Las víctimas de la crisis educacional: dos mil alumnos sin clases en Tiltil
Una deuda previsional de 18 mil millones de pesos arrastra la comuna de Tiltil desde hace más de cinco años. Producto de malas gestiones en el municipio, dos mil estudiantes están hoy sin clases. Este problema es reflejo de una situación que se repite en varias municipalidades a nivel nacional. Sin una fecha de retorno, los alumnos siguen esperando novedades en sus casas.
Lorena Zapata (42) nació en Tiltil. Asistió a la Escuela Santa Matilde cuando sólo eran 60 alumnos en el establecimiento. Al terminar su educación media ingresó a la Universidad de Los Lagos a estudiar Pedagogía General Básica. En esto, quiso regresar a sus orígenes y trabajó como asistente en Santa Matilde desde 2001 hasta 2005. En ese momento comenzó a notar los primeros problemas: su sueldo, de $60.000, no le llegaba completo o no le pagaban sus imposiciones. Le dijeron que era algo habitual en la educación pública de la comuna, pero para ella fue distinto: era la primera vez que lo vivía en carne propia.
La Escuela Municipal Santa Matilde cuenta con 220 alumnos y se encuentra en un lugar rural, frente a un potrero. Según la última medición del Simce, esta escuela básica está bajo el promedio nacional. Si en matemáticas a nivel nacional se obtuvo un promedio de 250 puntos, Santa Matilde obtuvo 223. En lenguaje la situación es aún más preocupante: si el promedio nacional fue de 267 puntos, el colegio obtuvo 219.
Terminado sus estudios universitarios, Zapata buscó un empleo de tiempo completo en otro lugar para evitar los problemas que conoció en Tiltil. Migró a Lampa, al Jonathan College, un colegio particular subvencionado. Sin embargo, allá el problema se repitió. Los pagos de sus sueldos siguieron llegando incompletos y las cotizaciones prácticamente no se pagaban. Los años fueron pasando y en 2007 nació Martina, su primera hija. En ese momento decidió regresar a la Escuela Santa Matilde, ya que le quedaba muy cerca de su casa. Aunque no era la única razón: sentía un cariño especial hacia ese lugar.
“Tenemos un compromiso con la comunidad. Uno sabe que hay pocos profesores que quieren trabajar en la comuna porque es retirado, porque tiene problemas de pago. Entonces siempre hay necesidad de profesores en el sector”, admite Zapata.
Este cariño fomentó su ilusión de intentar mejorar las cosas en el lugar. “Uno sueña con que los niños de la localidad tengan otras oportunidades, que no tengan que continuar siendo obreros”, agrega. Por esto, quiso creer que podía formar parte de un cambio.
Zapata asegura que desde que entró al sistema educacional como docente, cada vez que hubo un cambio de gobierno o de alcalde, pensó que las cosas irían mejor: que la siguiente administración sí solucionaría los problemas y que la pesadilla de los sueldos impagos se terminaría. Pero nada de esto sucedió. Desde 2004 hasta 2012 el alcalde fue comunista. De 2012 a 2020, de Renovación Nacional. Desde 2020 a 2021 gobernó un UDI y desde 2021 hasta la fecha está Luis Valenzuela, de Revolución Democrática. La comuna cambió varias veces de color político, pero la deuda previsional del municipio con sus profesores siguió creciendo.
Durante todos esos años la esperanza iba y venía, dice Zapata. En 2019 decidió asumir la dirección de la escuela, dado que la directora anterior había renunciado justamente por los lío en los pagos.
El gran golpe lo recibió Zapata unos años después, cuando llegó la pandemia. En julio de 2020 el gobierno de Sebastián Piñera anunció que se podría hacer el retiro del 10% de los fondos previsionales para alivianar los gastos de las familias, golpeadas por la pandemia. Cuando llegó la fecha para solicitar el dinero, el 20 de julio de 2020, Zapata ingresó a la página web para realizar el trámite. El monto que vio la dejó helada: recibió $1,5 millones en vez de los $3,9 que le correspondían. La falta de pagos de sus cotizaciones impidió que pudiera recibir el total de su dinero. “Ahí apareció el primer gran daño”, confiesa.
Crisis educacional
Lo que sucede en Tiltil no es algo aislado. De hecho, este viernes en conversación con Tele13 Radio, el ministro de Educación, Nicolás Cataldo (PC), manifestó que se trata de “un tema antiguo. Agradecemos que la situación de Tiltil se visibilice a nivel nacional y sensibilice, sobre todo, al mundo político”. Además, durante esa misma jornada el ministro asistió a una reunión con alcaldes de la Asociación Chilena de Municipalidades (ACHM) y de la Asociación de Municipios Rurales (AMUR), para abordar el problema de financiamiento de las escuelas en sus comunas. En la instancia Cataldo insistió en que “efectivamente tenemos varias decenas de municipios que están en algún tipo de dificultad financiera”.
Cataldo señaló que esto es un problema de malas gestiones municipales que derivaron en una crisis de financiamiento, dado que las corporaciones municipales “tienen mayor facilidad para evadir controles”. En la misma línea, el exministro de Educación de Sebastián Piñera y director del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, Raúl Figueroa, coincide con sus palabras y agrega que “los buenos sostenedores se caracterizan por una buena gestión, tanto pedagógica como financiera. El sistema tiene incentivos para ello, pero, lamentablemente, algunos alcaldes no los captan y prefieren dejar de lado la gestión para evitar los costos políticos. Lo anterior deriva en un grave problema de sobredotación de funcionarios y la consecuente acumulación de deudas que se hacen insostenibles”.
