Investigador chileno descubre molécula que podría revolucionar el tratamiento de la depresión

Depresión
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, la depresión afecta aproximadamente al 3,8% de la población, lo que equivale a cerca de 280 millones de personas.

El doctor Jimmy Stehberg, del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello, lidera una investigación que ha descubierto nuevos mecanismos cerebrales que ocurren en esta enfermedad mental que afecta a 1/5 de la población. Sus hallazgos podrían avanzar hacia una nueva forma de tratar el trastorno, incluso llegando a la fabricación de un posible fármaco.


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Una de cada siete personas en Chile presentan síntomas moderados o severos de depresión, según la “Décima Ronda del Termómetro de la Salud Mental”, realizada por la Asociación Chilena de Seguridad en conjunto a la Universidad Católica y presentada hace pocos días.

Una enfermedad que, a nivel mundial, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, afecta aproximadamente al 3,8% de la población, lo que equivale a cerca de 280 millones de personas, siendo alrededor de un 50% más frecuente en mujeres que en hombres.

Poco a poco, la depresión ha cambiado su percepción social, socializando los factores detrás de dicha patología con orígenes multifactoriales, incluyendo factores genéticos, de personalidad y situaciones ambientales como el estrés, la muerte de un familiar u otros eventos abruptos.

En Chile, esta enfermedad de salud mental afecta a uno de cada cinco habitantes y atraviesa todos los grupos etarios según la Alianza Chilena contra la Depresión. Niños, adolescentes, pasando por adultos y personas mayores, nadie se salva, por ello la complejidad del padecimiento, lo que hace necesario una comprensión integral para su manejo y tratamiento.

Un grupo de investigadores chilenos, liderado por el doctor Jimmy Stehberg, del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello, se ha enfocado a entender mejor esta enfermedad mental.

En específico, Stehberg ha tratado de comprender los circuitos y los mecanismos por los cuales ocurren las enfermedades psiquiátricas. “Sabemos muy poco”, reconoce, y ese ha sido el motor para enfocarse en “el engranaje” que ocurre en el cerebro cuando sufre depresión.

Son 12 años de investigación, donde el grupo decidió no estudiar las neuronas, profundamente relacionadas con dicho transtorno. Stehberg señala que tradicionalmente las investigaciones se han centrado en dichas moléculas, abordando hipótesis sobre desequilibrios en la serotonina u otros neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo.

Jimmy Stehberg
“Al bloquear la salida del astrocito de estas moléculas, uno puede no solamente tratar la depresión, sino que, como un efecto antidepresivo, uno también puede prevenirla”, desarrolla el doctor Jimmy Stehberg.

El equipo UNAB se enfocó en los astrocitos, moléculas que desempeñan un papel crucial en el soporte y mantenimiento de las neuronas, y que han pasado de ser consideradas células pasivas a protagonistas en el funcionamiento cerebral.

A principios de los años 90, se descubrió que los astrocitos son excitables, no mediante electricidad como las neuronas, sino a través de aumentos de calcio. Este hallazgo reveló que dicha molécula también libera transmisores químicos en las sinapsis y se comunican bidireccionalmente con las neuronas, ampliando la comprensión de las interacciones en el cerebro.

El trabajo realizado permitió indicar que la depresión podría ser una enfermedad de los astrocitos. Dado que estas células influyen en las neuronas, los problemas en los astrocitos podrían explicar las múltiples hipótesis existentes y abrir nuevas perspectivas para comprender y tratar esta enfermedad. “Eso fue particularmente interesante porque hay un nuevo participante dentro de la función cerebral”, describe.

Relación de la depresión y los astrocitos

El descubrimiento de los científicos chilenos lleva a cuestionar hipótesis tradicionales sobre la depresión, generalmente enfocadas en desequilibrios neuronales, como la disminución de serotonina o el aumento de glutamato. Según Stehberg, estas hipótesis podrían estar incompletas, ya que no consideran el rol de los astrocitos en estas alteraciones.

De acuerdo con lo pesquisado, en ciertos modelos de depresión, los astrocitos liberan grandes cantidades de moléculas, conocidas como gliotransmisores, que generan respuestas neuronales desordenadas en áreas cerebrales responsables del estado de ánimo. Esta liberación exagerada contribuye directamente a la disfunción cerebral y al desarrollo de la depresión.

“Al bloquear la salida del astrocito de estas moléculas, uno puede no solamente tratar la depresión, sino que, como un efecto antidepresivo, uno también puede prevenirla”, desarrolla el doctor Jimmy Stehberg, donde el bloqueo de la liberación de gliotransmisores evitó el desarrollo de síntomas depresivos.

Es un enfoque que redefine la depresión como una enfermedad del astrocito, más que de la neurona, lo que implicaría que los tratamientos tradicionales, enfocados en las neuronas, podrían estar abordando solo los efectos secundarios del problema y no su origen.

