Carolina Vega comienza 2024 más empoderada que el año pasado en su cargo de rectora del Instituto Nacional (IN). Ocurre que varios meses al mando del quizás más emblemático de todos los establecimiento escolares no son en vano y le han permitido entender no solo la realidad institutana y la educación pública, sino que hablar con más propiedad de una institución a la que, cree, se le ha estigmatizado. A pesar de todo, resume que 2023 la deja “contenta”. Incluso, dice, en resultados. “Para lo que significa desde el punto de vista del arrastre, fue muy bueno. Unos 260 entraron a universidades tradicionales”, apunta.

Con todo, la baja del Instituto Nacional en los rankings fue tema...

Los cuartos medios son 645 estudiantes. Todos quisiéramos estar entre los 100, los 20, pero llevar a 645 estudiantes a un sitial, no de excelencia, sino de top, no es simple. Este año 16 estudiantes sacaron puntaje máximo, no hay otro colegio en Chile así. Me podrán decir ‘de 645 cómo no vas a sacar 16′, pero también hubo 100 alumnos con una prueba sobre 900 puntos. Y 28 promediaron 922, que es más que el mejor ranqueado. Los rankings a veces son injustos, dejan sin ver las realidades.

Pero antes esos mismos 645 alumnos sí llegaban a lo alto de los rankings. ¿Entiende el ruido?

Sí, lo entiendo perfectamente, pero ese ruido hay que verlo en el contexto de Chile. Ese IN del que habla es básicamente de la dictadura militar, o a lo mejor de inicio de siglo, que responde a otras características, que seleccionaba a los estudiantes, y lo sé porque mis amigos eran institutanos y había que tener promedio 6,8 o 6,9. Y detrás de ellos había una familia capaz de todo. Cuando seleccionas, seleccionas al chico, pero también a la familia. Hoy no tenemos eso. Si no lo transparentamos, los rankings son muy injustos. La misión del IN es que, con inclusión, podamos tener la excelencia académica que añoramos. Y eso es lo que les pedimos a los profesores cada vez que podemos: que el IN es posible para todos, y así es posible la excelencia académica. Ese el Chile que buscamos. Y no volver atrás.

¿Qué es lo más positivo de 2023?

La comunidad ha crecido y no ha sido fácil, porque en ese proceso también está el dolor de darnos cuenta de lo que hemos ido haciendo mal.

En ese hacer mal, ¿qué es lo más complejo?

El IN, probablemente por un tiempo, va a tener una dosis de dificultad con el trabajo colaborativo. Cuesta generar una articulación.

FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

¿Y las grietas de arrastre?

Hay una cultura organizacional que tiene más bien que ver con el individualismo que con el trabajo colaborativo, y eso tiene que ver con el Chile de hoy, que está transitando hacia un nuevo espacio colectivo. El IN no escapa de esa realidad. Más que arrastrar cosas, que sin duda hay heridas históricas, hay un tránsito de época.

¿Ese individualismo puede explicar por qué el Instituto y otros liceos llegaron a lo que llegaron?

El individualismo es un ingrediente importante. Cuando estamos en una sociedad donde priman los intereses de algunos grupos, no tiene buen pronóstico. Pasó un poco eso en el IN con algunos actores, profesores, apoderados y los estudiantes, que finalmente van quedando a la deriva.

Como directora ¿ve a la educación pública en crisis?

Estamos en un momento delicado. La educación pública tiene en la Nueva Educación Pública una reforma muy ambiciosa y a la que le hace falta un compromiso responsable en su implementación. Hay un problema de financiamiento que no se puede soslayar. Los directores sabemos que administramos y lideramos en función de ingresos variables para costos fijos, y si el liceo no cumple con cuestiones de infraestructura viene una multa. Me pregunto si en vez de multarnos, por qué no nos ayudan a resolver el problema. La educación pública tiene ahí un dolor.

¿Es solo cosa de recursos?

