Gastón Gómez, abogado constitucionalista: “En la medida en que haya más bordes parece más una reforma y menos una nueva Constitución”
El abogado cercano a RN toma distancia de la postura de Chile Vamos sobre definir previamente una serie de principios para delimitar el proceso de redacción del futuro órgano. “Tengo miedo de que los bordes debiliten el proceso para escribir una Constitución nueva y al final haya tales restricciones que nos obligue a tener un proceso judicializado”, dice el experto que integró la mesa técnica en 2019.
El abogado constitucionalista Gastón Gómez dice que dejó de creer en la Convención en diciembre del año pasado. Ese mes escribió un paper en que explicó por qué, a esa altura, ya veía que el proceso iba a fracasar. Meses después la historia le dio la razón.
Gómez -abogado cercano a RN- conoce de cerca el origen del proceso constituyente que derivó en la Convención. Fue parte de la mesa técnica que le dio forma jurídica a la reforma constitucional que posibilitó el proceso que culminó el 4 de septiembre. Hoy mira expectante cómo la historia se vuelve a repetir. Asegura que no ha visto a nadie serio de la derecha que no crea en este nuevo proceso: “No cumplir la palabra empeñada, o sea, defraudar las promesas públicas, es un asunto grave en cualquier democracia. La pregunta es si los sectores de izquierda más duros y radicales van a estar o no en un nuevo proceso”.
El abogado cree que es “innecesario” repetir un plebiscito de entrada. Dice que prefiere no entrar en el detalle de las fórmulas ni cuál debe ser el rol de los expertos, ya que lo importante es resguardar ciertos ejes principales: “Primero debe haber un acuerdo político serio, amplio y sin mentiras. Segundo, tiene que haber una Convención elegida democráticamente y ese órgano tiene que tener un lapso de tiempo para trabajar y hacerlo brevemente”.
A eso, agrega, se suma el cuidado para que no se fracture la alianza entre la socialdemocracia, el socialismo y la centroderecha que, a su juicio, es la base del éxito de este nuevo proceso. Despejados esos puntos, Gómez entra de lleno en el debate por los bordes o principios constitucionales que Chile Vamos quiere dejar definidos previamente. Junto con tomar distancia de esa idea, pide que las fuerzas políticas actúen con “magnanimidad” para no transformar sus diferencias en una trifulca que eche por la borda las conversaciones.
¿Cómo ve la idea de plantear bordes o principios bien delimitados?
En la medida en que se pongan muchos bordes al proceso constituyente, el asunto terminará siendo solamente un proceso de reforma constitucional por más que sea hecha por un órgano representativo. Si se amplían los bordes, lo que se hace es señalar que la Constitución actual se va a mantener en este y en este eje y se termina conspirando contra la idea de una nueva Constitución, ya que el proceso tiende a parecerse a una reforma de la Constitución anterior.
Pero la mesa técnica del acuerdo anterior puso bordes generales.
No creo que haya ninguna duda de que se pueden repetir bordes como los del acuerdo anterior, pero yo tengo miedo de que los bordes debiliten el proceso para escribir una Constitución nueva y al final haya tales restricciones que nos obligue a tener un proceso judicializado. Es decir, un proceso que termine en que la Corte Suprema es la llamada a resolver el contenido de esos bordes.
Su mismo sector es el que propone definir bordes o principios constitucionales detallados. RN dijo que esa era una línea roja.
Claro que ahora podemos poner bordes más extensos, pero en la medida en que haya más bordes, parece más una reforma y menos una nueva Constitución. Pero bien, supongamos que eso es así. ¿Esos bordes son controlables o no controlables? ¿Quién los va a controlar? Si se utiliza el mismo procedimiento anterior, tendría que ser un recurso ante la Corte Suprema. Me parece que es un proceso constituyente complejo aquel que concluye en sentencias de la Corte Suprema que digan cosas tipo la alternativa a es contraria a tal borde, pero la alternativa b no. La garantía de un buen proceso constitucional es la elección democrática a través de un procedimiento que garantice que esa Convención va a representar genuinamente la voz del pueblo.
¿Es importante proteger que el proceso no se transforme en una reforma constitucional?
Sí, absolutamente, es algo que se debe cautelar.
