Tatiana Tibuleac, escritora moldava: “La mayor monstruosidad de la guerra es que no hacemos nada”
Desde París, esta narradora sigue con gran preocupación el curso de la guerra, ya que su familia y amigos se encuentran en Moldavia, que podría estar en la mira de Rusia. “Una guerra es tuya no cuando sucede en tu casa, sino cuando sucede en tu corazón”, dice.
No cree que sus novelas sean tristes. O, al menos, que sean “solo” tristes. A pesar de que en una trata el avance de un cáncer terminal y en otra la infancia esclava de una huérfana. Defiende que, aparte, describen una época, una atmósfera y unos sentimientos universales. Tatiana Tibuleac (nacida en Chisinau, la capital de Moldavia, en 1978) obtuvo un gran éxito de crítica y ventas con El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, publicado en 2016. Con El jardín de vidrio (2019), repitió esa narración oscura tintada con aires de fábula. En ambas sobrevuelan cuestiones como las raíces, la identidad o las (a veces) espinosas relaciones personales.
Asuntos que actualmente toman mayor relieve en su vida desde la invasión de Rusia a Ucrania. Por culpa de esta guerra, Tibuleac sufre un desasosiego constante. No sabe qué ocurrirá en su país, donde aún viven familiares y amigos. Y sigue con preocupación el día a día desde su residencia parisina, donde se le ha alterado hasta su rutina en el ejercicio literario. Le inquieta el futuro inmediato de Moldavia -con la amenaza de una invasión rusa o la “anormalidad " de Transnistria, una “república independiente” afín al Kremlin pero no reconocida internacionalmente- y lamenta el continuo éxodo de ucranianos, que ya supera los cinco millones. La autora, hija de periodistas, responde a La Tercera desde la capital de Francia, justo después de celebrar una extraña pascua ortodoxa.
Dadas las circunstancias actuales, lo primero es saber ¿cómo se encuentra y cómo está siguiendo lo que ocurre?
Una guerra es tuya no cuando sucede en tu casa, sino cuando sucede en tu corazón. Pasé toda mi infancia y adolescencia a la sombra de las historias de la Segunda Guerra Mundial. Creí que mi generación nació y morirá “en paz”. Pero ahora también tenemos nuestra guerra, una guerra cínica y monstruosa, especialmente porque está ocurriendo en tiempos en los que deberíamos haber aprendido nuestras lecciones del pasado.
¿Cómo lo está viviendo su familia o seres queridos?
Mi madre está en Chisinau y, por supuesto, la guerra se siente y se escucha de manera diferente que en París. Pueden olerlo, oírlo. La mayor monstruosidad para mí es que lo estamos viendo como una película de terror, y no hacemos nada.
¿Esperaba algo así en 2022?
Mentiría si dijera que no lo esperábamos en absoluto. Después de la caída de la URSS, los nacidos en esa parte del mundo siempre vivieron con la idea de que Rusia algún día querría reconstruir su imperio. La influencia rusa siempre ha estado presente hasta cierto punto, especialmente en Estados pequeños como la República de Moldavia. Pero incluso en los escenarios más oscuros, no pensamos que sucedería una guerra entre Rusia y Ucrania. Creo que nos negamos a creerlo hasta el último momento.
¿Cómo ha cambiado su vida en apenas dos meses?
Han cambiado muchas cosas: amistades, acciones, lealtades. El mundo cambió. Esta guerra no se trata solo de ucranianos o de la geografía oriental. Habrá un reinicio de valores, definitivamente. Mi vida ha cambiado estas semanas desde el contacto directo con los refugiados. Comunicarme con estas personas me ha hecho conectar con el pasado de mi familia de una manera que nunca esperé. A través de sus historias pude entender mejor la deportación de mis propios abuelos a Siberia. El hecho de que ellos también tuvieran que salir una noche de su casa, a toda prisa, e ir a lugares donde nadie los quería… Me paraliza ver a toda esta gente viniendo aquí con una pequeña bolsa, me conmueve ver los objetos que han elegido: libros, cuadros, un sombrero favorito o una flauta, aros de mamá, un ícono. Algunos de ellos necesitan ayuda concreta: traducciones, visas, inhaladores o juguetes para los niños que no pueden dormir de otra manera. La sensación de que estás molestando, de que estás comiendo el pan de los demás, de que en cierto modo es tu culpa que estés aquí, es devastadora. Algunos de los refugiados que conocí ya decidieron regresar a Ucrania. Pero la mayoría decidió quedarse. Quedarse no en un solo lugar, sino con su gente.
¿Cuál es el papel que juega Moldavia en la guerra de Ucrania? ¿Tiene una coyuntura especial, con la presencia de Transnistria y el hecho de que no pertenece a la UE?
Transnistria es la herida de la región, no solo de Moldavia. No tiene sentido tratarlo como territorio moldavo, porque solo lo es en el papel. Con munición rusa que no ha sido evacuada, con una población adoctrinada por la propaganda rusa, es un enclave ruso. Decirlo en voz alta hace que sea un poco más fácil de entender. Pero volvamos a Moldavia y su papel en esta guerra: ha sido ejemplar en su acogida de refugiados ucranianos. Es el país que ha recibido el mayor número en términos de población siendo el más pobre de Europa. Admito que siempre me ha molestado la ferocidad con la que la prensa internacional escribe constantemente sobre Moldavia en términos de pobreza. Por primera vez, los titulares han cambiado.
¿Hay miedo de una invasión?
Sí, por supuesto, pero no sucederá lo mismo que en Ucrania. Moldavia es un país pequeño y al menos un tercio de su población adulta está en el extranjero. El Ejército es casi inexistente, luego hay que pensar en aquellos que no solo no lucharían, sino que también agradecerían una ocupación rusa. No habría guerra en Moldavia, solo ocupación. Tal vez ese sea mi miedo.
