El Club de Tiro La Reina recibe a cientos de civiles de distintas edades que, por razones de seguridad o deporte, adquirieron e inscribieron un arma a su nombre. Su director, Alejandro Rocafort, lleva más de seis años promoviendo el uso responsable de estos artefactos y abriendo las puertas del club a quienes desean aprender sobre su manejo y uso seguro. Por eso sabe bien cómo ha ido evolucionando este nicho. “Muchos llegan con miedo o con incertidumbre sobre el uso de un arma, pero buscan estar preparados para situaciones de emergencia”, dice.

Según datos entregados por la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN), hasta septiembre de 2024 se han inscrito 3.924 armas de personas naturales y las de defensa personal fueron 2.447, lo que implica un 62,3% del total. Esta sola categoría subió 18,6% respecto de 2023, cuando a esta altura iban 2.063.

Lo anterior sugiere un cambio de motivación entre quienes registran armas, enfocándose cada vez más en la seguridad individual como principal razón para su adquisición, mirando de reojo el ritmo de inscripciones anuales que cayó 4,6%, aunque este total también abarca las destinadas a deporte o caza. En los últimos 12 meses, en tanto, en Chile se han inscrito 5.486 armas, cualquiera sea su tipo.

Como sea, el fenómeno de más armas de defensa personal va en línea de recientes análisis: la delincuencia y el narcotráfico lideran las preocupaciones de la población, según reveló el último Estudio Nacional de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP). Esto se ha repetido en los últimos cuatro meses en que se ha realizado la encuesta.

En ese contexto, la crisis de seguridad parece haber comenzado a provocar que los métodos para combatir la delincuencia muten. Sin ir más lejos, esta semana el concejal de Lo Barnechea Cristián Daly propuso en un concejo municipal concretar convenios con polígonos de tiro para incentivar la adquisición de armas de forma correcta.

El tema es que las cifras y este tipo de ideas van en la línea opuesta del Plan Menos Armas, Más Seguridad, estrategia impulsada a inicios de este gobierno que buscaba reducir la cantidad de armas de fuego.

Más allá de lo anterior, otros datos que entrega el informe de la DGMN dicen que en la Región Metropolitana es donde más armas se inscribieron este año, con 1.850. La siguiente región con más armas es Valparaíso, seguida de Los Lagos. Finalmente, el mes en que más se inscribieron armas fue durante mayo y los hombres inscribieron 12 veces más armas que las mujeres.

Según señala un instructivo facilitado por la DGMN, el proceso de inscripción de armas involucra varios pasos y requisitos legales. Cuando una persona decide adquirir un arma debe realizar una serie de trámites, que incluyen presentar un certificado de aptitud mental emitido por un psiquiatra, no tener ningún tipo de antecedente penal, completar un curso de tiro en un club autorizado y entregar las últimas tres liquidaciones de sueldo. Además, cada cinco años se debe actualizar toda la documentación, lo cual implica volver a rendir los exámenes y demostrar que se siguen cumpliendo los requisitos.

El director ejecutivo de la Fundación Paz Ciudadana, Daniel Johnson, explica que lo anterior debería ser aún más estricto y que las políticas públicas deberían apuntar a no adquirir estos métodos de seguridad en los hogares de Chile: “Las políticas de control de armas deben ser más estrictas y diferenciar claramente sus destinos, esto implica mejorar la evaluación al inscribir armas, además de protocolos de seguimiento y campañas de educación sobre alternativas de seguridad que no involucren su uso, ya que su tenencia no siempre mejora la seguridad en un hogar”.

La última modificación importante a la Ley de Control de Armas en Chile se realizó con la Ley 21.412, la cual se promulgó el 13 de enero de 2022 y se publicó en el Diario Oficial 12 días después. Esta norma introdujo modificaciones significativas sobre el control de armas, con el objetivo de fortalecer la regulación y mejorar la fiscalización de la tenencia y porte de armas en el país.

Entre las principales modificaciones se incluyeron nuevos requisitos para la inscripción, restricciones a ciertas categorías de armas (como las armas automáticas y artesanales), y se incrementaron las penas y sanciones por delitos relacionados con el tráfico y uso indebido de armas.

Pese a esto, desde el Club de Tiro La Reina, Rocafort menciona que reducir las armas en el país puede ser peligroso, porque las medidas restrictivas solo afectan a los usuarios legales. Y argumenta: “Desarmar a la población es pescar pollitos y sacarles la protección contra los zorros”. Según él, quienes sufren las restricciones son los ciudadanos responsables que cumplen con todos los requisitos, mientras que los delincuentes seguirán encontrando la manera de adquirir armas de manera ilegal y operando fuera de la ley. “Las políticas deben centrarse en atacar el problema en la raíz y no debilitar a los que usan las armas legalmente”.

En su caso, dice, una de las primeras enseñanzas que se les entrega a los alumnos que ingresan a los cursos de tiro que imparte para la defensa personal es que la utilización del arma ante un hecho de alta connotación social “no debe ser utilizado al instante, sino que es la herramienta de última instancia antes que las alarmas de una casa, los ventanales o las cámaras de vigilancia”.