A la base de muchos procesos está eso. Si le dijera cuál es el desafío del IN, diría la innovación. Pero si la base no tiene un sistema que permita hacer esas revisiones es un poco difícil. Pero por otra parte están los padres. Muchos de esos niños requieren atención que no tiene que ver con aprender, tiene que ver con salud mental, con dificultades parentales, una infinidad de cosas que va transformando al colegio en un lugar donde se resuelven otras necesidades. Y a la base tengo un sistema que si no provee los recursos suficientes no tengo la cantidad de sicólogos suficientes. Hay problema de financiamiento, pero no es lo único.

¿Qué más?

Los estudiantes de la educación pública deben sentirse desafiados a plantear sus inquietudes. Tenemos profesores que requieren revisar proyectos y prácticas, y eso implica cierta disposición. Y los padres tienen que retomar su rol de formadores. Los chiquillos son hijos e hijas de alguien, no son hijos de la rectora. Son los primeros formadores, los primeros que deben insistir en el cuidado, en el estudio, porque no podemos abandonar la excelencia académica. El IN no va a hipotecar la excelencia académica por nada. Vamos a ser inclusivos, pero vamos a ser inclusivos para la excelencia.

¿Y los alumnos tienen responsabilidad?

A la juventud no se le puede cargar todo, pero tampoco se le puede decir que no tienen ninguna responsabilidad porque saben muy bien cuándo las cosas se hacen bien y cuándo no. ¿Ha habido responsabilidades? Por supuesto, pero el mundo adulto sigue siendo el más responsable de lo que pasa en el interior de los colegios.

El sistema es más o menos igual hace años. ¿Cuándo se falló?

Si pienso en qué falló desde que estudié, diría que se fue perdiendo el respeto por la autoridad. Habría que preguntarse ‘¿qué hicimos los adultos para perder el respeto de los jóvenes?’, o qué no hicimos. Hoy los referentes adultos no dan precisamente buenos ejemplos, entonces ¿qué les decimos a los jóvenes?, ¿qué les decimos para que crean que pueden proponer ideas a una autoridad y después esa misma autoridad está en televisión con cero credibilidad? Ojalá se produzcan ciertas definiciones y todo sea más auspicioso, estamos en un momento crítico.

¿Y qué responsabilidad tuvieron los sostenedores?

Los colegios son administrados por los sostenedores, no por los directores; por lo tanto, a nivel país, no solo en Santiago, ha habido una dejación que quizás tiene su origen en el financiamiento. Ni siquiera estoy diciendo que sea de mala voluntad o negligencia, a lo mejor el financiamiento hay que revisarlo porque no están dando los números para las mantenciones, y eso es grave. Cuando usted no mantiene un colegio está dándole un mensaje a esa comunidad y le está diciendo que no son importantes. La responsabilidad es sistémica.

¿Ve como una buena salida a eso la desmunicipalización?

Yo vengo de un SLEP (Barrancas). Si me pregunta si los creo como una institucionalidad posible, efectiva y eficaz, sí, pero si no hay a la base un sistema de financiamiento mejor, está difícil. El SLEP debe mejorar, pero a la base hay una condición que debe revisarse.

La alcaldesa Delfino, de Quinta Normal, dijo que la selección había jugado una mala pasada a los liceos emblemáticos. ¿Coincide?

Voy a hablar por el IN, que está en proceso de ser cada vez más inclusivo. Hay 816 mujeres, los 96 cursos con chicos con necesidades educativas especiales, 22 han cambiado su nombre social. Yo adhiero a la maestra Viola Soto, que señala que un currículum excluyente nunca va a ser el que lleve al desarrollo del país.

¿Pero jugó una mala pasada la selección?

Creo que no, la verdad. Cuando usted incluye les da la oportunidad a los padres de elegir el colegio y no al colegio de elegir a los estudiantes, no segrega. Le respondería a la alcaldesa que los emblemáticos deben transitar a ser los liceos del siglo XXI. Cuando me hablan del liceo emblemático IN, yo digo déjenos ser lo que estamos llamados a ser en el siglo XXI, que es ser inclusivos, que todos puedan tener una educación de calidad.

Alguien podría decir que eso sí es hipotecar la excelencia académica que mencionaba antes...

