Pese a que estudió en un colegio de la Congregación Salesiana, el abogado Julián López Masle -experto en litigación- se autodefine como agnóstico. No tiene mayor vínculo con la Iglesia Católica ni ha participado en procesos judiciales canónicos. Tampoco conocía personalmente al sacerdote Felipe Berríos del Solar (65) cuando éste se acercó a conversar con él para ficharlo para su defensa, luego de que el provincial de la Compañía de Jesús llamara al religioso para contarle que se había abierto una investigación previa tras una denuncia en su contra por presuntos hechos de connotación sexual.
Esta semana Berríos, asesorado por el académico de la Universidad de Chile, se autodenunció ante la Fiscalía Sur para que sea la justicia civil y no sólo la eclesiástica la que lo juzgue en un proceso que será público, tal y como sería con cualquier otro ciudadano acusado por un delito.
¿Por qué toman un rol activo y acuden al Ministerio Público?
Lo hicimos por las características del procedimiento canónico, que es un procedimiento kafkiano. A Felipe Berríos lo llamó un día el provincial de la Compañía de Jesús para decirle que lo habían denunciado por un hecho que no le podían revelar y por el cual iba a ser investigado en un procedimiento secreto y que, mientras tanto, no iba a poder ejercer su sacerdocio y tenía que abandonar su casa. Cualquiera que haya leído El Proceso, de Franz Kafka, sabe que esto es muy parecido a lo que le ocurre al señor Josef K. en las primeras páginas, cuando es arrestado una mañana por una razón que desconoce y de ahí en más comienza una pesadilla.
En definitiva, quieren saber los detalles de las denuncias...
No sólo eso. Las razones por las cuales decidimos llevar esto a los tribunales civiles, y que explica muy bien Felipe Berríos en el comunicado que envió, es que quiere ser juzgado como cualquier chileno, sin privilegios, por los tribunales civiles y en un procedimiento lo más transparente posible y no en un procedimiento secreto que se le aplica solo a sacerdotes y que genera mucha desconfianza en la opinión pública. El procedimiento canónico ha sido visto durante mucho tiempo como el símbolo de la protección de la Iglesia a los abusos y es un procedimiento donde nunca nadie va a saber de qué fue acusado Felipe Berríos, qué antecedentes se reunieron a su favor o en su contra, ni cuáles van a ser las razones de la decisión que se va a tomar en el Vaticano, a 15 mil kilómetros de distancia. Ese no es un procedimiento al que pueda desear ser sometida una persona inocente.
¿No hay riesgo para su cliente en que se abra la indagatoria ante la opinión pública?
Lo que queremos es que Felipe Berríos sea investigado como cualquier ciudadano en contra del cual se ha dirigido una acusación y en este caso con una inusitada publicidad en un procedimiento en el que tenga derecho a defenderse.
¿Cree que esto tiene como base un tema mediático, más que otra dimensión?
Yo tengo claro que hasta acá el caso tiene una dimensión mediática mucho más que judicial. Primero, se lleva la denuncia ante una congregación religiosa que como todos sabemos lo primero que hace es emitir una declaración pública diciendo que Felipe Berríos está siendo investigado por “hechos de connotación sexual”, esto puede ser bien engañoso, porque permite que el lector se imagine lo que quiera porque ese concepto es extremadamente amplio. Luego llevamos cuatro semanas en que los medios informan que hay más casos, que aún no se conocen, que lo único que se hace es generar un ambiente adverso para Felipe Berríos y seguramente pretenden influir en el proceso canónico. Pero también se filtra que la Fundación para la Confianza tiene tres casos más y su abogado Juan Pablo Hermosilla dice que son cuatro y resulta que nadie sabe, ni puede saber de qué se tratarían estos supuestos nuevos casos, porque no se presenta ninguna denuncia en ninguna parte. Es evidente que se está haciendo con ellos un uso comunicacional.
¿Fue eso gatillante para la autodenuncia?
Lo que hicimos frente a eso fue prestar declaración en el proceso canónico y presentamos una solicitud ante el Ministerio Público para que se investigue. Estamos haciendo todo lo razonable para permitir que se investigue y se establezca la verdad.
¿Aunque eso pueda ser interpretado por las víctimas como una agresión al llevarlas a un plano público en el que se sabrá su identidad?
Yo no veo cómo ejercer un derecho pueda ser considerado como una agresión, particularmente porque lo que estamos pidiendo es que se investigue y el objetivo de toda investigación es establecer la verdad. Me sorprende mucho que Juan Pablo Hermosilla haya declarado que la justicia civil chilena, y lo voy a citar textual, ‘genera temor y desconfianza y que es vista como un espacio de impunidad para los abusadores eclesiásticos’. Hasta antes de este caso yo creía que esto era lo que él pensaba de la justicia canónica, no de la civil. Me imagino que debe ser muy difícil para él ejercer como abogado pensando de esa manera.