Comenta que la suya fue una generación entre dos sistemas. ¿Qué significa el arraigo a una determinada cultura o idiosincrasia?
En El jardín de vidrio llamé “generación intermedia” a aquellas personas que se formaron en dos culturas, que vivieron en la encrucijada de regímenes, que vieron el mismo idioma llamado con diferentes nombres y escrito en diferentes alfabetos. Yo soy parte. A veces es una ventaja, pero suele ser una carga. La mayoría de nosotros no tenemos el sentimiento de pertenencia. Y, para algunos, entender quiénes son se vuelve más importante que averiguar cómo son. Ahora, después de esta guerra, esta búsqueda de identidad será aún más difícil. ¿Cómo se hará esta dolorosa, pero tan necesaria, separación entre una lengua y un régimen político?
¿Cómo recuerda la vida en Chisinau y cómo ve su evolución?
Yo era joven, así que todo era hermoso. ¿Quién dirá que su infancia no fue buena? La Chisinau soviética y la Chisinau actual son ciudades diferentes. En el pasado, fue la capital de una república agraria, con pueblos desarrollados y muchos centros de producción. Su papel, además del político, era más bien cultural. Ahora es la capital de un pequeño país independiente donde la migración tiene tasas muy altas. Además de cierto encanto, especialmente en primavera y otoño, Chisinau es una ciudad de contrastes: casas de lujo cerca de viejos edificios soviéticos en mal estado; restaurantes y clubes nocturnos a precios europeos junto con ancianos que venden sus pertenencias en las calles; pensiones por debajo de los 100 dólares mensuales y adolescentes conduciendo últimos modelos de autos de lujo.
Se intuye una cierta grisura en las novelas, de ausencia de progreso, de existencias programadas bajo el peso de la URSS. ¿Se ha modificado? ¿Cunde la nostalgia por aquel periodo, viendo que no se ha mejorado?
Rara vez la nostalgia es un anhelo por un régimen político, pero los políticos a menudo la usaron para su beneficio. En el espacio exsoviético, la nostalgia siempre ha sido un arma de manipulación. Lo que realmente significa extrañar a la URSS, ¿es el anhelo de cierta estabilidad laboral, sobre todo en la juventud, o de la salud y la educación gratuita, en términos de servicios? No olvidemos que en paralelo había un mundo feo: crímenes de odio, denuncias, deportaciones, desnacionalizaciones. No podemos señalar una cosa sin recordar la otra.
Sus novelas tienen un carácter duro, triste. ¿Cuánto hay de biografía o experiencias personales?
No los veo como libros tristes o, mejor dicho, no solo como libros tristes. El jardín de vidrio tiene mucha historia. Describe uno de los períodos más turbulentos de Moldavia: el colapso de la URSS, la perestroika, la glasnost, la explosión de Chernobyl; localmente, la guerra de Transnistria, la independencia, la transición a otro alfabeto. En esos 10 años descritos en el libro, tuvimos suficientes eventos para cubrir 50. Y cuando las cosas suceden tan rápido, alguna tragedia es inevitable. En cuanto al Verano, es un libro lleno de miedos codificados. Triste, sí, pero también lleno de esperanza. O al menos me gustaría verlo de esta manera.
En la novela, a pesar de esos años de plomo, se muestran pasajes de alegría. ¿Puede la infancia superar la desdicha?
La infancia puede superarlo todo, pero solo por un tiempo. En la infancia, nuestro sistema de conservación es el más fuerte. A menudo nos preguntamos cómo los niños son tan resistentes a las cosas que los adultos encuentran difíciles de digerir. La verdad es que nada de lo que sucede en la infancia desaparece. Todo se metaboliza, se deja de lado, hasta que regresa con una fuerza destructiva. En El verano… hablo de la importancia del amor en la infancia y de lo difícil que es para un niño que no fue amado por sus padres amar a su vez. Lo mismo sucede con el trauma: la violencia, el abuso, la humillación, todo permanece en nosotros y se convierte en parte de nuestro código genético si no se elimina a tiempo.
Regresando al drama de los refugiados. ¿Qué supondrá este éxodo masivo tanto para Europa como para Moldavia?
Para Moldavia no significará mucho. Ucrania está más desarrollada que Moldavia, los ucranianos no tienen motivos para quedarse allí después de la guerra. Europa es diferente, pero no tanto. Necesitamos entender una cosa: el término refugiados no describe una masa homogénea. Solo tienen una cosa en común: todos huyen de la guerra. Aquí terminan las similitudes. Me he estado comunicando con refugiados ucranianos en París casi a diario desde el comienzo de la guerra y algunos solo pasarán una temporada en Europa y otros intentarán quedarse. Pero no todos son pobres, no todos soñaban con llegar a Europa a toda costa. La gran mayoría de los refugiados ucranianos son mujeres y niños, los hombres no pudieron salir. La migración suele funcionar al revés. Los hombres emigran en busca de trabajo, luego les siguen las mujeres y los niños. Es demasiado pronto para hablar de un éxodo a Europa. Depende de muchos factores, principalmente de cómo de rápido se reconstruya Ucrania y su economía. Y, por supuesto, primero tiene que acabar la guerra.
¿Qué historia le gustaría contar ahora? ¿Influye la guerra?
Todo fue alterado por la guerra. Todo. De ahora en adelante, tendremos que tejer la guerra en nuestras vidas de ahora en adelante por muchos años.
Y haciendo un complicado ejercicio de anticipación: ¿Cómo piensa que acabará esta guerra y la figura de Putin?
Espero que la figura de Putin termine antes de la guerra, pero más aún espero que Putin no sea revivido de otra forma, con otro nombre.
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