Cómo entendemos la excelencia académica en el siglo XXI es algo que podríamos discutir, porque a lo mejor no se trata solo de puntajes y que seamos todos ingenieros o médicos. A lo mejor se trata de más artistas o deportistas. El IN no va a hipotecar la excelencia académica, porque pretende que sus estudiantes lleguen al 100% de su potencial en las áreas que requieren. Creemos que excelencia académica es volver al respeto, el bien común, la dignidad de la persona. Y no la vamos a hipotecar. Las mujeres y los hombres podemos desarrollarnos en la integralidad, sin por eso hipotecar nuestras ganas de llegar a la universidad.

Estando afuera se debe haber hecho una idea de la realidad del IN, ¿era lo que se esperaba?

Es mucho más de lo que imaginé. Este lugar es un mundo de posibilidades. Aquí es posible que vengan un ministro y escritores. Eso que suena tan lindo no es lo que pasa en todos los colegios de la educación pública. Y desde esa perspectiva somos privilegiados.

¿Se ha estigmatizado al IN?

No se le ha estigmatizado un poco, se le ha estigmatizado mucho. Los estudiantes del IN suben al Metro con su insignia y la gente los critica. Una persona que no vive por aquí lo ve por la prensa, que ha hecho mucho por la estigmatización.

¿Pero desconoce que hay situaciones que hacen ruido?

No lo desconozco. Lo que falta es el equilibrio. Si los medios salieran con todas las cosas muy positivas que tenemos, la estigmatización disminuiría. No se trata de que no se diga lo malo, sino que equilibrar.

FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

¿Qué estudiantes diría tener?

Un grupo muy mayoritario que está interesado en la mejora del país, que quieren estudiar.

En 2023 hubo episodios de violencia, ¿cómo los abordó?

Fueron en descenso en número e intensidad. Pero hubo dos o tres episodios que nos afectaron. Hicimos trabajos con los estudiantes. Lo abordamos con los padres en la medida en que los obligamos a venir a dar cuenta de sus estudiantes. Lo abordamos con los profesores, hicimos jornadas de reflexión. Y hay una aplicación del Reglamento Interno de Convivencia Escolar (RICE), que es sustantivo porque el IN, como cualquier sociedad, requiere normas y deben respetarse.

¿Identificaron a esos estudiantes más rebeldes? ¿Qué buscan?

Es complejo identificarlos con nombre y apellido, porque no siempre son nuestros. Logramos, por lo menos, entender que no son parte del centro de estudiantes, aunque se les respeta porque son estudiantes. Y que no tienen necesariamente un problema con el IN y lo que hacen es poner sobre la mesa problemas sistémicos. Mi impresión es que el mundo adulto no le ha dado canal de participación a esas críticas juveniles. Es algo que podríamos ir abriendo.

¿Y a través de esos canales qué cree poder lograr? ¿Aplacarlos?

No sé si la palabra es aplacar. Es necesario que la sociedad deje un poco el adultocentrismo y pensar que tenemos todas las soluciones y comience a escuchar a los jóvenes. Ojalá el mundo que organiza este país considere que hay también un grupo, menor de 18 años, pero que puede tener ideas.

¿Pero entiende que las formas de dar a conocer ese descontento están alejadas a veces incluso de la racionalidad?

Sí. Por eso le digo que el mundo adulto, y en eso me incluyo, debe abrir canales para que los estudiantes sean escuchados. Si revisa la historia del IN, no hay año en que no haya movilización.

Mencionaba el RICE. ¿Se suspendieron matrículas en 2023?

Atendimos 570 investigaciones, que en nuestro lenguaje se llaman debidos procesos. Y de esos, 373 llegaron a medidas formativas, aplicamos 51 medidas de protección, porque no siempre tenemos a los padres detrás, entonces uno indica a un tribunal de familia para que se hagan cargo. Cancelamos matrícula a 11 estudiantes, 45 quedaron condicionales y 24 terminaron su proceso escolar anticipadamente por expulsión, procesos iniciados por faltas gravísimas que no se relacionan necesariamente con que los chicos sean capuchas porque, en rigor, ningún estudiante ha sido expulsado solo por esa razón.

El IN está con clases telemáticas por trabajos de remodelación...

Nos hubiera gustado tenerlo antes, pero esperamos a partir de agosto estar con todos los estudiantes y todas las salas. Y así esperamos dejar este mal sabor de la virtualidad.