La propia vocera de la Corte Suprema cuestiona este concepto que él ocupa de la supuesta “impunidad” con la que puede verse la justicia civil...
O sea, por favor, nos costó tantos años y tanto esfuerzo pasar desde un sistema inquisitivo, secreto, de actas que se llevaban a cabo bajo condiciones absolutamente desfavorables para poder ejercer el derecho a defensa, a un sistema oral, público, donde en audiencias públicas se puede saber de qué está siendo alguien acusado y cuál fue el resultado de esa investigación, que yo no puedo entender que hoy alguien siga prefiriendo un sistema de esas características a lo que hemos logrado en materia procesal penal.
¿Que un abogado litigante hable de desconfianza en el sistema?
Es que no logro entender que él interprete la existencia de una investigación penal por el Ministerio Público como una agresión a la denunciante. De hecho, estoy defendiendo a un sacerdote y él me ha pedido que sea extremadamente cuidadoso en proteger la identidad de la denunciante, y digo “la” porque hasta el momento se conoce sólo una denuncia. Felipe Berríos me ha exigido ese cuidado, de manera que no voy a decir nada que atente contra ello y, por supuesto, no voy a revictimizar a nadie, pero esto no significa que voy a permitir que lo denosten o que intenten dañar su imagen injustamente. Tengo derecho a defender a Felipe Berríos y no voy a permitir que se usen los intereses de la denunciante como un pretexto para que se le impida ejercer todos sus derechos, incluidos el de rectificar cualquier información falsa que se divulgue.
Pero podría ser que -tal como insinúa su abogado- las víctimas no quieran ser parte del proceso en la justicia civil...
Mire, este es un caso bien particular, porque es como el mundo al revés: el abogado del denunciado lo acompaña a pedir que se lo investigue penalmente ante la justicia chilena y el abogado de la supuesta víctima dice que no quiere que eso ocurra y que no está seguro de que vaya a colaborar con la justicia. Yo creo que eso dice bastante de la naturaleza del caso que tenemos entre manos.
¿El objetivo es enlodar la imagen del sacerdote mediáticamente?
No voy a especular ni referir a intenciones. De hecho, esperamos que con la propia investigación se aclaren cuáles son las motivaciones. Lo que sí creo es que hasta ahora lo que tenemos es un caso que tiene una dimensión mediática, mucho más que judicial.
¿Teme que operen presiones mediáticas también?
La investigación previa la está llevando María Elena Santibáñez, que es una excelente profesional por la cual siento mucho aprecio y respeto, pero el problema no es ella, sino que es el rol que tiene que desempeñar y el tipo de procedimiento en que su trabajo se inserta. Ella está llamada a emitir en un plazo muy breve un informe preliminar sobre la verosimilitud de la denuncia, pero nadie sabe ni va a saber nunca lo que está haciendo, ni va a dar a conocer el contenido de ese informe. A propósito de lo que me pregunta, en una entrevista radial que concedió ella el día jueves, un periodista le hizo ver que si ella informaba el caso en forma favorable a Berríos iba a poner en riesgo su imagen y prestigio. Ese es el contexto en el que está desarrollando su trabajo.
Desconfía de ese proceso...
No se trata de una desconfianza mía, sino que ese procedimiento tiene características que generan desconfianza en la opinión pública y que no son adecuadas de acuerdo a los estándares actuales de cualquier sociedad democrática para establecer la verdad y darles la tranquilidad a todos de que se ha hecho justicia en los casos que se presenten.
¿Felipe Berríos va a renunciar a su derecho a guardar silencio?
Felipe Berríos declaró en la investigación previa y va a declarar ante el Ministerio Público todas las veces que sea necesario. No corresponde que yo divulgue las diligencias que estoy pidiendo a la fiscalía, pero lo que sí le puedo asegurar es que ya estamos siendo y vamos a seguir siendo muy proactivos para asegurarnos que no quede ningún hecho sin investigar.
¿Su cliente es inocente?
Felipe Berríos ya dijo en su declaración que los hechos de la única denuncia que conocemos no son ciertos. El lugar natural para hacernos cargo de esos hechos y de su verosimilitud son los tribunales de justicia. Yo no voy a hablar públicamente de los hechos denunciados, a menos que sea necesario rectificar informaciones que hayan sido difundidas pública o soterradamente por otros y que puedan ser perjudiciales para Felipe Berríos.
¿Cómo está él?
Él está muy decidido a hacer todo lo necesario para que los hechos por los cuales se lo ha denunciado sean investigados en profundidad y se establezca la verdad. Yo estoy muy tranquilo, porque si hay algo por lo cual el sacerdote Berríos se ha caracterizado es por ser un cura horizontal, cercano, que ha evitado durante toda su vida que le digan ‘padre’ y que lo traten de usted. Se ha siempre distanciado de la verticalidad o las posiciones de poder justamente porque ha creído que es en las relaciones verticales donde pueden ocurrir situaciones de abuso de autoridad.