La vorágine de los juegos de mesa modernos no ha hecho olvidar muchas veces a esas primeras experiencias de diversión creadas con un simple mazo de cartas, una tarde de verano y mucho pero mucho tiempo libre.
Mientras hoy todos hablamos de Catán, Dixit, Ticket to Ride, Azul o Wingspan, nuestras infancias realmente fueron marcadas por entretenimientos más simples como el Dominó, el Solitario, las damas y otros más que recordamos como los clásicos juegos playeros que reunieron a la familia.
Clubhouse Games: 51 Worldwide Classics es un compendio de minijuegos al más puro estilo de la era de la Wii que evoca precisamente la sensación de pasar una tarde con mazos de cartas, dados, fichas y más. Pero todo eso comprimido en tu Nintendo Switch.
La secuela del primer Clubhouse Games lanzado hace 15 años para la Nintendo DS tiene un título que se explica solo: son 51 juegos clásicos -algunos conocidos mundialmente y otros de zonas muy específicas- dispuestos para jugarse directamente, sin tener que desordenar la mesa ni revolver cartas.
La selección de actividades es muy amplia y se trata principalmente de juegos de dominio público, mezclados con algunos juegos hechos por Nintendo: Puedes encontrar tableros como el Mancala, el Ajedrez, las Damas o el Ludo, juegos de cartas como el Solitario, BlackJack, Colita de Cerdo y hasta el Uno (que por temas de licencia se llama Última Carta), además de actividades de salón como Bowling, Dardos, Hockey de Mesa o Tiro al Blanco.
Incluso hay versiones de tablero de deportes como Fútbol, Tenis, Baseball y hasta Curling, quizás la actividad más extraña de toda la colección.
Ahora, ¿Cuál es la gracia de todo esto y dónde está el valor agregado de la colección? Más allá de la comodidad de tener 51 actividades en una sola consola (bueno, 52 porque hay un piano que no se cuenta), Clubhouse Games para Switch destaca por un lado por la presentación de los juegos y también por su labor de enseñanza.
Comencemos por la apariencia: Gráficamente, cada uno de los juegos está perfectamente retratado. Nintendo optó por un acercamiento más bien realista, lo cual se nota tanto en el diseño gráfico como en los sonidos y detalles pequeños que, sabemos, es lo que Nintendo mejor sabe hacer. Claro, en jugabilidad no hay ninguna diferencia entre el Solitario que viene en Windows y el de Clubhouse Games, pero la superficie de la mesa, la música, el sonido de las cartas y sus movimientos son lo más parecido a la vida real.
Lo mismo pasa con juegos que poseen fichas, o dados: cada cual se comporta de manera satisfactoria con cosas tan pequeñas como sentir en el control a través de la vibración como chocan los dados digitales mientras los agitas o ver el rebote de las fichas al dejarlas caer en una partida de Conecta 4. Extrañamente, y a pesar de ser tan digital, se trata de un juego increíblemente táctil, lo que le da una capa extra de vida.
En ese sentido, Clubhouse Games es una tremenda oferta precio-calidad: 51 juegos por 40 dólares es menos de un dólar por adaptaciones sencillas y entretenidas de títulos clásicos. Por supuesto, gastar todo eso solo para jugar ludo y damas es un despropósito, aunque también está la ventaja de tener todo en un lugar compacto. Pero la pregunta que más vale hacerse es, si solo conozco una pequeña parte de los juegos ofrecidos, ¿vale la pena jugarlos?
Acá es cuando vengo a alabar la labor de enseñanza del título, ya que aparte de la manera genuina con la que se muestran, Nintendo se encargó de darle a cada uno de los 51 juegos un video introductorio que muestra lo básico que tienes que saber antes de jugar y luego, textos explicativos con todas las reglas necesarias.
Algunos de los títulos más complejos, como el Mahjong Riichi, el Ajedrez o el Hanafuda, vienen con ayudas visuales que pueden desactivarse para saber qué jugadas pueden hacerse y así apurar el proceso de aprendizaje. Y ese es, para mí, el principal valor de esta colección: la experiencia de encontrar juegos clásicos, de reglas sencillas, que fácilmente podrás replicar en el futuro con un mazo de cartas y algunas fichas. Porque la mejor manera de aprender cualquier juego es jugando.
Me pasó varias veces. De curioso fui probando varias de las ofertas. Por supuesto, había muchos que ya conocía pero los que no, los aprendí muy rápidamente. Algunos no me gustaron como Guerra por ser demasiado dependientes del azar, pero en total fueron más las joyitas descubiertas como el Mancala, el Presidente, Colita de Cerdo o el Carrom.
