Mi historia con Magic the Gathering siempre ha sido dulce y agraz. Al Magic lo conocí como muchos durante mi época escolar, cuando un grupo de compañeros de colegio comenzaron a llevar a los recreos sus mazos llenos de hechizos, criaturas, encantamientos y maná.
Recuerdo que por un par de años se convirtió en nuestra principal entretención durante los recreos y que como todo lo divertido en los 90, llegaron a decir que eran cartas diabólicas que enseñaban los oscuros valores de invocar seres de ultratumba con fines violentos.
Magic the Gathering fue el primer juego de cartas que me enseñó que existía todo este mundo de la estrategia, no solo a la hora de jugar sino que de armar y escoger tus mazos. Pero también recuerdo con nostalgia que nunca pude llegar a tener mi propio mazo. Tampoco era que lo necesitara, si siempre jugaba con mazos prestados, pero la realidad económica del momento nuca me permitió entrar de lleno a ese mundo.
Cuando los tiempos mejoraron, preferí probar suerte con nuevos juegos similares pero que recién partían, para así no estar tan en desventaja. Me refiero al TCG de Pokémon y luego el Raw Deal, juegos en donde participé fallidamente en muchos torneos pero que disfruté gratamente. Ya cuando llegó Yu-Gi-Oh decidí retirarme.
La vida continuó y salí del colegió, fui a la universidad, empecé a trabajar y el Magic seguía ahí, convertido en un monstruo demasiado grande como para querer domarlo. En un punto, hace unos 5 años, me compré mi primer mazo de Magic, solo por nostalgia pero ahí está, tirado en mi habitación, sin tener muchos amigos para probarlo.
Pero el año 2020, el del Coronavirus y la Cuarentena es también el año de los redescubrimientos, de las revanchas y del tiempo libre, y esa mezcla de cosas me llevó a descubrir un juego que si bien ya existe desde el 2018, aun no ha perdido su esencia.
Magic: The Gathering Arena es una versión digital, free to play, del clásico juego de cartas de Wizards of the Coast. Alimentados, me imagino, por el éxito de Hearthstone, Magic Arena es el punto de partida ideal para quienes quieren aprender a jugar Magic o reencontrarse con el juego no importante cuanto tiempo ha pasado.
El juego comienza con una serie de tutoriales para enseñarte, o en mi caso, refrescarte las reglas del juego de una forma muy clara y precisa, además de algunos de los efectos que poseen las cartas. Yo recuerdo haber llegado a conocer habilidades como Arrollar, Volar o Dañar Primero, pero ahora me encontré con varias nuevas como Destello, Vínculo Vital o Toque Mortal. Todo lo nuevo lo pude aprender y si no, la información está siempre disponible tan solo moviendo el cursor.
La gracia de Magic Arena es que este proceso de aprendizaje va vinculado, además, con el hecho de ir obteniendo tus propios mazos. Cada uno de los cinco colores de cartas posee un mazo básico, el cual puedes obtener ganando una serie de desafíos frente a oponentes que tienen técnicas predefinidas. La idea es poder aprender a anticiparte, pero sobre todo, a balancear tu mazo frente a las fortalezas y debilidades de tus adversarios. El entregarte los mazos solo después de haber pasado cada desafío, sí, puede ser algo tedioso para los que viven del juego, pero para todo el resto es un paso muy necesario y hace que se sienta que te hayas ganado el derecho a usarlos.
Desbloquear mazos también desbloquea más opciones de juego. Al principio solo podrás jugar contra la computadora, pero rápidamente ya adquirirás la posibilidad de enfrentarte a otros humanos y humanas en enfrentamientos simples, rankeados, Talleres (donde a cada uno le pasan un mazo temporal para probar técnicas avanzadas y ganar premios) y el Draft, el cual te permite abrir sobres y armar un mazo con lo que te salga, para enfrentarte a otros que hayan hecho lo mismo.
Cada día hay misiones que te dan experiencia -con un sistema de pase de temporada similar a Fortnite- y lo más importante, monedas, con las cuales podrás comprar sobres o entrar a eventos de Draft. Y sí, aunque el juego ofrece la posibilidad de gastar tu dinero para comprar packs de sobres, elementos cosméticos y más, y de ello dependerá que tan involucrado quieras estar. Yo, sí, debo decir que compré el pack de inicio, ese que se compra una vez y trae una cantidad absurda de contenido (y cartas de Godzilla, en serio, Godzilla).
Pero es posible entretenerse sin tener que gastar un peso. Sí, es mucho más complejo que Hearthstone pero quizás por eso me gusta más. Y sí, molesta que esté disponible solo en computadores y no en mi celular o tableta, donde allí si que no podría parar de jugar en mis ratos libres. Hay cosas que manejar, sin duda, como el hecho que la complejidad del juego te obliga a preguntarte en cada momento si vas a usar una instantánea -que obvio se puede jugar antes y después de muchas cosas-.
Aunque quizás lo mejor de esto es saber que hay un espacio para jugar Magic aun a la distancia. Y claro, puede que aun estemos lejos del momento de reencontrarnos con los cartones mágicos de la manera clásica y hasta ese entonces seguiré mezclando y tratando de entender como ser mejor en el juego que me inició hace 2 décadas y cuya magia sigue intacta, independiente del formato.