A sus 50 años, Rodrigo Roco vuelve a un cargo público relevante. Si antes fue como secretario ejecutivo de Nueva Educación Pública o parte del gabinete del exministro Nicolás Eyzaguirre, hoy lo hace como director de Educación de Santiago.
El doctor en ciencias de la educación y licenciado en artes en la U. de Chile, donde fue presidente de la federación de estudiantes por las Juventudes Comunistas, llega al municipio que quizás tiene más desafíos en su área.
En los últimos años, antes de que la pandemia obligara a cerrar los colegios, la comuna de Santiago había entrado en un loop del que no veía una salida cercana. Bajo la administración de Carolina Tohá las tomas se hicieron frecuentes y no se logró ponerles fin. Con Felipe Alessandri, quien recibió la Dirección de Educación con $ 21 mil millones de déficit, casi todos los colegios emblemáticos fueron escenario de enfrentamientos entre carabineros y estudiantes, con graves acusaciones de lado y lado. Una crisis generalizada.
Roco estaba de director de la Escuela de Educación de la U. de O’Higgins cuando recibió el llamado de Irací Hassler. Hace años que no milita en el PC -aunque votó por Daniel Jadue en la primaria-, pero dice que comulgó con el proyecto. Pocos días después, él le respondió que asumiría el cargo. “Hay que reconstruir confianzas”, dice en la primera entrevista en su nuevo rol.
¿Qué le identificó del proyecto?
La construcción de cambio social detrás de la propuesta que encabeza la alcaldesa es amplia, suma a todos los que tienen ganas de hacer cambios profundos. En Santiago, la cuna de la educación chilena, nos encontramos en un cuestionamiento que se expresa con mucha fuerza a partir del 18 de octubre de 2019, donde los chilenos piden que Chile se asuma como un país y no como un fundo. Me motiva trabajar en la dirección de cambiar eso, que la ciudadanía tenga acceso a servicios públicos de calidad que permitan garantizar derechos complejos, como el de la educación. Claramente la gestión de Alessandri y el gobierno de Sebastián Piñera, en particular de la ministra Cubillos, está en las antípodas de eso. Cada vez que Chile ha intentado construir la idea de un sistema para la educación pública, se ha encontrado con las mismas trabas que representó tan bien la ministra Cubillos, que son las de la oligarquía.
La nueva alcaldesa habló de “crisis educacional” en Santiago, ¿cómo la recibieron?
Estamos en una situación bien esquizofrénica, en un no traspaso. Salvo dos o tres cosas muy puntuales, no nos ha sido traspasado el servicio educativo. Me da lata tener que personalizarlo, pero mi antecesora, Bárbara Soto, fue seremi de Educación, debería entender que el sistema necesita de comportamientos profesionales. En esta situación, nos hemos dado cuenta de que no hay líneas de subrogancia, por tanto se paran procesos, no hay continuidad. Esta situación crítica se caracteriza por la desidia, y diría un desprecio por los docentes y la educación pública. Mi interpretación es que la oligarquía chilena siempre ha comprendido que lo público es lo de descarte, probablemente porque ellos se han apropiado de los recursos de todos y creado sus propias estructuras.
¿Cómo explica la situación? El municipio es de los que más transferencias ha recibido del Mineduc.
Santiago recibe una cantidad importante de recursos del Estado por subvención. Tiene una base de matrícula grande, pero en los últimos años ha bajado de 40 mil a 30 mil y las planillas de salarios tienden a mantenerse o subir. Una prioridad es entender qué está pasando en lo financiero. Va a haber una auditoría importante, bien hecha. Un ejemplo: el municipio tiene una norma ISO, de procesos. Aquí, en esta dirección, y lo digo responsablemente, no hay procesos de nada. Las personas no saben lo que hace el de al lado.
¿Ha buscado respuestas de sus antecesores?
La crisis es anterior a Alessandri, anterior a Carolina Tohá. No es endosable solo a las alcaldías, tiene que ver con un modelo de abandono que convirtió al Mineduc en una caja pagadora, que se despreocupó de la idea de gestión educacional en los territorios y empezó a concebir las escuelas como si existieran solas. Lo terrible es que la gestión de Alessandri acentúa esa crisis y la lleva a niveles muy radicales y profundos.
En los últimos años varios colegios emblemáticos de Santiago han sido escenario de problemas, ¿cómo frenar esta dinámica?
Los sucesos que se articularon fueron muy fuertes durante 2018 y 2019. Lo circunscribiría a ese momento y a la lógica que se instaló desde el lado del municipio y del Mineduc con Cubillos a la cabeza: revisarles la mochila a los cabros, meter a los carabineros a las escuelas… Si se mira en perspectiva, creo que por algo se produjo el estallido. Ahí la autoridad, porque tiene más poder, tiene siempre la primera responsabilidad. ¿Cómo se evita eso? Escuchando antes, tratando de prever. Hay ciertos aspectos, sobre todo en los liceos de nuestra educación, que están un poco formateados a la antigua, que no dialogan con las dinámicas actuales de la juventud y ahí se produce un quiebre, que lo sufren también los profesores. Tengo cierta confianza de que vamos a poder retomar sobre otras bases, por lo menos esa es la disposición con la que llegamos.
Ha caído la matrícula, pero también los puntajes, ¿con qué proyecto se recupera la excelencia?
