Una joya porteña
El departamento de Celedonio Lohidoy, arquitecto y diseñador de joyas y objetos, ocupa un edificio histórico en donde pisos, molduras y aberturas acompañan la impronta de su creador.
"Me gusta generar tensiones", dice Celedonio después de mostrar que en su casa las cosas no están apoyadas donde deberían. Él prefiere disponerlas en lugares insólitos. "Sino, no sentís nada...". Sentir y generar parecen ser palabras claves para este arquitecto y diseñador de joyas y objetos cuya impronta es reconocida mas allá de las fronteras de Buenos Aires.
Celedonio creció en el campo. En un pueblo en el interior de la provincia de Buenos Aires cerca de la ciudad de Olavarria. Vivió ahí hasta los 15 años y después se mudó a la ciudad para terminar la escuela y estudiar arquitectura. "Si me preguntás, no se muy bien como llegué a la joyería. Fueron muchos años de búsqueda mientras trabajaba como arquitecto. Empecé a investigar otros formatos como por ejemplo el collage, en donde sacaba de contexto los objetos que me gustaban y los convertía en parte de un cuadro", cuenta y agrega que, en cierto momento de esa búsqueda, apareció el concepto de decoración para llevar: "Cosas que te pones para salir a la calle y luego tienen un espacio en la casa". Esa es, tal vez, la idea que hoy materializa el estilo de Celedonio: una confluencia de joyas "no tan joyas" y objetos "usables" con identidad definida. Mariposas, flores e insectos diminutos habitan estas creaciones que hoy ocupan un coqueto local en la Recoleta porteña.
"Me gustan todos los bichos en general y me inspiro en la naturaleza; una fuente inagotable de energía", explica Celedonio solo usa materiales con buena carga energética y que no estén vinculados a la banalidad o a la tortura de animales como el marfil o las pieles. En sus piezas, en cambio, conviven las piedras semi preciosas, la plata, el cobre, los cristales y las perlas. Para su departamento, ubicado en una esquina de Barrio Norte, en un edificio antiguo en el que se conservan pisos, techos y molduras, eligió colores oscuros. "Lo oscuro hace que se despeguen los objetos, por eso mi local también es todo negro", dice y agrega que le gusta cuando de la oscuridad emerge la luz. "Creo que hasta en la oscuridad hay luz".
Después de derribar muros y cambiar estructuras para lograr un dos ambientes amplio con cocina integrada, Celedonio eligió un verde inglés para las paredes; un color que logró mezclando la pintura con un toque de oro. Los pisos también fueron pintados de un negro opaco que resalta los muebles claros y los objetos que Celedonio acumula por doquier. Hay cuadros antiguos, obras contemporáneas, objetos propios y muchos otros rescatados del pasado. "Soy absolutamente ecléctico. Es lo que nos individualiza. Cualquier cosa heredada de una abuela hace que una casa sea única y diferente a otras", concluye.
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Ideas que inspiran. Aquí no existe el miedo a mezclar, haciéndolo un lugar único.
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