[MT MAG.] En moto y de Quijote por Andalucía con BMW

Cuando se abandonan las costas andaluzas en torno a Málaga y Marbella por la carretera A7, para internarse y subir hacia las hermosas serranías, son las curvas y la belleza del paisaje lo que acompañan la ruta asfaltada hasta la A46, otra autopista, pero ya de doble vía que sabrá llevarnos hasta El Torcal de Antequera.

Llegar en la BMW F 750 GS hasta la zona montañosa de El Torcal de Antequera es una aventura doble. Se trata de una famosa formación geológica de rocas trabajadas con arte por el viento, durante millones de años y que alguna vez estuvo bajo el agua de los océanos. Esta moto copió con una performance muy prolija el zigzag hacia las alturas, transmite confianza y no se siente pesada. Comparte el mismo motor, bastidor y carrocería de la 850 GS, aunque en este trazado nos quedó claro que su orientación está en el cemento, ya que allí están sus llantas de aluminio de 19 y 17 pulgadas (en cambio, las de la F 850 GS son llantas de radios de 21 y 17 pulgadas, lo que la coloca en un plano mucho más off-road).

El desempeño de la moto es notable en el giro y contragiro, y mejor aun cuando ve recta y suelta el poder de sus 77 caballos que entrega el bicilíndrico de 853 centímetros cúbicos. A no confundirse. Es exactamente la misma cilindrada que el del propulsor que impulsa al ejemplar más grande, pero en la BMW 850 GS se ha calibrado para que erogue más poder (95 Hp). Pero los 77 de la 750 están para una nota muy buena, y como es más ligera nos sentimos guiando una máquina que "lee" con precisión lo que uno quiere ejecutar. El estado del camino no presentó grandes accidentes, pero sí los suficientes como para subir el pulgar a la suspensión basada en una nueva horquilla y un basculante de aluminio con el monoamortiguador anclado en la parte central.

Lo otro que me ayudó, y mucho, con mi metro 73 centímetros a cuestas, fue la altura del asiento de 815 mm, y que es posible ajustar hacia abajo (790 y 770 mm) o bien subir un poco a 830 mm.

Algo de lluvia, barro, circuito off-road, senderos de tierra y piedras y una pasada de agua breve marcaron el menú que devoramos con la F 850 GS.

El invierno que se deja sentir en Málaga es benigno, pero mojado. Y las precipitaciones aguaron el Enduro Park, hasta donde llegamos con la 850 GS. "Odio el barro, es traicionero", se quejaba un afamado periodista argentino. Con todo, el slalom fue hecho con sumo cuidado, al igual que otras pruebas que sirvieron para ir degustando la marcada vocación off- road de esta alemana.

Los que recuerdan el ayer de este modelo y el hoy que nos recibió en Málaga para su manejo, nos encontramos con que se acondicionó una caja de cambios de seis relaciones, esta vez en el lado izquierdo. Así, la cadena de transmisión está situada en ese costado. Y, gente de detalles pensando en quienes conducen, cerraron la nueva presentación con un embrague antirrebote muy útil, porque disminuye la fuerza que uno imprime en la maneta para su accionamiento.

Y respecto de su electrónica, bueno, definitivamente se metió en las grandes, grandes ligas. Desde su ultramoderna y enorme pantalla digital y los controles en las piñas, sobre todo en la de la izquierda, podemos ajustar suspensiones, modos de manejo (yo deambulé entre el radical Dynamic mientras fui por cemento, para luego pasar al que me asiste en caso de lluvia y el Enduro que me apoya en las maniobras a todo terreno y off road).

El barro ya se secó y lo tenemos adherido. Estamos de regreso luego de una experiencia de manejo variada e intensa por un pedazo hermoso de Andalucía que tomó cerca de nueve horas. Pero la sensación es una sola: podríamos haber seguido y seguido, porque esta moto transmite la confianza necesaria para atrevernos y decidir cruzar el mundo. Mientras, la F 850 GS ya tiene confirmada la hoja de ruta y la travesía que la llevarán hasta el mercado de Chile con toda probabilidad durante el segundo semestre.