La naturaleza al centro de la ciudad
Empaca la maleta y saca tu sombrero que nos vamos a México, pero en pleno Nueva York. Diseñado por Dmitry Reutov, este departamento promete transportarnos hasta el cálido sol del desierto entre sus cactus encantados.
Relajarse, darse un recreo de las tareas diarias y sentirse como en vacaciones en un paraje distante. Fuera zapatos, wellcome zapatillas. Un poquito de sabor a… mmmm ¿strawberry frozen margarita en los labios y esa sensación de libertad infinita que te da la inmensidad del desierto? No es tan difícil imaginarse que estás en un lugar exótico rodeado de cactus y tierra rosa. Este proyecto de Reutov Design evoca eso... ¡y en pleno Manhattan!
La historia es simple. Los dueños, una pareja joven que se dedica a negocios por internet, le dieron a Dmitry libertad total para planificar los 55 m² de su departamento en un edificio de inicios del siglo XX, ubicado en 112 West Street. ¿El único requisito que pidieron? ¡Que no fuera convencional!
“Confiaron completamente en mí para diseñarlo, les gustaba mi approach no estándar al diseño. Con esto en mente decidí crear un proyecto audaz, que les diera la oportunidad de olvidarse de la dura vida cotidiana y les ayudara a tomar un descanso de la ruidosa metrópolis”, explica el diseñador de Reutov Design.
México lindo y querido
El rosa y el verde menta colorearon cada centímetro de la casa, como la naturaleza pinta de flores y prados la tierra. Los ambientes se impregnaron de frescura y ligereza con este juego bicolor de suaves tonos pasteles. Dmitry dice que “quería transmitir la sensación del sol del sur y los colores naturales, llenar del olor de las flores en una interpretación creativa moderna”. Como explica, es un interior ligero, suave, “levemente embriagador, realmente único y ultramoderno. Al crear este proyecto me inspiré en los colores de la naturaleza, especialmente en México, sus elementos arquitectónicos tradicionales con sus colores brillantes”.
Como la Pachamama misma, el departamento es abundante en sensorialidades. Los suelos, trabajados en concreto coloreado y las paredes en terracota rosa le aportaron un aire informal y esas texturas ásperas, granulosas, tan agradables que regala la tierra.
El mobiliario y decoración con sus formas turgentes, el sofá y el puf de Roche Bobois –todo burbujas–, las lámparas de Michael Anastassiades y el muro de cilindros rosa en poliuretano pusieron la suavidad y las curvas envolventes. Y entre estos dos mundos de sensaciones un hilo conductor inesperado y pinchudo: el cactus… ¡auch!
La planta mágica del desierto
No hay uno solo, dice Reutov; los hay en macetas, en fotografías, simbólicos. Es uno de los elementos importantes en el interior, explica. “Esta es una planta cósmica con un diseño único. Cada uno tiene su propia forma. En una interpretación creativa, representé también un cactus en forma de columnas. Son de diferentes colores. Están ubicados de forma caótica y en los lugares más impredecibles, como los cactus en un paisaje natural”, dice.
Todo el lugar es muy coherente. Que se trate de solo dos colores y pasteles que acompañan en todo el recorrido, living, dormitorio, cocina y baño, realmente descansa los ojos, sobre todo porque es un espacio acotado en metros. Que la sala sea todo curvas, desde las ventanas, las puertas, a los muebles, acoge. Y que se haya optado por pocos elementos decorativos, pero con gran personalidad, agranda las vistas y relaja profundamente. En suma, Reutov logra ingeniosamente su cometido de hacernos olvidar lo cotidiano. Y nos recuerda lo agradable que es estar en la naturaleza; que traerse un pedacito de ella dentro de casa la llena de alegría y vivacidad.
Ideas que inspiran. Combinar con audacia la naturaleza, sus formas y colores.
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