“Súper agradecido con el Presidente Gabriel Boric”, se declara Sergio Micco, académico de la Facultad de Gobierno de la U. de Chile y exdirector del INDH.
Igual agradecimiento expresa de su facultad, del Colegio de Abogados, del INDH y de otras figuras políticas que le brindaron su apoyo tras la funa de la que fue objeto el miércoles pasado.
Ese día, fue invitado a exponer al Congreso Estudiantil de la Facultad de Derecho de la misma U. de Chile, donde se habían abordado fenómenos como “la cultura de la cancelación” o “el populismo”.
Sin ir más lejos, Micco tenía que dar una charla sobre “movimientos radicales” y su impacto en la democracia. De hecho, la misma funa terminó siendo una suerte de “colmo” de aquella jornada de reflexión en una facultad que Micco conoce bien.
Entre 2004 y 2011 fue profesor en la Escuela de Derecho, donde impartía el curso República y Comunidad en Crisis, lo que -a su juicio- también puede resultar “cómico” por lo sucedido.
¿Usted supo antes de esta manifestación?
Sí. La noche anterior, las Juventudes Comunistas y Convergencia Social informaron a los organizadores que me iban a funar. En la mañana, me contacté con los organizadores y ellos querían que yo fuera igual. Y yo entendí que tenía que ir. Así que estaba advertido. ¿Qué hubiese pasado si yo digo que no voy? Efectivamente, ahí se produjo una censura previa.
El decano de la Facultad de Derecho, Pablo Ruiz-Tagle, dijo que usted no había sido censurado. ¿Hubo un intento de censura?
Sí, lo hubo. Lo que pasa es que yo no lo acepté. Porque si no voy, hubiera funcionado la censura.
¿Durante la charla tuvo algún inconveniente? La mayoría de las imágenes son de afuera.
Sí. El compromiso que habían adoptado las juventudes políticas con los organizadores es que no iba a haber protestas adentro. Pero cuando llegué, entraron y pegaron un papelógrafo bastante injurioso. Luego, un grupo de jóvenes con familiares de presos, cuando estábamos en la parte de las preguntas y cuando yo ya había anunciado que iba a dar las conclusiones, empezaron a gritar y a tirar panfletos. Las dos personas que habían sido asignadas por la escuela para ¡cuidarme! procedieron a sacar a estas personas que estaban gritando...
¿Forcejeos?
Sí, claro... los tuvieron que sacar.
¿Fue decisión de la facultad?
Claro, fue decisión de la facultad.
Entonces, ¿la charla fue interrumpida? Hubo algunas versiones que decían que pudo exponer relajadamente.
Yo hice una charla que fue interrumpida a gritos. La charla la desarrollo hasta las preguntas y ahí se produce el griterío. No pude terminar la charla. Hay un video del griterío adentro. Andaban dos personas conmigo, dos administrativos de la facultad. Estoy agradecido de ellos, quienes me dijeron que saliera por la puerta de atrás cuando me tenía que ir. ¿Por qué, les dije?
¿Tiene alguna explicación de por qué persiste una actitud agresiva contra su persona?
Porque no soy de la tribu. En la gente de izquierda partió un gran rechazo, porque siendo director del Instituto de DD.HH. hice declaraciones de que no había una política sistemática de ataque a la población civil. Luego dije que cuando tratas de sacar a un Presidente utilizando métodos inconstitucionales y, además, con actos de violencia, eso era un intento de golpe de Estado. El Partido Comunista presentó una querella criminal como encubridor de delitos de lesa humanidad.
Y la querella, ¿en qué está?
En nada. Mis abogados me han dicho que no ha pasado nada.
¿El momento más incómodo de la funa fue afuera?
El momento más fuerte fue adentro. Ahora, ya afuera, lo más grave es cuando yo les pregunto si quieren dialogar y ellos me dicen que no. Hay tres cuestiones súper complejas. Primero, la superioridad moral: usted es indigno para conversar con nosotros. Segundo, la arrogancia intelectual: usted no tiene nada que enseñarme a mí. Y tercero, el autoritarismo político: usted se tiene que ir de aquí. Como dijo el Colegio de Abogados, esos son futuros abogados. ¿Y si esas personas son jueces o fiscales, te das cuenta de la gravedad? Desde un punto de vista universitario, de civismo, de calidad de la esfera pública, es grave esa negación a dialogar.
Max Colodro posteó que esto viene desde la toma de 2009.
Esto es una situación que se viene arrastrando hace mucho tiempo y que en su forma más aguda es la funa. No soy el primero en sufrir esto, pero hay que pararla. Esto no puede continuar en la Universidad de Chile. ¿Cuánta gente dejó de hablar, dejó de ir a hacer clases, porque ya no se atreve a dar opiniones que van en contra del pensamiento único? Conozco a muchos profesores que me dicen: sabes, yo ya no voy a ir a hacer clases, o ese profesor que te manda un WhatsApp felicitándote, pero que no se atreve a dar su opinión, ni siquiera solidarizar contigo en público. Acá hay una autocensura muy profunda.
¿La reacción del decano, que ha sido cuestionada por pusilánime, tiene que ver con un temor a ser sometido a estas funas?
La explicación que tengo es que al decano no se le informó bien, porque la versión de la facultad es que yo hice la charla. En la cultura de la cancelación, hay un cancelador y un cancelado, pero hay otro actor que es la gente que está mirando lo que está ocurriendo. Esto fue un grupo minoritario, pero las minorías altamente organizadas pueden causar mucho daño en la democracia.