Hace 15 años el fiscal Héctor Barros lideraba el equipo que perseguía a bandas de narcotráfico que asolaban las comunas del sector sur de la capital. En ese rol desbarató asociaciones ilícitas lideradas por clanes familiares que operaban en el sector de La Legua Emergencia como los “Car’e Pelotas”, “Los Cavieres o Car’e Jarro”. Una década y media después la situación en la Región Metropolitana y en el país es totalmente distinta, y el investigador que fue nombrado jefe del nuevo Equipo contra el Crimen Organizado, Homicidios y Secuestros lo nota en el perfil de delincuentes que ahora le toca enfrentar.
¿Cuál es la mayor diferencia?
En las organizaciones nacionales existen muchas más posibilidades de poder investigarlas y tener buenos resultados. Si bien son organizaciones que ostentaban una gran cantidad de armas de fuego y de grueso calibre, por ejemplo, la violencia es muy distinta. En esa época estos sicariatos, secuestros extorsivos o estos homicidios en contexto de secuestro no se cometían. Otra gran diferencia es que las bandas nacionales tienen arraigo, lazos familiares, una historia en el país, por lo que es posible llegar al origen de ellas, a la evolución, seguir la ruta del blanqueo de capitales. En cambio en estas nuevas organizaciones cuesta encontrar a dónde se va el dinero. Muchas veces el destino es fuera del país o en criptomonedas, porque además a veces se trata de bandas extranjeras que operan momentáneamente, aunque hay también aquellas que se han radicado aquí.
En la Fiscalía Sur hasta el día de hoy tenemos algunos casos de víctimas de homicidios que son extranjeros que están en el SML, nadie los reclama y no sabemos quién es ni a quién le tenemos que devolver el cuerpo. Y por otro lado, tenemos imputados que tampoco sabemos cuál es su identidad y que finalmente terminamos juzgando con la identidad que ellos nos entregan
¿Por eso nace la necesidad de este equipo?
Así es, la complejidad que estaban teniendo las investigaciones, el uso de armas de fuego y la violencia ya habían pasado a ser parte fundamental en la comisión de estos delitos. Y por otro lado, el aumento sostenido de los imputados desconocidos en los homicidios en contexto de crimen organizado nos llevaron primero a replantearnos la persecución en la Región Metropolitana y después a nivel nacional. Ya no era posible seguir investigando de manera aislada porque no había buenos resultados. Con la inmigración ilegal se produce además el aumento de los homicidios y los secuestros en contexto de crimen organizado principalmente y que no tienen un barrio determinado. Perfectamente pueden habitar en Puente Alto y cometer sus crímenes en Recoleta, en el centro de Santiago, todo eso llevó a replantearse la política de persecución penal que llevaba más de 20 años y que necesitaba adaptarse a la nueva situación. En el 2006 nosotros notamos que se habían erradicado los secuestros, pero ahora resurgieron los extorsivos, y eso es muy preocupante.
¿Es un factor importante entonces ese cambio en el tema de la penetración de bandas extranjeras?
Como le decía, la inmigración ilegal nos llevó a esta violencia desatada, pero enfrentar el crimen organizado no depende solo de la Fiscalía, ni de las policías, tiene que ser una política de Estado. Es el Estado el que finalmente tiene que adoptar una postura de combatir fuertemente la violencia, la delincuencia y todo lo que estamos viendo en este tiempo.
¿El gobierno tiene que adoptar medidas urgentes para expulsar a quienes cometen delitos y no tienen permiso para estar aquí?
A ver, sin referirme a temas políticos ni nada, yo solo puedo señalar que la inmigración ilegal que hemos tenido, o no regulada, implica una serie de complejidades para la persecución penal. ¿Y por qué lo digo? Porque yo, por ejemplo, en la Fiscalía Sur hasta el día de hoy tenemos algunos casos de víctimas de homicidios que son extranjeros que están en el SML, nadie los reclama y no sabemos quién es ni a quién le tenemos que devolver el cuerpo. Y por otro lado, tenemos imputados que tampoco sabemos cuál es su identidad y que finalmente terminamos juzgando con la identidad que ellos nos entregan. Y si nos vamos al caso de la inmigración no regulada venezolana, tenemos un problema adicional: no tenemos un Estado al cual requerirle información respecto a esas personas como sí lo podemos hacer con Colombia, donde hay cooperación. En el caso de Venezuela, nada de esa información podemos tener y por lo tanto se complejiza mucho más.
Por eso se acudió al llamado “criterio Valencia”, en que ustedes piden ampliar detención hasta saber quién es el imputado extranjero...
Claro, porque para nosotros es fundamental contar con la identidad real de las personas, y que haya una inmigración controlada es un factor fundamental en la persecución penal y para la seguridad de un país. Por eso le repito, la tarea de ponerle atajo a la delincuencia que tenemos el día de hoy no es solo una función del Ministerio Público, es del Estado en su conjunto.