Ayer hablaba con una profesora de larga data en Santiago y me narraba que en algún momento dejó de haber una preocupación por los profes. El país entró, a mediados de la década del 2000, en una lógica de aplicar mediciones estandarizadas de manera intensiva, y creer que por esa vía se mejoraría la calidad de la educación fue un error. No es que la educación de Santiago haya bajado, aunque es probable que en algunos casos los cabros hayan aprendido menos cosas, sino que hay que hacerse la pregunta al revés: ¿Qué nos están diciendo estas nuevas generaciones respecto de lo que necesitan? Hay mucha gente que trabajó aquí que no valoraba lo que hace un docente, para qué decir los ministros del gobierno de Piñera. Si uno despercude eso que estuvo ninguneado y les da la posibilidad a esos docentes de desplegar sus capacidades, creo que rápidamente vamos a recuperar una educación más amable, de calidad, y también a recuperar la matrícula.
La alcaldesa ha dicho que Carabineros en los colegios es una provocación, ¿lo cree así?
Presentes adentro de los establecimientos por supuesto que es una provocación inaceptable. No es en vano que creo necesario refundar la policía en Chile y que se reconstruya sobre bases de legitimidad y reconocimiento por parte de todos.
¿Es partidario de realizar desalojos en caso de tomas?
Hay que evaluar cada cosa en su momento, pero pensamos que lo que hay que hacer es tomar medidas ex-ante, para evitar llegar a esos puntos de quiebre.
¿Se ha criminalizado a los estudiantes?
Con Alessandri todo el rato. Y eso genera un daño. Esta es una situación compleja, porque hay una cosa relacional. La educación y el derecho a ella es fundamentalmente construcción de comunidad, de lazos, y eso es lo relacional. Para que haya aprendizaje tiene que generarse un vínculo.
¿Y qué responsabilidad les cabe a los estudiantes?
Los jóvenes ciertamente tienen responsabilidades y es bueno que la tengan. Es bueno que se organicen, que tengan sus centros de alumnos, que planteen sus puntos. A eso hay que dejar de tenerle miedo. Tenemos una cultura heredada del miedo al diálogo, a lo conflictivo. Cuando lo cierras terminas generando que la cosa estalle. Con los jóvenes tenemos que generar mucho diálogo y progresivamente ir tratándolos como adultos en construcción.
¿Ha visto en autoridades de Educación -hoy usted lo es- la tentación de mantener cerrados por la pandemia los colegios problemáticos?
Esto hay que hacerlo bien y eso es dialogando, escuchando, siendo a veces un poco más flexible. Todos los establecimientos de Santiago dijeron al inicio del año escolar que en cualquier escenario ellos siempre iban a tener el modelo mixto. Y si uno lo ve hacia adelante, probablemente la solución no va a ser muy diferente. Vamos a tener que aprender con esta situación de distancia y al mismo tiempo generar espacios de presencialidad.
¿Este año? ¿Lo prevé pronto?
Vamos a trabajar para que las comunidades puedan decidir eso. Los niños, niñas y jóvenes necesitan espacios de encuentro con sus pares, dinámicas educativas que requieren de la presencialidad, lo tenemos sumamente claro. El tema es que eso no puede ser impuesto. Ese es un error endosable al ministro Figueroa, que durante el 2020, cuando tenía la oportunidad de hacer el diálogo, cerró las puertas y se generó con el Colegio de Profesores esta situación de blanco o negro.
¿Está de acuerdo con la acusación constitucional a Figueroa?
No me corresponde pronunciarme.
Su voto por Jadue
Ud. fue parte del gabinete de Nicolás Eyzaguirre (Mineduc) y empezó la ambiciosa reforma de Bachelet II. ¿Cómo ve que se ha materializado?
Aprendí mucho. El gobierno de la Presidenta Bachelet fue importante, ella tenía un diagnóstico acertado de lo que pasaba en el país. La reforma que se planteaba en Educación, la llamaría higiénica; la desmunicipalización también, que su sentido es crear un sistema profesionalizado.
¿Cómo ve su avance?
Me da risa, porque el ministro Figueroa nos decía que en los Servicios Locales de Educación Pública, que esa ley creó, ha sido mucho más fácil proceder con la vuelta a clases. Me pregunto entonces por qué la derecha defendió a brazo partido la idea de la municipalización de la educación. Para el nivel de complejidad que tiene una reforma de este tipo, lo único que ha hecho este gobierno ha sido torpedearla de manera sustancial. Con la ministra Cubillos fue realmente vergonzoso. Lamento mucho que la acusación constitucional contra ella no se haya aprobado, era absolutamente justificada. Ella mantuvo parado seis meses o más el concurso de Alta Dirección Pública, no se tomaban decisiones.
¿Sigue militando en el PC?
No lo hago desde el 2002.
¿Por qué?
Sentí en ese momento que el PC tenía una posición muy autorreferente, que había que abrirse a construir mayorías sociales y políticas, que es en lo que está hoy. La tremenda votación que tuvo Daniel Jadue refleja un cambio. Creo que fue importante el paso del PC por la Nueva Mayoría, aunque a algunos les moleste. Puede que no milite, pero sigo cercano a un mundo de izquierda amplio, Frente Amplio, Partido Socialista…, pero mi corazoncito está más cercano al PC, milité 15 años.
A Jadue lo conoció en la U. de Chile, fueron en la misma lista en la elección de la federación de 1996. ¿Votó por él o por Boric?
Por Jadue, pero me molestó un poco el último periodo de pulla. Me hubiera gustado que estuviera mejor asesorado, que hubiera potenciado aspectos positivos que tiene: gestión creativa, es un tipo tremendamente instruido, culto. Producto de una mala asesoría finalmente se terminaron potenciando aspectos... se peleaba con la periodista X. Creo que eso le jugó un poco en contra. Tengo mi fe puesta en Apruebo Dignidad, ahí está la esperanza de cambio para el país, de cambio bien hecho y con los procesos que sean necesarios. Todos tenemos que aprender un poco de lo que pasó el domingo. b