"No tocarán nuestro bosque"
Camino al Parque Oncol, en el comienzo de la selva valdiviana, está el Kalfvgen, el centro de medicina mapuche que Paola Aroca, machi de la comunidad Calfuñen, comenzó a levantar hace diez años junto a parte del bosque antiguo, ese donde van a sanar personas, el de árboles nativos, el espacio sagrado donde habitan y pertenecen los espíritus ancestrales de esta comunidad y de muchas más. Inexplicablemente, también el lugar donde se proyecta una central eólica que tiene a esta machi y a gran parte de Valdivia haciendo una barrera para protegerlo. La voz de un pueblo y de un bosque que hay que escuchar.
La sanadora de la comunidad. Eso es una machi, una mujer que recibe este don o talento como herencia de un linaje ancestral. Una persona que para entender y asumir que tiene ese rol dentro del pueblo, enferma gravemente hasta que los espíritus antiguos hablan, se comunican y aceptan los nuevos roles. Paola Aroca comenzó a estar mal cuando vivía en Suiza, volvió a Chile, a su comunidad, y entendió su destino. Así llegó a ser machi, después a habitar un terreno donde una vez de turista sintió como si la sostuvieran, a conectarse con el bosque, los abuelos, las hierbas y a crear un centro medicinal mapuche que atiende a personas de distintos lados y dolencias, con cuatro cabañas para turistas o personas que van a sanar, una ruca, senderos por el bosque. Un estar bello donde la machi recibía feliz, hasta que en septiembre del 2015 volvió a enfermar gravemente. Pasó varios días inconsciente, cuidada por personas de la comunidad; comenzaron a hacer ceremonias, hasta que la machi volvió a tener fuerza y a entender qué estaba pasando. El bosque antiguo valdiviano estaba en peligro y le estaba pidiendo que se levantara para protegerlo. Obligada tuvo que pasar de la comunidad a la calle, del centro a la exposición, del canto al árbol a la campaña por Facebook.
¿Cómo es una machi del 2017? Igual que la de antes. El rol de machi es ancestral, no es modificable, no se elige, se hereda. Es algo que viene de muy atrás, una memoria que empieza a aparecer de a poco, se va despertando con ceremonias. Lo que ahora es distinto es la función que tiene una machi, las estrategias que utiliza o lo que tiene que hacer para crear equilibrio. Porque el llamado nuestro es a restablecer o mantener el equilibrio en la tierra. Y el problema hoy en día es que el equilibrio está tan amenazado que hay que levantarse para crear una conciencia que ponga atención en el resguardo de los espacios sagrados, que son los que mantienen el equilibrio en la tierra. Hay un paso desde lo espiritual a tener que casi vincularse en temas hasta legales o políticos porque es una necesidad urgente de la tierra. Ahí es donde entra también la tecnología, como difusión para reflexionar sobre cómo queremos el país y tierra donde vivimos.
¿Qué siente cuando está en el bosque? Siento que ahí están nuestros ancestros, la fuerza de todos los abuelos y abuelas, de la medicina. Siento que no estoy sola, me siento sostenida, recibiendo una medicina sutil, poderosa, antigua. Este bosque es tan relicto, que ha superado ya un período de glaciación, que estaba antes de eso. Entonces ahí hay memoria de una tierra, y eso se siente. Es algo que el que venga lo puede sentir. Ahí hay amor, ternura, nuestros espíritus protectores. Son de equilibrio, de fuerzas altas.
¿Para el pueblo mapuche el bosque es un lugar sagrado? En cada territorio estamos habitando y coexistiendo con distintos lugares. Aquí, en la costa valdiviana, está el espacio sagrado que son las altas cumbres, la energía más alta, la protección a todo el territorio. Aquí los bosques migraron a las alturas para sobrevivir, y por eso es tan antiguo, tan sagrado.
¿En el bosque se hacen actividades? Depende de cada comunidad. Nosotros empezaremos a hacer recorridos cuando empiece la primavera abiertos a todo el que quiera, gratis, con gente especializada para que se conozca este territorio, esta parte del planeta. Porque la conexión con él es relativamente nueva, de no más de 30 años, cuando se empezaron a hacer los caminos. Nosotros llegábamos con tránsito fluvial, estaba más blindado y protegido, no se conocía mucho. Entonces queremos que la gente lo conozca para que lo amen, respiren su fuerza y lo defiendan con nosotros.
