Sebastian Roché, sociólogo: “La muerte de Nahel se relaciona más con la discriminación policial en Francia”
A raíz de la muerte del adolescente de 17 años, a manos de un policía en los suburbios de París, distintas ciudades en Francia llevan noches enteras de disturbios, con colegios y alcaldías quemadas. Según el experto, “los controles de identidad se focalizan sobre todo en grupos étnicos minoritarios, y es un problema endémico” en ese país.
El vídeo es claro, y en redes sociales circuló como “contenido delicado”. En medio de un control a un auto amarillo el martes, un policía francés apunta con su pistola al conductor. Este último intenta huir, y alcanza a acelerar medio segundo cuando se escucha el disparo que le da muerte. De ahí, el vehículo avanza unos metros más, choca, y se detiene. Nahel M., de 17 años y de familia franco-argelina, murió a las horas a causa de la bala que cruzó su brazo y tórax.
La difusión de este video terminó por encender la violencia, principalmente en Nanterre, al noroeste de París, pero también en las periferias de las grandes ciudades de Francia: disturbios importantes se vivieron en Lyon, Marsella, Toulouse, Estrasburgo, Lille, y más urbes del país europeo.
Sebastian Roché es sociólogo, y ha estudiado las revueltas violentas y el problema de la discriminación policial en el “banlieue”, las periferias de las ciudades francesas, que se caracterizan por su fuerte concentración de población migrante y mayor pobreza que otros lugares del país. En entrevista con La Tercera, el experto de Sciences Po Grenoble analiza las últimas noches de disturbios en Francia.
Partiendo con la muerte de Nahel y sus repercusiones: ¿cómo ve los disturbios y manifestaciones que han tenido lugar estas últimas cuatro noches?
Acá, pasamos de la manifestación al disturbio. Normalmente llamamos manifestaciones al hecho de agruparse en un cortejo, una marcha organizada, expresando reivindicaciones, y lo que estamos viendo esta semana no es eso. Estamos frente a protestas, sí, la gente protesta, pero bajo la forma de disturbios, de una revuelta, que esencialmente se compone de actos que son ilegales. Tendrán sus motivos, tendrán razón, pero se trata de destrucción, de agresiones, de tirar piedras a la policía, y de incendios de edificios y vehículos.
Entonces, tenemos la forma clásica de revuelta: mucha destrucción. La cólera explota, pero no es organizada políticamente, ni tiene coordinación nacional. No hay, tampoco, fin político: es esencialmente la cólera que destruye todo a su paso, y entre eso, cosas que le ofrecen servicios a las personas que viven en las comunidades. Destruyen guarderías, colegios, las municipalidades.
El problema de la brutalidad policial estuvo presente también durante las recientes manifestaciones por la reforma de pensiones. ¿Se puede relacionar esta gran explosión con esas semanas?
Creo que hay más relación con la discriminación policial y los controles de identidad, que en Francia son un problema enorme y poco conocido. Los controles de identidad se focalizan sobre todo en grupos étnicos minoritarios, y es un problema endémico en Francia que encontramos en todas las ciudades, y no solo en el “banlieue” parisino. Hemos hecho estudios desde hace 15 años, tanto en París como Lyon, Marsella, Lille, Estrasburgo, y hemos visto que existe esta discriminación clara en todos estos centros urbanos.
Es muy, muy diferente al movimiento de las reformas de pensiones, porque en esas marchas tenemos una población más politizada, en los centros de las ciudades, que quemó basureros y poco más que eso. Y que protestan contra el hecho de que el Parlamento no votara una ley: un objetivo diferente, y el modo de acción era distinto. Fue una mezcla de protesta sindical, huelga, con marchas sindicales también.
¿Cómo se desarrollarán las revueltas, según usted?
Normalmente, las revueltas violentas no duran mucho. En 2005 estudiamos las revueltas, y vimos que en general duran entre tres a cinco días en cada uno de los puntos que es tocado. Ahora bien, si la revuelta se desplaza, sigue siendo un problema durante muchas semanas. Si las revueltas se quedaran en Nanterre, normalmente tendrían que durar máximo cinco días, así que si mi predicción es correcta, el fin de semana se acabarían.
El problema es lo que pasa si se transmiten a otras ciudades, que es lo que pasa. En cada una de las ciudades debería ocurrir este ciclo de cinco días, a veces cuatro, a veces seis. Será entonces un fenómeno de corta duración: ninguna revuelta dura para siempre.
Es como una fiebre que pasa en cada ciudad, y me imagino que hacer la revuelta exige mucha energía de quienes participan en ella…
Claro, los manifestantes terminan por cansarse porque, primero, no duermen en la noche, y lanzar proyectiles contra policía se hace durante dos noches, tres noches, cuatro, cinco, pero ya después se está cansado. Eso, el agotamiento.
Y lo otro es que, en general, una vez que ya destruyeron la alcaldía, el supermercado, a veces ni siquiera queda otra cosa a destruir. Se agota quien hace la revuelta, pero también se agotan los objetivos de ésta. Y en general esto último es lo que más explica este ciclo de cinco días de las revueltas.
¿Cómo ha reaccionado la clase política alrededor de la muerte de Nahel?
Creo que han reaccionado de una manera bastante mesurada. Creo que, desde ya, vieron el video. Al menos, cuando escuché al Presidente (Emmanuel) Macron, a la primera ministra, al ministro de Interior, escuché un tono muy moderado.
Comprendieron que estaban en una situación muy delicada, mala o muy mala.
Hubo un esfuerzo de comunicación, y el mismo fiscal acusó de homicidio voluntario al policía que mató a Nahel. Todas estas son señales políticas de apaciguamiento, aún cuando no se ve que funcionen mucho. Pero es lo que había que hacer, han hecho lo posible, y no se han equivocado de momento.
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