A la destacada filósofa estadounidense Susan Neiman, experta en la Ilustración, le pareció que era importante analizar el fenómeno “woke” (o llamado políticas de la identidad, aunque ella no usa el término), desde la izquierda (como ella ha sido toda su vida), para ayudar a aclarar este debate. Y, como dice, su libro Left is not Woke “tocó un nervio”, pues ha sido ampliamente debatido y, según cuenta, ya tiene peticiones de distintos países -de Chile, Brasil a Corea- para ser publicado pronto.
Nacida y criada en Atlanta, Georgia, durante el Movimiento por los Derechos Civiles, Neiman abandonó la escuela secundaria para unirse a los activistas que trabajaban por la paz y la justicia. Más tarde estudió filosofía en la Universidad de Harvard, obteniendo su Ph.D. bajo la dirección de John Rawls y Stanley Cavell. Fue profesora de filosofía en Yale y en 2000 asumió su cargo actual como directora del Foro Einstein en Potsdam. Es autora de nueve libros, traducidos a 15 idiomas, que han ganado, entre otros premios, el PEN Award. Desde Berlín, donde vive, conversa vía Zoom con La Tercera sobre la diferencia entre la izquierda tradicional y el movimiento “woke”, y su esperanza en la posibilidad de acordar un espacio común entre las izquierdas y los liberales, especialmente frente a lo que ella define como los dos riesgos mayores que hoy enfrenta la humanidad: el cambio climático y el auge del protofascismo.
Usted estaba trabajando en otro libro, pero de pronto sintió que este texto no podía esperar, que era urgente y necesario. ¿Por qué?
Mucha gente de diferentes países hablaba de lo alienados que se sentían de la llamada izquierda “woke” de hoy, y de cómo se sentían resignados y políticamente desconectados y más bien desesperados. Cuando salió el libro, primero en EE.UU., decía en mis charlas que partió con conversaciones que estoy segura que muchos han tenido en privado, en sus salas de estar, y todos asintieron y se rieron. Y creo que el problema es que todos estábamos confundidos, y yo misma estaba confundida.
¿En qué sentido?
Hay un dicho en alemán: “El corazón late a la izquierda”. Y es que las emociones de uno -si vienes de cierta tradición política- están del lado de la gente que está marginada y que ha sido oprimida. Pero había algo en lo “woke” que parecía extraño y me impuse la tarea, en una conferencia, de tratar de descubrir qué era eso, y por qué yo y muchas personas que conocía -que habían pasado sus vidas no solo siendo de izquierda y pensándola, sino siendo activistas-, que estaban incómodos con la dirección en la que habían ido las conversaciones durante los últimos cinco, cuatro años.
¿Qué pensó sobre el “woke”?
Decidí que el problema es que son emociones de izquierda, pero están basadas en una gran cantidad de teoría reaccionaria. Me pidieron que diera una gran conferencia pública en la Universidad de Cambridge y pensé: “Bueno, si me tiran tomates, porque Cambridge es muy ‘woke’, está bien, porque es solo una noche…”. Y para mi sorpresa, mucha gente, incluidos estudiantes que se habrían considerado parte de la llamada izquierda ‘woke’, me dijeron que ciertamente los hice pensar. Me dijeron: “Nunca habíamos escuchado una crítica desde la izquierda, escuchamos críticas desde la derecha, lo cual nos hacía más fuertes”. Luego, un editor me preguntó si quería hacer un libro corto a partir de esto. Y me alegro de haberlo hecho, obviamente tocó un nervio, porque incluso antes de que hayan salido grandes reseñas, ya ha sido comprado desde Brasil a Corea y un montón de lugares en el medio. Entonces, obviamente, esta es una discusión que las personas tienen en privado y debe ocurrir en público.
Siendo usted misma de izquierda, ¿no le preocupaba ser utilizada por la extrema derecha, que hace campaña contra lo que llaman ‘wokismo’, como Ron DeSantis en Estados Unidos?