¿Cuándo se unió su comunidad con los del Bosque Antiguo Valdiviano? Surgió como necesidad casi no planificada. Cuando enfermé y luego me levanté con la ceremonia y restablecí mi equilibrio asumiendo el compromiso con la abuela del bosque, comencé a hacer ruegos todas las mañanas para que nos mostraran caminos sobre un problema que va a producir un desequilibrio. Mientras toda la gente abrazaba la energía eólica como lo mejor, de menos impacto ecológico. Entonces estaba el riesgo de que nos dijeran que nos oponíamos a todo. Pedimos por gente porque solos no podíamos, y el factor espiritual fue lo que primó. Empezó a llegar gente durante enero y febrero, por otros motivos, que terminaron siendo las indicadas para guiarme, explicándome términos y por qué era un proyecto tan terrorífico, el impacto a la naturaleza por la que Valdivia ha luchado y cuidado tanto.
¿Qué es lo que han hecho? Empezamos a hacer conversatorios chiquititos en casas de gente afín. Se corrió la voz y de pronto ya éramos un movimiento. Afortunadamente el Servicio de Evaluación Ambiental abrió una ventana para hacer observaciones ciudadanas y salimos a las calles para juntar firmas y hacer que la gente mirara lo que podría ocurrir. Juntamos 5 mil, de las cuales no todas fueron aceptadas, pero se logró que en un mes y medio Valdivia hablara y preguntaran más allá sobre lo que significaban esos 17 aerogeneradores que Acciona España quiere poner en nuestro bosque antiguo y sagrado.
¿Qué le parece el proyecto del parque eólico Pililín? Una equivocación. Algo que pasa cuando las empresas planifican desde el escritorio en la ciudad, cuando el fin es hacer dinero, diciendo además que es un bien para la comunidad. Los gerentes de Acciona Energía en Chile nos pidieron una reunión para saber qué era lo que ocurría, y ahí le dijimos que no permitiremos una central eólica en este territorio, que es un espacio sagrado no solamente para el pueblo mapuche costero, sino que para todo Valdivia, la región y el planeta. Es un bosque que sobrevivió a la última era de glaciación y sirvió como semillero para todos los bosques del tipo selva valdiviana que se propagaron de Nahuelbuta hasta la punta norte de Chiloé. En una pequeña superficie hay mucha biodiversidad, con especies únicas, y si se extingue desaparece de la tierra. Es un desequilibrio muy grande que se podría producir. Además Valdivia vive del turismo, hay emprendimientos con visión de turismo ecológico, indígena, con respeto a la naturaleza, y no se puede obviar eso. Toda la costa recibe las aguas de este bosque con crecientes y nacientes de aguas. Es la memoria de la tierra.
¿Qué les contestaron? Reconocieron que fue un error haber llegado a este lugar, pero que no son los que deciden finalmente, aunque trasmitirían nuestro mensaje que dice firmemente que no hay ninguna posibilidad de negociación, que agradecemos sus intenciones de mejorar calidad de vida, pero este es nuestro territorio y de la gente, pero que la dignidad para nosotros como mapuches está en cuidar nuestros espacios sagrados y proteger a nuestra madre. A la semana respondieron que se quedaban acá salvo que el SEA dijera lo contrario. Se pasaron las observaciones ciudadanas y de distintas instituciones estatales. Y en octubre deben entregar las respuestas a ellas.
¿Qué planes tienen como Bosque Antiguo Valdiviano? Es un juego de ajedrez, hay que ir mirando porque todos los días cambian las reglas. Crean una ley que protege y después otras sobre estas. Esto es para largo. Y viendo el contexto. Cómo reaccionarán los gobiernos que vienen, que no plantean posturas ni prioridades, no se entiende cuál es el desarrollo que como país abrazamos. Aquí hay humedales, bosques antiguos, ríos. Todo eso es intocable y ya han tocado mucho. Entonces nosotros tenemos que volver a la cordura como país, porque estos espacios sagrados no son recuperables y este daño no es mitigable. Si a un río que le quitas su fuerza, lo invades, contaminas, el espíritu protector se va de ahí y queda sin fuerza. Nuestras ideas son claras. Sabemos que tenemos que activarnos, que el bosque no lo podemos dejar solo, tenemos que reflexionar y tener valores de equilibrio, respetar a la naturaleza. La gente está apelando a eso.
¿Hasta dónde va a llegar usted? Esto es un día a día. Queremos llegar a todo el planeta para que sepan que este bosque es sagrado no solo para Valdivia y la región, sino que es sagrado porque es un pulmón para todo el planeta. Ahí vamos a llegar, a crear conciencia, diálogo, amor. Yo tengo la fe de que va a haber más cordura de cómo es el desarrollo que queremos. Nuestros gobernantes tienen que hacer el ejercicio para no tener conflictos medioambientales y socioambientales en todo el país. Hemos llegado a los límites y no se han creado leyes que protejan lo sagrado. Es tan duro darse cuenta de que los intereses no van por este camino, por un asunto de sobrevivencia y continuidad de la especie también. Y de nuestro pueblo mapuche, por supuesto.
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