores habilidades de coordinación y psicomotoras”, detalla, y añade una reflexión sobre este período: “Los niños han ido adquiriendo más sensibilidad, por así decirlo”.

En marzo de este año, por primera vez en 208 años de historia, el tradicional liceo recibió a la primera generación femenina, con casi 200 niñas que ingresaron a séptimo básico.

“Uno evoluciona, es la realidad de la vida, y no provengo de esa cultura machista que en algún momento hubo en el Instituto, porque sí hubo exalumnos, sobre todo los más antiguos, que no querían mujeres aquí”, agrega el docente.

Ancán no es el único que se adaptó sin problemas. “Me parece positivo. Sin duda debió haberse hecho hace mucho tiempo, porque somos educación pública y tenemos que recibir a todo tipo de personas”, dice Esteban Rodríguez, vicepresidente del saliente Centro de Estudiantes.

La transformación, eso sí, ha sido paulatina, explica el rector Manuel Ogalde. “La planificación, desde el lenguaje en adelante, se viene trabajando desde 2017 y, aunque puede haber cosas que mejorar para dejar atrás esta historia un tanto machista o segregadora, creo que estamos bien, desde lo pedagógico hay tranquilidad”.

La máxima autoridad del liceo ahonda y asegura que “los profesores están contentos”, a pesar de que, como detalla, “algunos miembros de la comunidad eran un poco reticentes, pero los hechos han demostrado que fue una buena decisión”.

El análisis es compartido por la Dirección de Educación de la Municipalidad (DEM) de Santiago, comuna a la que pertenece el Instituto, donde, si bien advierten que habrá más parámetros de análisis cuando la presencialidad se normalice, “es posible decir que las alumnas han sido muy bien acogidas y que existe disposición para ir haciendo las adecuaciones que se requieran en cada momento”.

Institutanas

El primer semestre de este año, como en buena parte de los colegios municipales, se desarrolló mayoritariamente online en el IN y la pantalla se transformó en la única vía para arrancar el nuevo camino. “Cuando entré pensé que me iba a ir mal, porque es un colegio muy difícil en lo académico y yo venía de uno de barrio. Estar en el Instituto Nacional es algo que nunca me imaginé”, recuerda María Jesús.

Así, los primeros pasos presenciales de las alumnas no fueron sino hasta septiembre, cuando fueron convocadas para la investidura de insignia. De ahí en adelante, ver a las adolescentes recorrer patios, salas y pasillos se volvió regular. “La mayoría de las alumnas y alumnos de 7° ya viene de un modelo mixto, entonces para ellos no es tan impactante como quizás lo es para los que llevamos más tiempo”, señala el rector Ogalde.

De todas formas, la autoridad escolar dice que la virtualidad cumplió un rol inesperado: “Este modelo de semipresencialidad permitió que el impacto sea menos fuerte, ayudó a asumirlo mejor, porque obviamente impactaba ver a niñas con la insignia, por un tema de costumbre”.

Las lecciones que han sacado son alentadoras. “Tenerlas en el aula a todos nos conmovió y sorprendió positivamente. Son niñas con muchas expectativas, disciplinadas, autosuficientes, han sido un aporte y han venido a refrescarnos”. El profesor Ancán complementa: “Este modelo es lo que viene y los colegios que se quedan monogenéricos no reflejan la realidad”.

Rodríguez, desde la óptica estudiantil, cree que las niñas “se han adaptado bien, no he notado un verdadero cambio y eso también es muy positivo, porque quiere decir que el Instituto ha sabido adaptarse”. Y agrega: “Las he visto muy proactivas, colaboradoras y orgullosas, algo que se había perdido hace un tiempo”.

Y claro, si apenas arribadas se hicieron parte de la orgánica estudiantil, eligiendo como coordinadora de todos los séptimos a Katherine Gajardo.

María Jesús Matus también es parte de esa orgánica: “Pertenezco al tribunal de estudiantes de 7°. A mitad de año me dieron la posibilidad de ir a una reunión con la alcaldesa; fui la primera mujer en representar al Instituto Nacional en la alcaldía y otra compañera fue al Senado”, relata.

“Ha sido interesante ver cómo las dinámicas del Instituto se han ido adaptando a esta nueva situación”, señalan desde la DEM, donde valoran que “aunque sean una pequeña minoría por ahora, han ido ocupando los espacios de participación estudiantil”.

Un nuevo Instituto Nacional

La transformación no solo fue en la matrícula. El IN también tuvo que acomodar vocabulario, protocolos y espacios. Incluso, avanzar hacia la integración de una profesora de educación física, la primera en la historia del establecimiento.

“Estamos actualizando el reglamento interno, que incluye el uniforme”, dice el rector Ogalde. Justamente, ese es uno de los temas pendientes: qué se exigirá como vestimenta para ellas. Las encuestas a las estudiantes apuntan a la falda, algo que tiene que definir el consejo escolar.

No es lo único. En marzo, el Instituto debe tener presencialidad total, por lo que todas las estudiantes nuevas llegarán en masa, algo que, por pandemia, aún no ocurre. “Nos asusta un poco la infraestructura, porque los baños y los camarines están pensados para un número acotado”, detalla el rector, quien de todas formas asegura que esto va a ir mejorando. “Desde lo formativo no me preocupa tanto, es lo administrativo lo que veo como un desafío”, dice.

Rodríguez, a su vez, señala que aún “hay cosas que pulir”, como la actualización de protocolos en caso de violencia de género, pero que, a pesar de eso, “el Instituto Nacional se ha adaptado muy bien”.