Estaba preocupada por eso, varios amigos me dijeron: por favor, no uses la palabra ‘woke’, serás cooptada. Mi editor francés, que ha vendido muchos de mis libros, no quiere publicarlo… Pero yo hice un par de definiciones: en primer lugar, usé la palabra socialista en la primera página. Y me negué a aparecer en ciertos programas con ciertas personas; mi editor estadounidense dijo: sabemos que no vas a aparecer en Fox News, pero le dije que no voy a aparecer ni siquiera en shows de algunos liberales inteligentes y sarcásticos que se divierten mucho con los ataques al ‘woke’. Puedo aparecer y conversar con personas que no están de acuerdo conmigo, pero tiene que ser de una manera seria, tampoco puede ser la derecha tratando de instrumentalizar lo que estoy diciendo. Y, de hecho, no ha sucedido. Hay una reseña de un medio de derecha que decía: “Bueno, tienes que pasar por muchas tonterías de izquierda para llegar al punto, pero tiene un par de buenas ideas”.
¿Cuál era su preocupación?
El problema es que, digámoslo, la derecha protofascista está surgiendo en todo el mundo. Está en los gobiernos de India, de Israel, ni hablemos de Rusia. En este momento, el partido de derecha en Alemania ocupa el segundo lugar en las encuestas con un 20%, lo cual es terrible, y Le Pen en Francia está mejor en las encuestas que Macron. Así es que es un problema internacional el que la derecha, sin duda, está instrumentalizando la molestia de todos por el ‘woke’, para decir que cualquier intento de luchar contra el racismo y el sexismo es terrible, y que “necesitamos volver a los viejos tiempos... para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande” o lo que sea. Están instrumentalizando eso, pero funciona, especialmente con personas que no tienen una base sólida de izquierda, porque están molestos por varios excesos del ‘woke’. Y no creo que lo que haya que hacer es tener miedo de tocar el tema por la preocupación de ser instrumentalizado por la derecha. Precisamente porque la derecha está subiendo, tenemos que hablar de esto.
Usted sostiene que el wokismo es reaccionario y ni progresista ni de izquierda. ¿Cómo puede ser reaccionario un movimiento que está luchando por personas que han sido discriminadas por género, raza o clase?
Déjame partir por expresar la forma en que defino tres cosas: ser liberal, ser de izquierda y ser ‘woke’. Y, por cierto, ante la amenaza del fascismo en ascenso, quiero una carpa lo más grande posible, quiero hablar tanto a los liberales como a la izquierda. Hay tres principios que creo que son esenciales para los liberales y los izquierdistas, y que los ‘woke’ rechazan. Uno es el universalismo y no el tribalismo. Por supuesto que creo en el pluralismo cultural; no creo en esta caricatura de que si crees en el universalismo o crees en la ilustración quieres que todos sean iguales, eso es ridículo, no es así. Pero creo que lo más importante políticamente son las cosas que nos unen, no las diferencias culturales. Y el ‘woke’ se centra en las identidades tribales. Ese es un primer principio común a todos los que son liberales o de izquierda: creer que lo que nos hace humanos es más fundamental que las diferencias culturales, y esa es la base de los derechos humanos.
¿Cuál es la segunda diferencia?
La segunda diferencia es que los liberales y los izquierdistas creen en una distinción principal entre poder y justicia. Si bien no siempre se puede hacer esa distinción en la práctica, porque a menudo se entrelazan, pero en principio, la revolución que ocurrió a partir del siglo XVIII, partes del siglo XVII, estableció que todos tienen el mismo derecho a un juicio justo, y que no puedes simplemente salirte con la tuya porque eres más fuerte o tienes más estatus social que tu vecino. Y pensadores como Foucault -quien ha sido una figura de enorme influencia para los ‘woke’ y los poscoloniales- (dicen): “Nah, todas esas distinciones son hipócritas. Cualquier intento de reclamar justicia es hipócrita, y lo que realmente cuenta es el poder. Hay el poder de las clases trabajadoras, o el poder de mi tribu”. Y esa es una gran distinción.
¿Qué más es común a liberales e izquierdistas y no a los ‘woke’?
