Internos en pandemia: aprender bajo presión

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FOTOS: PABLO SANHUEZA.

Tras la primera línea de la salud hay un grupo que ha tenido menos visibilidad y que también ha combatido la emergencia sanitaria: los practicantes de las universidades en centros clínicos. Aquí, tres historias de alumnos de la Universidad Andrés Bello en la Clínica Indisa y dos de sus académicos develan cómo ha sido este último año para ellos, en medio del Covid-19.



El tono amable y expresivo del anestesista venezolano Alexis Mosquera (31) cede. Un nubarrón se cruza en su voz, como si vinieran a la memoria los días más duros de una guerra, el símil más gráfico para comprender los alcances de esta crisis global que ha alterado el curso de la Humanidad por el Covid-19. “No me había tocado nunca ver morir a tanta gente, como fue en mayo y junio del año pasado. Emocionalmente eso afecta”, reconoce. Las estadísticas de aquel periodo son abrumadoras, cuando el 40.5% de las muertes en el país fueron causadas por la pandemia.

Mosquera vive en Chile desde 2018 junto a su esposa y desde hace un par de años trabaja en la clínica Indisa. Como estudiante de postgrado de la Universidad Andrés Bello (UNAB) y practicante en el establecimiento médico por el acuerdo de ambas instituciones, ha experimentado el trabajo en periodo normal y luego bajo esta enfermedad que ha afectado a 153 millones de personas en el planeta, cobrando 3.2 millones de vidas. “Es la parte que más te toca”, insiste él, testigo de una espiral descendente de pacientes que arriban con algunas dificultades respiratorias para caer en rápido deterioro, hasta llegar el momento de hablar a la familia con total incertidumbre antes del intubamiento, “y te la juegas con todo un equipo y el desenlace no es el que queremos”.

Mosquera vuelve a quedarse en silencio. Sabe lo que es padecer el virus. A pesar de los estrictos protocolos aplicados en la clínica Indisa para proteger a sus funcionarios, un cambio radical de estándares, contrajo el Covid-19 en diciembre pasado. “Perdí el gusto, el olfato, sufrí dolores de cabeza y musculares, pero bien. Ya recuperé mis sentidos, pero el gusto y el olfato tardaron un par de meses”, relata.

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El acuerdo entre la UNAB y la clínica Indisa se remonta a 2007 para los estudiantes de salud de pregrado, hasta que en 2015 se extendió al postgrado, formando especialistas en medicina interna, urgencia, imagenología, anestesia y cirugía.

El acuerdo entre la UNAB y la clínica Indisa se remonta a 2007 para los estudiantes de pregrado en las carreras de medicina, enfermería, kinesiología, nutrición y dietética, terapia ocupacional y fonoaudiología, hasta que en 2015 se extendió al postgrado, formando especialistas en medicina interna, urgencia, imagenología, anestesia y cirugía. Al año pasan por Indisa 1.400 estudiantes de la Andrés Bello y, además, en conjunto han realizado diversas investigaciones, como la de testear la tasa de contagio y portación asintomática en el personal de salud, en enero pasado.

El Covid-19 alteró las prácticas profesionales -el periodo “interno” para los estudiantes-, lo cual exigió adaptarse a la emergencia sanitaria. “Hay un cambio en el tipo de paciente”, observa el doctor Sebastián Ugarte, jefe de la Unidad de Pacientes Críticos de la clínica Indisa y director del programa de Especialización de Medicina Intensiva de la Universidad Andrés Bello, sobre la predominancia de enfermos con coronavirus. Hasta hoy la enfermedad implica gran esfuerzo del establecimiento con 140 pacientes hospitalizados con ventilador, el mayor número en Chile.

Trabajo colaborativo

Si hay un profesional de la salud que ha ganado reconocimiento mediático durante el último año, explicando a la población con base científica qué sucede con esta enfermedad, es el doctor Ugarte. En el escenario público, donde caben los argumentos de negacionistas y teóricos conspirativos, sus explicaciones son un cable a tierra.

A pesar de la envergadura de la crisis sanitaria y la sobrecarga laboral para el personal de la salud, en el caso del convenio entre ambas instituciones el doctor Ugarte atesora el desafío de un momento único en la historia. “Ha sido una oportunidad de ganar experiencia de atención en condiciones especiales y de pacientes de cierta gravedad que los estudiantes de pre y postgrado valoran mucho. La posibilidad de participar más de cerca de todo el proceso de atención en pacientes que tienen una serie de complejidades, les da oportunidades no solo de servir a los enfermos sino también de adquirir experiencia y ver situaciones clínicas diferentes”.

El doctor Ugarte cuenta que la pandemia obligó a multiplicar las camas críticas en tiempo récord. “Eso rara vez ocurre”, apunta, como a la vez destaca que en el futuro cualquier otra situación que exija flexibilidad y reacción inmediata redundará en una mejor respuesta. “Todo es conocimiento”, sintetiza. Asume el desgaste y el cansancio, pero también cree que estamos en una curva de control gradual de esta epidemia.

“Ha sido una experiencia diferente y enriquecedora, pero no exenta de angustia, porque trabajar en primera línea siempre produce estrés”, observa el doctor Gonzalo Campaña, Coordinador del Servicio de Procedimientos Ambulatorios y Campus Clínico UNAB. El mayor cambio implicó adaptar telemáticamente algunos periodos de la labor de los estudiantes, “pero se sumaron rápidamente a las actividades presenciales entendiendo que toda ayuda suma”.

