Han sido casi tres años en que V. -hoy de 21 años- ha buscado que los responsables de los hechos que denunció en septiembre de 2021 paguen por lo sucedido.
Sin embargo, recién hace una semana logró ver avances en la indagatoria, cuando nueve excadetes de Cobreloa fueron formalizados por haberla agredido sexualmente.
Y fue este viernes, además, cuando la Corte de Apelaciones de Antofagasta confirmó que, por constituir un riesgo para la seguridad, ocho de ellos deberán permanecer en prisión preventiva.
La denuncia
Los hechos denunciados se produjeron durante una fiesta en la casa de los excadetes, en Calama, entre la noche del 16 y la madrugada del 17 de septiembre de 2021. En contexto de Fiestas Patrias.
Los ataques, según el relato de la víctima, tuvieron lugar en un baño, en dos dormitorios, en una pieza que se utilizaba como lavandería y en las afueras de la vivienda. Ahí, de acuerdo con los testimonios recopilados, V. fue abordada carnalmente por los imputados, no estando en condiciones de oponer resistencia, según ha determinado la Fiscalía.
Inicialmente, la joven prestó declaración ante Carabineros el 17 de septiembre a las 22.40 horas, oportunidad en la que indicó: “Consumí alcohol, marihuana y cocaína (...) Estaba iniciando una relación de caricias íntimas con una persona con quien tenía consentimiento inicial para empezar relaciones sexuales, pero él dejó entrar a 2 amigos más para hacer lo mismo conmigo; yo no quise hacerlo, quería salir y ellos no me dejaron”. Luego de eso, dijo, la llevaron a una pieza, donde se sumó otro de los imputados. “Me tomaron con fuerza de los brazos, el cuello y la cintura, me golpearon la cara, me golpearon con un cinturón, me pusieron el cinturón en el cuello”, relató.
Cuando prestó declaración nuevamente, en enero de 2024, agregó que cuando estaba en la pieza sintió miedo y que, por ello, intentó no moverse y cerró los ojos esperando que todo pasara. Estando ahí, además, aseguró que uno de los sujetos gritó: “Con todos o con ninguno”. “Me sentí muy intimidada, por eso no salí ni pedí ayuda”, sostuvo.
Manifestó, asimismo, que al primero que le contó lo ocurrido fue a un amigo. “Le dije que me tiré a ocho, como una forma de explicar lo que había pasado, no porque lo hubiese hecho intencionalmente”, dijo.
Pericias iniciales
Formalizada la denuncia, a las 23.30 del 17 de septiembre a V. se le realiza evaluación en sala de acogida de delitos sexuales en el Servicio de Urgencia de Obstetricia y Ginecología del Hospital Carlos Cisternas Calama.
Y este concluye que el relato otorgado por la paciente más los signos físicos son “sugerentes de violencia sexual flagrante”. Agrega, de igual forma, que presenta “signos físicos acordes a relato de penetración vaginal y también acorde de penetración anal”.
Pese a ello, y dado que la joven les manifestó a efectivos de la PDI que desistía de la denuncia, mediante un informe policial del 21 de septiembre de ese mismo año se comunicó que “no se realizaron más diligencias investigativas”.
Un informe clave
Meses más tarde, eso sí, V. vuelve a manifestar su intención de que los hechos de los que fue víctima se indaguen, por lo que en junio de 2023 el Ministerio Público reactiva las diligencias.
Así, el Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales de la PDI emite un informe donde se indica que el reporte de la denunciante “cuenta con aspectos que enriquecen sus dichos. Como referencia, los estados subjetivos internos, registros y elementos análogos. Por otra parte, se advierte estrategia de victimización coherente con la fenomenología de delitos sexuales grupales, desplegando conductas de autoprotección atingentes al funcionamiento sicológico y al tipo de circunstancias de riesgo en que se encontraba”.
En cuanto al análisis de su declaración, se hace presente que “su testimonio presenta criterios formales de contenido vivencial que permiten otorgar una valoración positiva a su relato”.
Descartan, en ese sentido, “hipótesis que aluden a que los dichos corresponden a un falso testimonio producto de una ganancia secundaria como la búsqueda de atención de su entorno, alteración por apoyo a terceros o que se relacionen con una experiencia sexual acontecida bajo consentimiento, cobrando fuerza que se corresponde con vivencia de transgresión en la esfera de la sexualidad”.
Perspectiva de género
Dado que todos los imputados han hecho presente que actuaron siempre considerando que la víctima había dado consentimiento, para el Ministerio Público y la querellante ha sido importante establecer que la joven no se encontraba en condiciones de autorizar los actos.
Aquello, porque estaba bajo los efectos del alcohol y drogas. De hecho, se han relevado testimonios donde los mismos imputados han manifestado que la joven “estaba ida” y que había ocasiones en que no respondía. Incluso, se alude a la declaración que prestó Cristóbal Saravia Arredondo, que aseguró que Óscar Ramírez Mendoza le daba golpes en la cara y que ella no reaccionaba.
En ese mismo sentido, también se presenta como clave el testimonio de una testigo que también participó de la fiesta y que vio que V. no estaba en buenas condiciones. Según relató, la vio “muy mal” y que a ratos “se desconectaba, como que se quedaba dormida”. Pese a ello, notó que más tarde uno de los imputados, Joaquín Agüero Núñez, veía un video grabado esa misma noche y donde aparecía la joven rodeada por los hoy excadetes. “Me dio angustia, era muy fuerte”, indicó.
Esa misma noche, conforme con su declaración, vio que cuando la víctima se levantó al baño y varios hombres la siguieron, la tomó del brazo y pidió que no le hicieran nada más, “que la dejaran tranquila”. En atención a estas consideraciones es que la Fiscalía ha planteado que el caso debe ser juzgado con perspectiva de género y que no se puede analizar la conducta de la víctima sin considerar que no estaba en todos sus sentidos, misma razón por lo que se esperaba que los hombres presentes en la fiesta no la abusaran.