La creencia en la posibilidad de progreso. No en la inevitabilidad del progreso, sino en la posibilidad. Siempre se lo caricaturiza como algo inevitable, y luego la gente dice: bueno, mira Auschwitz, mira Stalin, mira el cambio climático. Y no es eso, (pero) recordemos cómo eran las cosas antes de la Ilustración, donde los conservadores básicamente pensaban -si miras la historia- que todo era un largo y lento descenso desde una edad dorada, que podría mejorar en el cielo, o cuando viniera el Mesías. No pensaban que el progreso era algo que las personas podían lograr trabajando juntas. Los ‘woke’ piensan, y en general creen, y tratan de hacer progreso contra el racismo y el sexismo, pero las teorías en las que basan su trabajo no creen en la posibilidad de progreso.
¿Por qué?
Estoy pensando principalmente en Foucault, el teórico más leído de la teoría poscolonial, y no es necesario haber estudiado sus textos para tomar esas ideas, pues han llegado a la corriente del agua. Sus supuestos están por todas partes, y ahora todo el mundo piensa cosas como que la gente solo actúa -en el fondo- de acuerdo con su propio interés. O que cada paso adelante que creemos que es un progreso, en realidad tiene un costo oculto que lo empeora. Ese es Foucault, que por supuesto es mucho más complejo que eso, pero lo que se pone en la corriente de agua es así. Y aquello hace que la gente sea extraordinariamente pesimista sobre la posibilidad de progreso. Y escuchas cosas en Estados Unidos como que nada ha mejorado desde la época de la esclavitud; en Alemania escucharás cosas como que todavía somos un país racista antisemita y que nada ha cambiado. Lo siento, pero si no ven cómo el progreso ha ido paso a paso en la historia, nunca podrán hacer más. Estos son los tres principios filosóficos que distinguen a los izquierdistas y liberales de los ‘woke’.
¿Cuál es la diferencia entre liberales e izquierdistas?
La creencia (de la izquierda) de que ciertos derechos, como tener condiciones de trabajo justas, atención médica, educación, acceso a la cultura, son derechos sociales y no beneficios y no privilegios. Que para tener derechos políticos necesitas una base material. Este es un punto socialista que los distingue de los liberales. Creo que la mayoría de las personas ‘woke’ estarían de acuerdo en que necesitamos derechos sociales y la mayoría de los liberales no, pero está bien. Creo que esa es una diferencia con la que podemos vivir, y no es necesario ser marxista para creer que los derechos sociales son, en realidad, derechos. Estos están codificados en la declaración de derechos humanos de Naciones Unidas que todos los países que entonces pertenecían, en 1948, aceptaron al menos como una meta por la cual luchar.
Termina su libro diciendo que la izquierda se está enfocando en el adversario equivocado. Y elabora sobre lo que pasó en 1933, con el ascenso del fascismo, en que la izquierda no estaba unida.
No veo mi rol como el de dar consejos políticos, (aunque) lo hago en algunas situaciones, pero te diré esto: hay una esperanza y, ahora mismo, es más que una esperanza. El mundo se enfrenta a dos crisis realmente graves. La última semana ha sido la semana más calurosa en la historia del mundo y los científicos del clima se están volviendo locos. Este es un problema que solo puede resolverse universalmente, no puede ser resuelto por el nacionalismo. Faltan cuatro minutos para la medianoche, tal vez ya sean dos minutos para la medianoche; tengo una esperanza de que la gente vea eso. El otro peligro que surge en la mayor parte del mundo es la amenaza real del fascismo, y deberíamos llamarlo por su nombre: no es populismo o autoritarismo, es proto fascismo. Cuando la gente en muchos países comienza a atacar a las noticias independientes y a los tribunales independientes y encarcelan o matan a sus opositores... ¿De qué estamos hablando? Y el fascismo es necesariamente nacionalista, necesariamente tribalista. Entonces, si la gente pudiera comenzar a ver que todos estamos realmente en peligro por esas dos crisis, si nos enfocamos en eso, creo que tenemos una oportunidad.