María Palma: matriarca del circo chileno

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A sus 94 años, María Palma es considerada la matriarca del circo chileno, ya que desde que tenía 10 años vive de cerca del arte itinerante.

A los 94 años, es un testimonio viviente de la tradición circense nacional. Una mujer que le dedicó todo su tiempo al circo, y que junto a su esposo, José González Castro, dieron vida a uno de los clanes artísticos más emblemáticos del espectáculo chileno: la Familia González. Acá parte de su historia.



“Cuando una se acuerda de la vida circense, puta que baja la nostalgia y me dan ganas de estar ahí… El circo tira siempre”, dice María Palma con su voz ronca, pero cálida. Al otro lado del teléfono se escucha un televisor prendido y la voz de su hija Marina González (70).

A sus 94 años, tiene una buena salud que le ha permitido recibir el cariño de quienes honran su trabajo. La “matriarca” del circo chileno –como es conocida– vive actualmente en su parcela de Santa Rosa, en la comuna de La Granja. Allí pasa los días con su hija, que la cuida desde que murió su esposo José Liborio González Castro. Junto a él construyeron con trabajo y dedicación, la historia de la gran Familia Gonzalez, considerada patrimonio viviente de nuestro país.

La vida circense de esta artista comenzó a los diez años. Su experiencia la traspasó a sus diez hijos y numerosos nietos. Sus inicios fueron en el circo ‘Estrellas de Fieras’ que pertenecía a su madre Luisa Palma y a su padrastro Joaquín Maluenda. Bajo esa carpa, María Palma realizaba actos de contorsión y baile.

“Yo me colgaba del pelo y no me daba miedo porque estaba acostumbrada. También me colgaba de los dientes, pero poquito porque como soy corta de cuello era complicado”, recuerda María Palma, en un documental realizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, para homenajear la trayectoria de esta mujer creadora.

Su encanto y talento eran reconocidos en la década del 40. Sus números circenses eran esperados y aclamados en cada gira que realizaban a lo largo de Chile. Fue así como en una de sus presentaciones, un payaso y músico que andaba de circo en circo, al verla se enamoró de ella a primera vista. Ese es el comienzo de la historia de amor entre María Palma y José Liborio González Castro, más conocido como el ‘Payaso Cascabelito’, que era el número que hacía José en su circo.

Una relación que iniciaron cuando ella tenía 20 años y José González, 18. Ambos compartían la pasión por el espectáculo, y en medio de ese ambiente, decidieron forjar una carrera artística. Tomaron una decisión y se escaparon juntos. Comenzaron a trabajar en otro circo en el que vivieron en un camarín pequeño y pobre. En ese lugar, María Palma perdió a su primera hija, que llevaría por nombre María Eugenia.

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Su encanto y talento eran reconocidos en la década del 40. Sus números circenses eran esperados y aclamados en cada gira que realizaban a lo largo de Chile.

“Guadalajara” y la familia

Pero ese duro comienzo no impidió que la pareja levantara el circo ‘Guadalajara’, el primer eslabón de lo que sería más tarde la familia González. José González le enseñaba a sus diez hijos piruetas que veía en películas de circo internacionales. Ensayaban una y otra vez, y en el descanso los educaba con el silabario. En ese ambiente nacieron y crecieron Marina, José, Nubia, Soledad, Omar, Javi, Elías, Cecilia, Alex y Moisés.

Era una vida sacrificada. Debían preocuparse de sus hijos y educación. Y también del circo, sus trabajadores y de las giras a lo largo de Chile. Joaquín Maluenda, yerno de María Palma (Tachuela Grande) y dueño junto a Nubia González del reconocido circo Los Tachuelas, lo explica así: “Siempre vi a mi suegra haciendo de todo en el circo. Sino estaba en el espectáculo, estaba en la boletería. Recuerdo una vez que andábamos de gira en Ovalle y quisieron asaltarnos, y ella salió valientemente a defender la carpa. Ella estaba en todas”.

La “matriarca” criaba a sus hijos, ensayaba y hacia shows con ellos. Además acogía a pequeños artistas que llegaban a su carpa en busca de oportunidades de trabajo. Muchos de ellos son artistas internacionales que hoy agradecen a la distancia el amor y las enseñanzas que María Palma les entregó. “Yo me he encontrado con algunos artistas circenses en Brasil que me dicen que se mueren de ganas de venir a visitarla. La sienten como su madre”, cuenta Joaquín Maluenda.

De los diez hijos de María y José, ocho formaron sus propios circos. José González, payaso remolino, continúo con el circo ‘Guadalajara’; Javi, el circo de los ‘Hermanos González’; Elías, el ‘Panamericano’; Moisés se convirtió en el socio de ‘Gigantes de México’; Omar, ’ El Global Circo’; Nubia, ‘Los Tachuelas’; Soledad, el ‘El Tony Gallito’; y Marina, ‘Los Hermanos Palma’.

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De los diez hijos de María y José, ocho formaron sus propios circos.

Después de más de cincuenta años de trayectoria y trabajo, la pareja decidió descansar en su casa de Gran Avenida y apoyar a sus hijos en sus respectivas carreras circenses. Habían sido décadas viajando de ciudad en ciudad en sus carros de circo. En esa nueva etapa, la pareja disfrutó del amor de sus hijos y nietos hasta que José murió de cáncer. Fue uno de los momentos más duros para la Familia González. “Mi mamita sufrió mucho con la muerte de mi padre. Él hasta el último quería tocar la guitarra. Murió músico”, cuenta Marina González.

Relatos desde casa

El pasado 19 de mayo María Palma cumplió 94 años y aunque no celebraron su cumpleaños con una gran fiesta, como era de costumbre, este año le organizaron una once con todos los resguardos sanitarios para no poner en riesgo su salud.

Lo cierto es que todos los cumpleaños pasados de esta artista nacional eran un gran festejo. Hasta su parcela llegaban más de doscientos invitados, entre ellos artistas como Ramón Aguilera, Luis Alberto Martínez y Los Charros que iban a rendirle homenaje. Sus hijas también se organizaban y le preparaban un show de canto que ella disfrutaba con alegría. Una celebración que duraba hasta el otro día y en la que María Palma se amanecía tomando tecito.

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En tiempos de pandemia, María Palma también ha tenido que recluirse en su casa junto a su hija, esperando el reinicio de las actividades.

Momentos que siempre recuerda, Elías Maluenda, nieto de la “matriarca” y payaso del tradicional circo chileno Los Tachuelas: “Tengo los mejores recuerdos de mi abuela. Ella nos enseñó la importancia de la unión familiar y de hacer las cosas bien. Mis abuelos sacaron adelante el circo desde el año 1969 y son parte del legado cultural de Chile”.

En tiempos de pandemia, María Palma también ha tenido que recluirse en su casa junto a su hija. Durante el día se entretiene viendo las noticias, tejiendo o leyendo algún libro o revista. Ambas se cuidan, acompañan y recuerdan sus vivencias en familia con el circo Guadalajara. Una de las más entrañables es cuando iban de gira al sur de Chile y les gustaba ir a comer locos.

María Palma no ha podido regresar al circo pero lo recuerda todos los días. Dice que lo extraña y que si fuera joven volvería una y mil veces. “Imagínese que yo hacía trapecio y contorsiones. Ahora no me puedo ni las patas”, comparte y luego con su voz ronca y cálida dice cerca del teléfono: “Cuando pueda venga a verme… A tomarse un matecito más que sea. Saludos y gracias por acordarse de esta vieja. Abrazos apretados”.

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