Fue embajador en Francia, diputado 16 años en representación del PPD, pero en su último libro, “Mi encandilamiento comunista”, Patricio Hales aborda su experiencia como militante del Partido Comunista (PC) entre 1968 y 1990. Si bien el texto aborda historias de su paso por la colectividad de la hoz y el martillo, lo plantea como una herramienta de futuro.

El exparlamentario manifiesta su preocupación y asegura que Chile va hacia un camino peligroso, recordando que el mensaje comunista previo al gobierno de la Unidad Popular, según él, luego les estalló en la cara. “Con mi libro quiero evitar la ingobernabilidad que produjo nuestro discurso PC de los 70”, sostiene.

Asimismo, expresa su inquietud sobre cómo la historia se está repitiendo y cómo ve en el reciente ganador de las primarias de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, elementos de esta.

¿Por qué decidió escribir este libro en el que, además, es bastante crítico de su paso por el PC?

Mi libro es la experiencia de esos sueños y desengaños desgarradores, militando 22 años en el PC. Doctrina de ilusiones. Lo imprimí en enero 2020, identificado con las oportunidades, sueños y riesgos del “estallido”, pero la pandemia nos postergó para 2021.

¿Cómo esa experiencia que relata en su libro se puede traer a la realidad actual?

Me preocupa que la incertidumbre, el enojo perpetuo transforme en ingobernable el país. El PC perdió la primaria, pero se tomó el discurso de la sublevación social e invade la Convención Constitucional con sugerencias de menosprecio a las reglas democráticas aprobadas. No basta empatizar con el enojo sino que hay que hacerlo gobernable.

¿Usted sostiene que lo que está pasando se parece a lo que ocurrió en los años 70?

Con Allende, desde el PC promovimos la emoción contra el modelo, promesas teóricas y el caos nos sobrepasó cuando fuimos gobierno. A pesar que teníamos partidos y líderes fuertes y prestigiados, la ingobernabilidad nos estalló en la cara.. El pueblo ya no se tomó terrenos, se tomó las viviendas sobrepasó al gobierno, más de 8.000 casas y departamentos solo en Santiago.

¿Entonces sostiene que puede pasar lo mismo hoy? Han pasado 50 años…

El PC demuestra en los hechos que no ha cambiado. Nuestro país repite un clima de encandilamiento que recuerda mis 22 años de militancia comunista. La historia no se repite pero se parece mucho y enseña.

Pero finalmente quien ganó la primaria de Apruebo Dignidad fue Gabriel Boric, no el representante del PC, Daniel Jadue.

Gabriel Boric es un buen ser humano, bien preparado. Y espero que sea más enfático, más preciso en cuanto a nuevos derechos reglas para los cambios. Porque un país movilizado, estimulado con esperanzas confusas, hacia promesas de cambios malentendidas vivirá descontento y protestando. Me inquieta, me preocupa, no sabemos cuánto ha permeado en Boric la consigna PC del enojo perpetuo que lleva a la ingobernabilidad. La injusticia social impulsa sueños, pero con el discurso inflamado, estas se transforman en pesadillas y eso es malo para Chile. Con Allende el PC quiso controlar al pueblo al que le había prometido una revolución y las cosas así no funcionan.

¿Qué ejemplo puede poner en el caso de Boric?

En los 70 el pueblo hizo su propia interpretación de nuestros discursos, como pasará mañana. Se dice que el derecho a la vivienda estaría sobre el derecho de propiedad o que cuando haya tomas, habrá “desalojos conversados”. Vi a Allende intentando persuadir en terreno pidiendo parar las “tomas” y lo pifiaron. Se repite un clima de encandilamiento.

¿A Boric le podría pasar lo mismo?

Boric no llama a la insurrección ni a la sublevación social, pero va generando un sentimiento a partir de un discurso en que se fijan ilusiones y esperanzas sin establecer los límites. Cuando dice que hay una toma de alguien que no tenga vivienda y se le va a desalojar solo cuando le hayan resuelto el tema de vivienda, lo que se está sembrando es un estado de ánimo de los derechos y de la ausencia de cualquier tipo de ordenamiento. Ese discurso desde la comprensión, desde la bondad, desde el buen sentimiento que Boric expresa debería estar acompañado de límites, responsabilidad, funcionamiento del Estado democrático y reglas del Estado de derecho.

En Chile hubo un estallido social y en cierta medida los políticos se tienen que hacer cargo de eso. ¿No cree que es difícil enfrentar esta situación y por lo tanto se deben tomar decisiones que antes se veían como improbables?

Por lo mismo, el estallido promete más ingobernabilidad que lo que había previo al Presidente Allende. Desde Frei Montalva, las candidaturas de Radomiro Tomic, Allende, impulsaban profundas transformaciones, pero todo bajo la conducción de los partidos y los líderes, sin embargo, aquí los políticos merecidamente estamos desacreditados, no tenemos influencia y la ciudadanía se conduce por su cuenta y el discurso convocando con ira la movilización en estado de indignación lleva inevitablemente a la ingobernabilidad. Eso exige mucho más responsabilidad de los partidos y observo que se repiten conductas políticas para estimular esa indignación sin medir los efectos para el régimen democrático.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias?

No va a haber golpe de Estado, pero va a haber un estado de ingobernabilidad sino se cambia este discurso. No habrá golpe, pero el enojo perpetuo populista debilita el orden democrático, no logra progreso ni conquistas sociales. La revuelta despertó a Chile, encegueció a otros y abrió apetito a políticos oportunistas que abusan del justo estallido social para tener votos. Mienten, ilusionan y alimentan el justo enojo ciudadano.

Su diagnóstico es bastante desalentador, ¿cuál es la solución? ¿Qué le plantearía al mundo de la centroizquierda en el que usted actualmente se aloja?

Tenemos que construir cariño hacia el orden democrático. Instalemos vocabulario de responsabilidad programática. No descalifiquemos la democracia motejándola de “burguesa”. Las campañas deben promover un nuevo orden para el cambio y no el desorden en el cambio. En la centroizquierda estamos en deuda. Parecemos avergonzados de nuestros logros y de nuestras ideas. En algunos hay oportunismo de sumarse al discurso del enojo permanente para tener votos, pero hay un gran contingente que quiere aportar a los cambios como un nuevo desarrollo, como la continuidad de nuestra vocación aprendiendo de cómo el pueblo cambió a Chile.