Nicolás Carvacho: El gigante que lo quiere todo
El pívot de 2,11 metros vive días brillantes en Bulgaria. Campeón de copa, MVP de la final y aspirante firme al título de liga. En conversación con El Deportivo, habla de su presente y su futuro a mediano y largo plazo. No se anda con pequeñeces: en su agenda están la NBA y una generación dorada del básquetbol chileno.
El apodo es una de las pocas cosas que Nicolás Carvacho aún no tiene del todo claras para su carrera. Big Chile o Mr. Rebote. Por ahora se inclina más por el primero, pero también le gusta el segundo. Ambos le sientan bien, le explica a El Deportivo. En inglés, porque por ahora su conocimiento del español se reduce al saludo y un puñado de palabras. El pívot de 24 años nació en Santiago y se fue a Estados Unidos, la tierra de su madre, antes de aprender a hablar. Ahí creció hasta los 2,11 metros y se transformó en el basquetbolista chileno más exitoso del momento. Sí, chileno. Por sangre y porque quiere.
Desde la ciudad de Samokov, Bulgaria, a minutos de iniciar la concentración con su equipo, el Rilski Sportist, Nico acepta conversar del deporte que le apasiona. De sus sueños y metas inmediatas. En Europa y también con la selección nacional. Es el momento ideal para ello, en la semana que se consagró campeón de copa y jugador más valioso de la final, con 21 puntos y 23 rebotes ante el Levski Lukoil. Su primer título como profesional. El primero de muchos, espera. “Ser un campeón, además MVP, se sintió genial, fue un sueño hecho realidad. Pero también fue solo el comienzo, debo seguir trabajando, ascendiendo y logrando mis objetivos”, subraya el centro.
En septiembre de 2020, Carvacho arribó al Rilski Sportist para ser protagonista del baloncesto búlgaro. Además de ser el nuevo campeón de copa (se impuso en la final por 87-69), es líder de la liga con su escuadra y quinto en la lista individual de rebotes, con un promedio de 9,2 por partido. En puntos, está 32º, con 12,6 de media. Como dice Nico, sin embargo, lejos de su techo. Su ideal en 2020 era participar en los campamentos de selección para la NBA, al que llegaba con el cartel de mejor reboteador histórico de Colorado State University, de la Primera División de la NCAA. Además, en 2019, se había convertido en el líder de toda la categoría de esta estadística, algo muy cotizado.
El sueño de la NBA
Pero al poste nacional le faltaba para ser seleccionado directamente por alguna franquicia. Él lo tenía claro el año pasado y también ahora. Su idea era convencer a los scoutings en esos campamentos, que finalmente no se realizaron por la crisis sanitaria. En ese contexto, tomó la opción europea como su primera experiencia rentada en el deporte. Rápidamente dio vuelta la página de la NBA, aunque por ningún motivo es un tema cerrado para él: “Hay muchos altos y bajos en la carrera de un jugador y en la vida misma. Pierdes algunas y ganas otras. Creo que tuve una gran oportunidad de venir aquí, para crecer dentro y fuera de la cancha. Yo seguiré trabajando en mi meta y mi sueño de jugar en la NBA de cualquier forma. En especial, quiero ser el primer chileno ahí y entreno para ello todos los días. Si la oportunidad viene, la tomaré. Haré todo lo que pueda para llegar al punto más alto del básquetbol. Si funciona con el tiempo, genial. Mi meta es jugar en el mayor nivel. Trato de llegar ahí, ya sea en la NBA, la Euroliga o España o Turquía”.
Como muchas disciplinas, el baloncesto ha evolucionado. En la élite, el gigante que se para debajo del tablero y domina está casi obsoleto, dando paso a tipos sobre los 2,10 metros que pueden driblear, pasar el balón y son consistentes desde media y larga distancia. Ahí está la diferencia que Carvacho hoy busca reducir. “Lanzo todos los días, me quedo después de las prácticas, continúo creciendo, agarrando confianza. En Europa tienes que ponerte firme y mostrar todo tu juego. Mientras más confianza tenga, más confianza tendré de los entrenadores para hacer otras cosas. Y con esa confianza vendrán los tiros desde afuera. Lo ves en la NBA y en otras ligas, donde grandes ahora hacen más dinero y son capaces de jugar más, porque pueden tirar triples. Eso marca la ventaja frente a otros pivotes. Yo ahora hago buen trabajo en el juego interior, pero debo mejorar en el exterior”, dice.
