La Novela del Corazón, de Roberto Castillo (Laurel)
Un corazón viaja hacia Filadelfia. Un corazón desgajado de su cuerpo va en camino a otro cuerpo, al de un paciente que necesita un nuevo órgano, urgente. “Es un fruto cosechado en el punto perfecto de su madurez, pero desde el momento en que lo arrancan de su pecho original queda marcado por la mordedura finísima y delicada de la muerte. Algunas células de ese órgano inmaculado ya empiezan a sucumbir a la necrosis. Toda muerte es paulatina y ninguna muerte es total, morir es un proceso infinito”, dice el narrador, un escritor radicado en Estados Unidos y al que llaman Chile por su origen.
Chile asiste como testigo a un trasplante cardíaco: desde el interior de un quirófano observa el estremecedor proceso de sustituir un corazón moribundo por otro vigoroso. Y se emociona de estar ahí, “a la puerta de un milagro que parece tan sencillo: hay que llenar esa boca abierta del pecho que espera una nueva lengua, hay que devolverle a esa oquedad el latido y la palabra. Eso es todo, y es posible, y sigue siendo misterioso a pesar de que nada está oculto”.
Notablemente escrito, brillante en su capacidad de transmitir y convocar emociones y resonancias, el relato del trasplante abre La novela del corazón, la obra más reciente de Roberto Castillo. El autor de Muertes imaginarias juega con la ficción y los límites de la realidad en una novela audaz y sofisticada, una narración fragmentaria que encierra una venganza y que está atravesada por los hilos de un corazón que late. En los relatos se cruzan Christian Barnard y el doctor Kaplan, Diego Portales, un adolescente al que roban el corazón, el perro Frankenstein, los cuerpos de Allende, Frei y Pinochet, dos mujeres detectives y el fantasma de un niño, entre otros personajes fabulosos. Las historias viajan o cohabitan en el tiempo y el espacio, desde un Valparaíso en llamas al círculo polar. Arriesgada y conmovedora, reflexiva y a veces violenta, la novela es un desafío para el lector y una experiencia de lectura fascinante.
¿De Quién es Esta Historia?, de Rebecca Solnit (Lumen)
Es la pregunta más apremiante y sus resonancias atraviesan el conjunto: ¿de quién es la historia? ¿Cuál es el punto de vista dominante? “Como cultura, avanzamos hacia un futuro con más gente, más voces y más posibilidades”, escribe Rebecca Solnit. “Algunas personas se quedarán atrás, no porque el futuro no las tolere, sino porque ellas se muestran intolerantes con ese futuro. Los hombres protestantes blancos de la cultura dominante son bienvenidos”, afirma, pero “el relato no girará siempre en torno a ellos y ellos no serán siempre quienes lo narren. Gira en torno a todos nosotros”. Feminista y activista de derechos humanos, la autora recoge columnas y ensayos publicados en la prensa. En ellos aborda la batalla en torno a los relatos que atraviesan la narrativa cultural y la relevancia que lograron movimientos como el #MeToo y Black Lives Matter. El feminismo, dice, “es un proceso de amplificación de voces hasta que puedan defenderse por sí solas, y también un proceso de solidaridad”. Así como apoya las causas, sigue a Hannah Arendt en la necesidad de distinguir entre hechos y falsedades: es necesario apoyar los medios que ofrecen información de calidad, dice, así como conservar “la capacidad de verificar los datos y tamizar y evaluar la información y nuestra independencia de criterio”. El capitalismo y el sexo, el neopopulismo de derecha y el cambio climático son algunas de las preocupaciones de la autora en este volumen.
El Comedor de la Abuela, de Pilar Hurtado (Kalandraka)
Un viaje culinario y una travesía para los sentidos. La reconocida crítica gastronómica Pilar Hurtado debuta en la literatura para niños con un relato que evoca el placer y la magia que encierra la comida y que releva el gusto de los almuerzos familiares. De niños, el joven protagonista y sus primos comparten la “mesa del pellejo” en los almuerzos de domingo en casa de la abuela. Reciben los mismos platillos de la mesa de los adultos, pero no los disfrutan del mismo modo. “Siempre me intrigaron sus caras de placidez y felicidad, sus ojos cerrados y sus espaldas relajadas en las sillas”, cuenta el protagonista al ver a los adultos en la mesa. “Frente a los guisos de la abuela, pasaba algo extraño que no alcanzábamos a entender”, dice.
Cuando cumplió 15 años y pudo sentarse con los mayores, él mismo experimentó ese misterio: de pronto sintió que la silla se elevaba, salía por la ventana y plácidamente lo dejaba a orillas del mar. Cuando abrió los ojos, se encontró con un lenguado a la meuniere en su plato. Las recetas de la abuela tenían ese don, y cada uno de los primos vivió su propio viaje: a Lima con el ceviche, a Italia con el risotto, a Japón con el ramen, al sur de Chile con el mote con huesillos. Las ilustraciones de Luisa Rivera resaltan el poder sensorial del relato y sus contornos de realismo mágico. Escrito con cariño, el libro tiene la calidez de la cocina familiar, estimula la imaginación y abre el apetito del lector.