Tras publicar dichos hallazgos en la revista científica norteamericana Proceedings of the National Academy of Sciences, la investigación actual busca compuestos que bloqueen específicamente la liberación de gliotransmisores, con el potencial de desarrollar nuevos antidepresivos más efectivos y directos.

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Los astrocitos liberan grandes cantidades de moléculas, conocidas como gliotransmisores, que generan respuestas neuronales desordenadas en áreas cerebrales responsables del estado de ánimo.

¿Cómo se trata hoy la depresión?

Hasta que la investigación de la UNAB no llegue a otras fases clínicas, para llegar en algún minuto a un posible fármaco que pueda ser utilizado en humanos, el tratamiento de la depresión debe ser personalizado. Así lo explica el doctor Marcelo Gotelli, médico psiquiatra y miembro de la Alianza Chilena contra la Depresión, quien agrega que cada persona vive la enfermedad de manera única.

Las terapias abarcan aspectos biológicos, psicológicos y ambientales, destacando la importancia de reordenar rutinas y reducir el estrés para favorecer la recuperación. Sin embargo, el también docente de la Universidad Austral señala que el estigma hacia las enfermedades mentales y la falta de consulta temprana dificultan un tratamiento efectivo, ya que muchas personas “confunden los síntomas con problemas cotidianos como el estrés o la tristeza”.

Comúnmente, la depresión se enfrenta con antidepresivos, medicamentos que se basan en aumentar los niveles de neurotransmisores como la serotonina y la noradrenalina, que han mostrado eficacia para reducir los síntomas depresivos.

Estos medicamentos fueron descubiertos por casualidad tras experimentar con fármacos anestésicos, rememora Francisco Bustamante, profesor y psiquiatra de la Clínica UAndes, quien complementa que aún se desconoce el origen de la enfermedad.

En cuanto a avances recientes, se están investigando nuevas sustancias que actúen sobre otros neurotransmisores, como el glutamato, para tratar la depresión desde diferentes mecanismos. Además, las terapias no farmacológicas han ganado relevancia, como la “terapia electroconvulsiva”, la cual a ojos de Bustamante, a pesar de estar estigmatizada con cuadros psiquiátricos graves, es “altamente efectiva para casos graves de depresión que no responden a medicamentos”, realizándose de forma segura y controlada.

Otra es la “estimulación magnética transcraneal”, técnica que estimula áreas profundas del cerebro relacionadas con el sistema límbico, efectiva en algunos casos de depresión.

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La combinación de la terapia cognitivo-conductual combinada con fármacos ha demostrado ser más efectiva que cualquier tratamiento por separado para la depresión.

También está la “psicoterapia”, conocida como “terapia cognitivo-conductual”, la cual es particularmente eficaz y recomendada en las guías nacionales de salud. “Su combinación con fármacos ha demostrado ser más efectiva que cualquier tratamiento por separado”, dice el psiquiatra.

Un tercer punto es el acceso oportuno a atención. Gotelli señala que existen importantes desigualdades socioeconómicas, siendo las personas con más educación quienes tienden a reconocer antes los síntomas y a buscar ayuda, mientras que, en sectores más vulnerables, la falta de información y recursos retrasa las consultas, lo que agrava la enfermedad. Ambos especialistas enfatizan la necesidad de educar y concientizar a la población para reducir el estigma y fomentar una detección temprana, algo que, además, podría aliviar la presión sobre el sistema de salud.

“La gravedad de la depresión es tal que el 70% de los suicidios están relacionados con depresión no tratada”, dice el doctor Gotelli. A ello, añade que, con un tratamiento adecuado, las personas pueden experimentar una mejoría significativa en tan solo un par de meses.

Posible fármaco a futuro

Retomando el lado de los antidepresivos, los expertos adhieren que el efecto de los fármacos actuales pueden observarse tras varias semanas de tratamiento. Si bien algunos de estos medicamentos pueden causar efectos secundarios inicialmente, su efectividad en el tratamiento es considerable, y las combinaciones con psicoterapia aumentan su eficacia.

Además de los astrocitos, el trabajo hecho por Jimmy Stehberg también identificó la cacotelina, otra molécula que está vinculada a la liberación excesiva desde los responsables en la depresión según su investigación. El científico cree que el control de la cacotelina es un “blanco farmacológico más directo” que los antidepresivos tradicionales.

Avances que, a su parecer, muestran a la comunidad científica “que se puede prevenir que aparezca la depresión, incluso curarla y no solo tratarla”. Si bien para hacer esa aseveración se requiere de mayor financiamiento y conversaciones con empresas farmacéuticas, la nueva información sobre los astrocitos y la cacotelina son señales de que la ciencia es un factor de cambio ante estos trastornos.

Por ahora, la detección temprana y el tratamiento adecuado en estados iniciales son clave para mejorar los resultados terapéuticos de un paciente con depresión, y evitar tratamientos más invasivos, e incluso situaciones más complejas como intentos de suicidio. Solo queda esperar que estos aportes desde Chile puedan lograr efectos ante una enfermedad mental de alcance global.

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