En ese sentido, subraya cómo ha crecido ante jugadores formados, con mayor experiencia: “He mejorado dentro y fuera de la cancha. Mejoré mis pick & pop (movimiento ofensivo en donde un jugador sin balón bloquea el paso de un rival para luego moverse hacia el exterior del aro y ser opción de pase para un lanzamiento de media o larga distancia), mejoré mis tiros libres. Con el Covid, además, no puedo salir mucho, así que estoy pegado en mi casa o el gimnasio, trabajando mucho”.
“Controlar rebotes es algo que yo manejo”
Pero la carrera de Nico ya está marcada por un aspecto del juego: los rebotes. “Me encantan, eso es por lo que vivo ahora y por lo que me gané una oportunidad”, dice. Es como una obsesión y una recompensa: “En el juego me ayuda a estar concentrado durante el partido. Controlar y controlar rebotes es algo que yo sé que manejo”. ¿Los prefiere por sobre los puntos, incluso? “Una apuesta segura es ir por ambos, pero los rebotes me han acompañado más, desde la universidad, y creo que han sido mi fuerte, lo que es genial”.
Por estos días, Carvacho y sus compañeros están enfocados en mantener la punta del campeonato local (ayer ganó 89-82, y sumó 14 puntos y 12 rebotes) y disputar los cuartos de final de la Copa de Europa, ante el Parma Perm, de Rusia. A mediano plazo hay otro tema que le quita el sueño: la selección. Chile tiene una camada de jugadores jóvenes, en competencias exigentes, pero por distintas razones nunca se han podido reunir todos. “Desgraciadamente es así”, dice; “ahora fue lo del Covid, a veces el tema de las universidades. Tenemos a Seba (Herrera) en Alemania, a Nacho (Arroyo) en España; Marcelo (Pérez), Felipe (Haase) y Nico (Aguirre) en Estados Unidos jugando en la universidad. Hay jóvenes muy buenos jugando en Chile o Argentina. Yo mismo, que estoy aquí. Así que tenemos una gran generación. Espero que en julio tengamos oportunidad de juntarnos como equipo para jugar partidos y ojalá todos. Una vez que logremos eso y crear una buena química, seremos un equipo muy bueno”. Por ahora, la mayor conexión entre ellos es por redes sociales.
Hay un reto a la vista: los Panamericanos de Santiago 2023. “Ahí se podría marcar el gran comienzo para una generación dorada del básquetbol chileno. Tenemos 2 años para prepararnos, completar los desafíos e incluso superar las expectativas. Queremos poner a Chile en el mapa del básquetbol internacional”. ¿Y cuál es el rol de Carvacho en esa tarea? “Me siento muy orgulloso de ser el primer chileno en generar ruido en Europa, y el desarrollo para mí es continuar poniendo a Chile en el mapa, hacerlo notar, poner el nombre del básquetbol chileno en boga y poner a la gente atenta a su futuro. Pero no es algo que solo recae en mí, sino en el país completo. Hay que cambiar nuestra visión del básquetbol, darle una mayor prioridad. El básquetbol chileno no ha sido una gran cosa en el mundo recientemente, pero es mi objetivo cambiar eso. El mío y el de cada jugador de la selección chilena”.
No habla español, aunque está estudiando para cambiar eso. Su padre, Eduardo (exarquero de las series menores de Wanderers y del fútbol universitario de Estados Unidos) le inculcó un cariño especial por este país. “Quiero dejar el básquet chileno en un mejor lugar que cuando empecé a jugar”, dice Mr. Rebote.
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