El secuestro a un empresario en Rancagua donde el Gobierno reveló el pago de un rescate tras la extorsión de los captores es un punto de inflexión o no... ¿Hay una escalada de violencia?
Yo creo que lo que ha habido es una evolución muy rápida de los fenómenos criminales. Si usted hace memoria, hace cinco años muchos de estos temas no eran temas. Teníamos una delincuencia que era básicamente nacional, mucho más controlada, con menos uso de armas de fuego, menos violencia, y por lo tanto lo que hubo fue una evolución rápida.
¿Llegaron atrasadas las autoridades a enfrentarlo?
Creo que es difícil plantearlo de esa forma. Lo que ocurre ahí es que muchas veces el sistema llega atrasado un poco para efectos de ir a la par con la evolución que van teniendo estos grupos criminales, pero eso es natural. Me explico, los grupos criminales también hacen labores de inteligencia, aunque no sea de manera expresa, van analizando cómo el Estado se va preparando. Cada vez que nosotros hacemos una acción en materia de persecución penal, la próxima vez nos vamos a encontrar que las agrupaciones van a mutar, justamente para que el Estado no reaccione de manera eficaz o de manera eficiente en contra de ellos.
En base a su experiencia como fiscal y de lo que conoce de otras realidades en el extranjero, ¿en qué etapa estamos en el país en esta situación de crimen organizado?
Yo creo que estamos en una etapa en que todavía podemos tomar medidas para efectos de revertir la situación que tenemos actualmente de delincuencia. Pasamos del homicidio con arma blanca a homicidios con alto poder de fuego, sin ir más lejos esta semana un extranjero portaba una granada que lanzó a una carabinera. Y ahí viene lo que yo le decía, la primera complejidad fue determinar quién era. Tenemos que enfrentarnos, además, que el secuestrador es un extranjero, por lo general el secuestro es entre extranjeros, donde lo que hay muchas veces es una negociación paralela al trabajo que están haciendo la policía y el Ministerio Público, y donde se negocia a veces en países extranjeros y dineros vía bitcoins. Todo eso es nuevo y tenemos que estar preparados.
¿Podríamos llegar a niveles de violencia como los carteles en el extranjero?
No quisiera ser alarmista, porque creo que estamos aún en una etapa en que este tipo de reorganización, como la que se acaba de hacer por parte de la Fiscalía Nacional, va a ayudar. Esto porque implica directamente hacernos cargo de los nuevos fenómenos con equipos especializados y también multidisciplinarios que nos permitan, tanto a nosotros como a las policías, contar con mayor información. Los analistas recabarán todos los datos posibles y se hará cruce con lo que tengan las policías.
Vino un fiscal antisecuestro de Colombia, ¿qué experiencia les transmitió?
Fue muy interesante, porque de hecho ECOH usa un modelo de persecución que fue exitoso en Colombia, que ataca la criminalidad de forma multidisciplinaria. Tras la cita pudimos darnos cuenta que muchas de las organizaciones que tenemos actualmente en Chile o son organizaciones que han operado en Colombia en algún momento o son organizaciones que han tenido vinculación con otras organizaciones como venezolanas y que, por lo tanto, se ha producido una serie de fenómenos criminales que ellos ya lo han vivido en varios casos.
Yo creo que estamos en una etapa en que todavía podemos tomar medidas para efectos de revertir la situación que tenemos actualmente de delincuencia. Pasamos del homicidio con arma blanca a homicidios con alto poder de fuego, sin ir más lejos esta semana un extranjero portaba una granada que lanzó a una carabinera
Como los secuestros extorsivos...
Claro, ellos tuvieron un fuerte fenómeno hace muchos años de secuestro. Ahora eso no significa que estemos a punto de convertirnos en la Colombia de Pablo Escobar, estamos lejos de eso; pero le reitero, dependerá de cómo el Estado en su conjunto logremos combatir esta criminalidad. Lo peor que nos podría pasar es que estas organizaciones criminales adquieran más poder, más recursos económicos. No nos podemos acostumbrar a tener constantemente homicidios, secuestros y secuestros con homicidios en el contexto de crimen organizado. Tenemos que impedir que estas estructuras criminales puedan finalmente asentarse en nuestro país.
¿Qué pasa si todos los esfuerzos fracasan?
Soy optimista y no quiero ponerme en ese escenario. Para eso nace ECOH, y esta semana en que debutamos podríamos decir que estamos haciendo un buen trabajo. Hemos tenido en promedio 1 secuestro diario en contexto de crimen organizado y hemos podido dar, en la mayoría de los casos, con los imputados. La idea es llevarles justicia a las víctimas, poder aclarar más casos de los que se estaban aclarando actualmente, sobre todo en lo que dice relación con los homicidios. También para evitar que estos grupos finalmente terminen tomándose las ciudades, y lo que buscamos, de alguna forma, es ganar la lucha contra la delincuencia.