La línea de la derecha ha sido poner principios detallados, como la autonomía del Banco Central o libertad de elección en salud y educación.
La pregunta es si eso es jurídicamente vinculante. Si no lo es, entonces pongamos límites sobre la base de principios generales y fundamentales desde el punto de vista de la democracia y el constitucionalismo. No nos pongamos a poner opciones demasiado específicas que después van a defraudar la naturaleza del proceso.
¿Cómo evitar repetir el fracaso de la Convención?
Comparto el peligro de que nuestras históricas desavenencias políticas y culturales nos impidan ver más allá del corto plazo y más allá de las pequeñas victorias que se puedan obtener con tal regla o con tal institución. Yo soy un convencido de que la centroderecha y la socialdemocracia que triunfaron en el Rechazo tienen que ser magnánimos. Tienen que pensar en un país a mediano y largo plazo, crear las condiciones para la estabilidad, el desarrollo y el crecimiento del país y el buen trato de todos sus ciudadanos para los próximos 30 o 40 años. Transformar esto en una trifulca política pequeña me parece una mala visión de futuro. Todo lo opuesto a lo que fue la lectura que hicieron las fuerzas de izquierda después del plebiscito de entrada y la elección de convencionales. Ese error, que para ser justos también fue cometido por el Presidente Piñera cuando el exministro Chadwick en Enade cerró el debate constitucional. Es decir, cada vez que miramos nuestras reglas constitucionales con estrechez y sin magnanimidad y no pensamos en un país en el que hemos de convivir en los próximos 40 años, los problemas se agolpan rápidamente.
¿No cree que es un deseo ingenuo?
Suena ingenuo, pero la ingenuidad es parte fundamental de un proceso constituyente. Si no hay una dosis de ingenuidad, no van a prosperar las cosas.
En estas negaciones los partidos han instalado con fuerza la necesidad de que el nuevo órgano cuente con una fuerte presencia de expertos. ¿Cómo ve las distintas fórmulas que se han planteado?
Todos los procesos constitucionales del mundo suponen la participación de expertos. El lenguaje en el que se escribe una Constitución es un lenguaje jurídico y por cierto los expertos son muy relevantes, no solo los abogados, los expertos en general. Pero el proceso que concluyó no ha sido carente de expertos, ha estado repleto de expertos. Cada uno de los convencionales pudo contratar a asesores expertos y varios de ellos contrataron a asesores de calidad. A ellos se suman todos los convencionales que eran profesores de derecho constitucional o de derecho en general. El problema no son los expertos, sino que en qué posición tienen que actuar y cuál es el efecto de su recomendación o consejo técnico, esa es la pregunta de fondo. Una cosa es una comisión técnica que redacte los acuerdos que van a suponer necesariamente una reforma constitucional. Si este acuerdo político que te mencionaba al comienzo se traduce en algo sustantivo, algo parecido al Acuerdo por la Paz de hace dos años, si eso fuese así, se va a requerir una comisión técnica que redacte todo aquello. Otra cosa distinta es cuál es la comisión técnica que pudiera asesorar a la Convención durante el proceso.
¿Y cuál es su postura? ¿Un órgano 100% electo? ¿Qué posición deben tomar los expertos?
En el derecho comparado hay muchos modelos distintos. No es uno solo. En mi opinión una fórmula como la que se ha barajado me parece perfectamente sensata, una Convención Constitucional que sea más pequeña, que tenga un plazo más corto de tiempo y que sea 100% electa, me parece bien. Es discutible luego de cuántos integrantes, por qué tipo de distrito, si va a ser en lista cerrada o no, todo eso será materia de discusión y por cierto van a haber muchas opiniones técnicas muy respetables, en un sentido u otro. Todo eso depende de las cuestiones circunstanciales y las tesis políticas que hay detrás de cada grupo. Uno como académico sabe que hay múltiples posibilidades, pero lo importante son los ejes centrales. Debe haber un acuerdo político serio, amplio y sin mentiras. Segundo tiene que haber una Convención elegida democráticamente y ese órgano tiene que tener un lapso de tiempo para trabajar y hacerlo brevemente.
¿No se la juega por algún modelo?
No, yo prefiero no entrar en ese detalle porque me parece que hay muchas posiciones en esta materia y prefiero mantener mi distancia sobre ese tipo de aspectos.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.