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El doctor Ugarte cuenta que la pandemia obligó a multiplicar las camas críticas en tiempo récord. “Eso rara vez ocurre”, apunta.

A pesar de la dura experiencia contenida en esta crisis sanitaria mundial, el doctor Campaña se queda con los avances médicos y el trabajo en equipo involucrando a los alumnos en etapa práctica. “Guerras y pandemias nos entregan la posibilidad de comprender fenómenos nuevos en que la ciencia avanza, motivos más que suficientes para que los estudiantes de la salud no queden al margen. Deben aprovechar la oportunidad de aprender el manejo en tiempos de desastres. Clínica Indisa es el campo clínico más importante de la UNAB en la atención de pacientes Covid. Todos salen favorecidos de este trabajo colaborativo, el apoyo al equipo de salud, los estudiantes aprendiendo el manejo en crisis y, por supuesto, los propios pacientes”.

La hora de la batalla

Almendra Henríquez (27) fue interna de UNAB en 2020 y atendió pacientes con coronavirus durante dos meses en Indisa. El costo de ese periodo fue abandonar la casa de sus papás para irse a vivir con una amiga y así no arriesgar a la familia. “Fue difícil no estar juntos. Pero cuando veía pacientes, pensaba en ellos y en no contagiarlos”, recalca.

El sacrificio personal tuvo una recompensa: quedó contratada en la unidad médico quirúrgico. “Estoy orgullosa y feliz, porque esta clínica es una de las mejores en Chile en el tema Covid. Todo es nuevo para nosotros y hemos tenido que estudiar constantemente”.

Henríquez admite que como flamante médico no cuenta con suficiente experiencia en un cargo que implica tomar decisiones. “Tengo mucho apoyo de las enfermeras, tens, kinesiólogos y auxiliares. Cualquier duda converso con la enfermera y el kine. Cuando me sobrepasa, hacemos interconsultas a otros médicos. Me ha tocado buena ayuda”, resume.

“Chuta, vamos al Covid”, fue lo primero que pensó Alexandra Feddersen (26) como soldado asumiendo la hora de la batalla. Alumna UNAB en el internado de medicina interna tras pasar por cirugía, pediatría y ginecología, califica como “difícil” este periodo, debido a las restricciones. “Generalmente tenemos cuatro meses de práctica con turnos, pero debido al Covid no se pudo hacer porque los campos clínicos se vieron colapsados, y los profesionales tenían que enfocarse al Covid”, advierte.

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Almendra Henríquez (27) fue interna de UNAB en 2020 y atendió pacientes con coronavirus durante dos meses en Indisa. El costo de ese periodo fue abandonar la casa de sus papás para irse a vivir con una amiga y así no arriesgar a la familia.

Feddersen considera que tuvo suerte, porque “pude realizar la rotación en Indisa como apoyo Covid el año pasado por dos meses”. Sabe que en un periodo normal, la labor habría sido más relajada, en cambio ahora el desafío resulta constante por las complejidades propias del coronavirus.

A más de un año del inicio de las cuarentenas y las consecuencias en toda actividad humana por esta crisis sanitaria, Alexandra Feddersen reflexiona sobre las ventajas y complejidades de ser interna en esta época excepcional: “Tuvo sus pros y contras en cuanto a la formación profesional. Disminuyeron las prácticas clínicas, pero nos ha servido para prepararnos ante situaciones excepcionales. Cuando esto partió, la mayoría no estaba preparado, porque no se conocía. Nosotros vamos a salir sabiendo cómo trabajar con Covid, qué hacer con pacientes así”.

Además, ella valora la experiencia de trabajar bajo presión en compañía de distintos profesionales: “En salud perteneces a un equipo donde están las enfermeras, los kines, los tens, las terapias ocupacionales, fonoaudiólogas, todos ellos. Entonces es muy importante aprender y saber trabajar con todos”.

De esta salimos

En su condición de alumno de postgrado UNAB, Alexis Mosquera ha experimentado con intensidad la pandemia. Pasó de ver cara a cara a los pacientes y conversar con ellos, a estar protegido con todos los elementos requeridos para evitar contagios. “Eso crea una barrera”, apunta, “porque cuando uno entra a la habitación, sonríes y tratas de hacer un poquitito de empatía con el paciente, que se sienta más cómodo. Pero en el contexto del Covid eso se modificó completamente”. Aún así, el esfuerzo de Mosquera se concentró en transmitir ánimo a los enfermos ante la incertidumbre.

“En esta pandemia, la parte humana del médico jamás se debe perder”, opina Almendra Henríquez. “Hay pacientes que no tienen con quien hablar y en general tienen miedo y ahí uno debe contenerlos. La gente está tan asustada porque no sabe si van a mejorar, todo es muy incierto. No cuesta nada darse un tiempito para hablar, ver cómo están”, añade.

Para Mosquera, el desgaste laboral ha sido fuerte por la alteración de turnos y la adaptación de las distintas unidades de Indisa a la pandemia. La presencia de la muerte en los meses más duros de 2020 pasa una factura emocional, pero se compensa con los gestos de quienes se libraron de la muerte. Él lo grafica así: “Un paciente me mandó a llamar y me dio las gracias a mi y todo el equipo. Me dijo que siguiéramos adelante, que el país nos necesitaba, que hiciéramos el mismo esfuerzo que tuvimos con él, con todos. Que de esta salimos. Te digo sinceramente, esas palabras fueron una recarga de energía maravillosa”.

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