Las movilizaciones en relación a la crisis educacional en los colegios de Tiltil no son algo nuevo. Lorena Zapata lo sabe bien. Son varios los paros que han tenido en la escuela desde que ella asumió como directora y, con el tiempo, se han hecho más largos. En 2022 estuvieron tres meses continuos sin clases-desde mayo hasta mediados de agosto- por el mismo problema que ella conoce de cerca. Este año fueron dos paros de profesores, en abril y en junio, los que acumulan un aproximado de dos meses sin clases para los estudiantes de la comuna. De todas formas, apoderados y profesores del sector insisten en que estas medidas no fueron suficientes y que jamás fueron escuchados.
La comuna de Tiltil cuenta con nueve establecimientos educacionales municipales. Cada uno con diferentes realidades. Por ejemplo, en el Liceo Huertos Familiares, que tiene 550 alumnos, sus apoderados acusan un problema continuo con las fosas sépticas, las que muchas veces son vaciadas en horario de clases. Por otro lado, la Escuela Santa Matilde es un establecimiento pequeño, con menos de la mitad de alumnos, y mantiene una infraestructura limpia y sin detalles. Aunque a nivel comunal el promedio del Simce es bajo, las familias optan por quedarse en el lugar porque la locomoción es cara y las distancias entre las comunas son largas. Todo esto se suma a un cariño especial que los vecinos le tienen al lugar.
Sólo que ese aprecio no pudo contener la explosión del sábado. Zapata lo recuerda bien. Asegura que “fue un día de locos”. A las 7:40 su celular se llenó de whatsapps. En el grupo de profesores de la escuela acusaban que no se habían pagado los sueldos. La directora dice que no era algo nuevo, pero sí algo que molestaba profundamente a la comunidad.
Los niños sin clases
Las cosas siguieron de mal en peor. A las 18:16 del sábado 30 de septiembre, Lorena Zapata, al igual que todos los demás docentes de los colegios municipales de Tiltil, recibió un correo. Este decía que debido a que la Corporación Municipal de Desarrollo Social de Tiltil “no contaba con la liquidez para poder responder a la continuidad del servicio educativo y velando por el interés de nuestros niños, niñas y adolescentes” se decidió cerrar todas las escuelas y liceos municipaldes de la comuna. Firmaban tres personas: el alcalde Luis Valenzuela (RD), Richard Pizarro y Constanza Otárola, ambos miembros de la Corporación.
Sin entender qué sucedía, Zapata ingresó a WhatsApp. En el grupo de los nueve directores de las escuelas municipales y Otárola, uno de los directores preguntó si ese mail era real. Las llamadas y mensajes no pararon más. Por primera vez un alcalde había tomado una medida de ese estilo. Pero había algo que molestó especialmente a la comunidad: nadie, además de las tres personas que firmaron la carta, estaba al tanto de esta decisión.
“Sentí preocupación e incertidumbre. Me hubiera gustado saber desde antes para haber conversado con la comunidad educativa”, confiesa la directora Zapata.
El domingo la situación cambió: el alcalde informó que la medida no sería cerrar los colegios. Desde la comunidad aseguran que esto se debió a que le informaron al alcalde que tenía que proveer de alimentos a los alumnos. Por esto, solo serían suspendidas las clases, pero los establecimientos seguirían abiertos.
Ese lunes 2 de octubre, a las 9:00, se realizó una reunión en el Mineduc en la que participó el ministro Cataldo, quien se comprometió a tomar una serie de medidas para lograr terminar este año con los sueldos de los profesores pagados. Aunque no fue suficiente. Los docentes decidieron no regresar a los establecimientos hasta que fuera pagada la totalidad de sus sueldos: una transferencia que se calcula para mediados de octubre.
Consultado por la medida, el alcalde Valenzuela dice que fue una situación desesperada, una medida para hacer presión. Por otro lado, los apoderados acusan que sienten una profunda desazón. Especialmente porque no tienen certezas de qué sucederá con la educación de sus hijos y la poca claridad sobre si la medida de cerrar todos los establecimientos educacionales de su comuna se podría volver a repetir en un futuro.
En relación a esto, el alcalde Valenzuela aseguró que se trata de algo “circunstancial”. Aunque no garantiza que esta medida no volverá a tomarse, si otra vez se encuentran sin los fondos para pagar sueldos y cotizaciones.
“Más que cerrar los colegios, quizás para evitar la batalla y el conflicto, es esperar que los trabajadores se movilicen en una próxima ocasión”, dijo.
Zapata, además de directora, es madre. Su segundo hijo, Maximiliano, va en sexto básico de la Escuela Santa Matilde. Él extraña asistir a su colegio, ver a sus compañeros y pregunta día a día cuándo podrá regresar. Al día de hoy, acumula cinco jornadas de clases suspendidas. Ése es el gran drama: después de una semana, los niños de Tiltil siguen sin saber cuándo regresarán a sus colegios.
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