Un libro religioso: “Nuevo Testamento, salmos y proverbios”. Eso tenía en el bolsillo izquierdo de su pantalón el ciudadano venezolano Luis Lugo Machado cuando fue detenido en un cité de calle Nueva Imperial, en Quinta Normal, el 9 de abril pasado. A esa altura era uno de los prófugos más buscados en el país, su foto estaba en todos los noticiarios siendo sindicado como uno de los autores del homicidio del sargento mayor de Carabineros Daniel Palma.
En el expediente del caso, personal del OS-9 que allanó el domicilio en el que estaba oculto el imputado, comenta que cuando estaban revisando las piezas les llamó la atención un hombre. “Se encontraba bastante nervioso y miraba hacia atrás con el objeto de que no se viera su rostro, motivo por el cual nos acercamos”, declaró un oficial. Ahí, explica, procedieron a revisar su brazo derecho, “observando que este sujeto mantenía el mismo tatuaje que Lugo Machado, el cual consiste en un fondo negro con una cruz en la zona del antebrazo y una flor estilo rosa sobre la parte del codo”. Fue entonces que le exhibieron la orden de detención que había en su contra y lo pusieron a disposición de los tribunales.
Al día siguiente, Lugo fue formalizado por el crimen y quedó en prisión preventiva. Fue ya dentro del penal, el día 11 de abril, cuando decidió renunciar a su derecho a guardar silencio. En su declaración ante la Fiscalía no reconoce participación alguna en la huida en medio de la cual dos impactos de bala en el rostro terminaron con la vida del policía motorizado. Junto a quien es sindicado como el autor de los tiros mortales, Ovicmarlixión Garcés, también preso, entran en una serie de contradicciones en sus interrogatorios y dan versiones que a todas luces son falsas, según los investigadores.
Sus lazos con “Ovi”
El 5 de abril en la noche, cuando recibió los impactos el cabo Palma, hubo primero una balacera en calle San Francisco que motivó al motorista de Carabineros a realizar la fiscalización del vehículo Chevrolet azul que era arrendado por Lugo por $100 mil semanales para realizar labores en una aplicación de transportes.
Según el imputado, él estaba en el domicilio esperando que un ciudadano colombiano llegara a comentarles que los pagos de arriendo de esas piezas ahora serían por transferencia cuando comenzó la balacera. Lugo dice que conoce a Carlos Cortez, alias “Carlitos Nike”, aún prófugo, y que le sorprendió cuando lo vio empuñando un arma. Asegura que no conocía a ninguno de los otros sujetos que supuestamente tomaron su auto y se lo llevaron y que sólo había logrado ver que Carlos lo conducía.
“Vi que todos ellos, incluido Carlos, disparaban (...) Creo que él tomó las llaves del auto, no sé cómo (...) Se subieron al auto y no los vi más”, declaró. Junto con esto dijo que decidió irse de esa pieza “para no volver más”. Aseguró que por un tercero supo lo de la muerte de un carabinero y que se fue en taxi hasta Nueva Imperial, ya que ahí residía un coterráneo que lo recibió cuando llegó de Concepción a la capital, hace tres semanas.
“Ahí me recibió el Ovi, que tiene un nombre raro incluso para Venezuela”. Cuando llegó a su casa, según Lugo, “vi por las noticias que le habían disparado a un carabinero y vi que aparecía el auto Chevrolet que yo arrendaba y que habían encontrado un arma adentro. Me dio miedo y le conté al Ovi, nos quedamos toda la noche juntos”. De ahí, dice, se quedó todo el tiempo encerrado en esa casa y “ahí le pedí una tintura a una señora y me teñí el pelo para que no me reconocieran”.
Casi al finalizar el interrogatorio se retracta y decide contar la verdad: él sí conoce al resto de los tripulantes de su auto, pero sólo por sus apodos: “Alisito” y el “Maracucho”.
Huellas de un “carrete”
Cuando el OS-9 llegó a calle Nueva Imperial buscando a Lugo no sabía que se toparían de frente con quien finalmente la Fiscalía cree es el sujeto que desde el asiento de atrás del copiloto disparó a sangre fría al cabo Palma.
Al revisar las viviendas, hallaron el pasaporte de Luis Lugo en la pieza de “Ovi”. Fue trasladado hasta la comisaría, donde negó conocer al dueño del documento y el porqué estaba ahí. “Yo les decía que no los conocía, porque estaba nervioso y tenía miedo de que me fueran a inculpar”, aseguró ante el Ministerio Público.
Por tal motivo, sostuvo, dejó que le tomaran las huellas dactilares y explica que había rastros de ella en el Chevrolet azul, ya que días antes “con Luis salimos en la noche en el auto azul con tres prostitutas (...), por eso supongo estaban mis huellas en el auto”. Sobre la noche del crimen de Palma dijo que estuvo en Quinta Normal y que nunca vio a Luis, salvo en el tribunal.
Pero nada de esto tiene asidero con los cientos de declaraciones del expediente. Una de ellas, de una víctima de la balacera previa que reconoce a Ovicmarlixión como uno de los líderes de la banda que protagonizó la balacera previa en calle San Francisco.
“Lo reconozco como el sujeto que se encontraba al interior del domicilio ubicado en calle San Francisco, quien al momento de yo ingresar, me toma fuertemente con su mano izquierda la ropa a la altura de mi pecho, mientras que en su otra mano derecha mantenía un armamento tipo pistola, el que me coloca a un costado de mi oreja derecha, efectuando un disparo”, señaló.
Ahora sólo queda dar con el paradero de Cortez, que -hasta el momento- ha logrado escabullir durante un mes del radar policial.