En total, de los 51, creo que hubo menos de 10 que no vovlería a jugar nunca. Y Si te gustan los juegos de mesa por sus reglas y por el entusiasmo de conocer diferentes actividades alrededor del mundo, Clubhouse Games hace un muy buen trabajo al respecto.
Igual debo reconocer que sigo sin entender como jugar Hanafuda, aunque tiene que ver más bien con mi mala memori y mi incapacidad de reconocer patrones de imágenes. Lo siento Nintendo, te he fallado.
Lamentablemente, todo este trabajo de búsqueda de juegos, de replicarlo de la forma más auténtica posible con opciones de accesibilidad y procurando enseñar de mejor manera sus reglas, viene truncado por el principal problema del título: sus opciones de juego.
Clubhouse Games: 51 Worldwide Classics es un mar de diversión con un centímetro de profundidad y esto es en parte por la decisión de Nintendo de limitar muchos de sus juegos con normas absurdas. Una de ellas es el límite de jugadores que trae cada juego. Muchos de ellos vienen con un límite natural: el ajedrez siempre se ha jugado solo de a 2 por ejemplo, lo mismo que las damas. Pero hay otros que solo están disponibles de a dos jugadores solo por capricho. El Bowling, los Dardos, el Yahtzee, el Golf y la Pesca, por nombrar algunos, podrían jugarse independiente del número de jugadores pues son por turnos. Pues bien, solo están disponibles en encuentros con un solo oponente.
De hecho, si tienes solo una consola y cuatro controles, ¿Sabes cuántos juegos puedes jugar? ¿De los 51 disponibles? Solo dos. DOS. El ludo y el Blackjack. Nada más. Si aumentas a tres jugadores, a ese par se agregan las damas chinas y si juegan dos en una sola consola, la cuenta sube a 39, ya que se excluyen los juegos solitarios y los que tienen información secreta, como el Poker.
La solución a esto es que cada jugador tenga su propia Switch, aunque lo bueno es que se necesita solo una copia del juego, ya que el resto puede bajar una versión gratuita que le permita acceder al multijugador local.
Y aun cuando logras entrar a algunos juegos, la falta de configuraciones críticas es realmente terrible. Veamos el Poker, por ejemplo, que acá viene en su variante Texas Hold’Em, una de las más populares. Pues bien, la única forma de jugar es en 5 turnos, 10 turnos y con límite. No puedes configurar para que sea una partida larga, introducir la variable sin límites o aumentar el precio del ante. Nada de eso.
Con el Blackjack pasa lo mismo, lo cual es muy raro, considerando que hay juegos como el billar que viene con tres variantes dentro de la misma actividad o el Dominó, donde puede acceder a diferentes formas de contar el puntaje. Pero juegos como el Poker tienen una sola configuración.
El Online tampoco ayuda mucho: para jugar con desconocidos, tendrás que poner una lista de 3 juegos favoritos y el sistema te asignará una partida entre quienes esté buscando alguien para jugar en esas 3 categorías. Ah, y si alguien se sale de la partida, es reemplazado por una CPU y que no vuelve a ser llenado hasta que todos busquen una nueva partida.
Además, el juego tampoco ofrece muchos incentivos para explorarse más allá del gusto personal. Salvo una baraja de cartas especial, no hay cosas para desbloquear ni personalizar los juegos. Simplemente juegas porque sí y a lo más, para conseguir las medallas que ganas al vencer a la CPU en diversos niveles de dificultad.
Con todo lo anterior, creo que Clubhouse Games funciona perfecto de dos formas: si eres un jugador solitario y te llama la atención jugar contra la computadora solo porque estás aburrido y quieres aprender nuevos juegos, o bien, entre dos jugadores que ojalá, cada uno tenga su Switch para poder jugar los títulos que tienen información secreta.
Para cualquier otra situación, siempre habrá un pero, un detalle, una molestia que hace que esta no sea ni por asomo el nuevo Mario Party de la consola. Y es una pena porque, de nuevo, son muchas cosas las que destacan, como poder jugar solo con la pantalla tácil, las instrucciones y lo fácil de los controles.
Pero también es otra clase de “Nintendo siendo Nintendo” y escondiendo todo el potencial de un juego que podría servir tanto dentro como fuera de la casa en una serie de configuraciones extrañas para poder encontrar algo que hacer que no sea el ludo.
Clubhouse Games: 51 Worldwide Classics es uno de esos juegos que disfrutas a pesar de sus defectos, los que si bien no creo que afecten los juegos mismos, que repito, están muy bien hechos y enseñados, si limitan demasiado la escala que podría haber tenido un juego hecho para jugar en familia pero que curiosamente se disfruta mucho más solo.