Ligado toda su vida a la industria automotriz nacional, De Cárcer ha visto y vivido de cerca el crecimiento del mercado local, no solo en las ventas sino también a las regulaciones que se han llevado a cabo en las últimas décadas. Luego de años como director de la entidad gremial, asumió en 2022 la presidencia de la Asociación Nacional Automotriz de Chile, y fue relecto a comienzos de años por un segundo periodo (2024-2025).
Desde esa vereda, el timonel analiza los 30 años de Anac y el rol que ha tenido la entidad gremial y los desafíos que se han impuesto para las próximas décadas como uno de los gremios más desafiantes que existen en Chile y en un mercado, que es conocido a nivel mundial, como uno de los más por uno de los más competitivos y completos.
¿Cómo definiría usted el rol de Anac y cuál es el alcance que tiene?
El alcance de Anac ha ido creciendo muchísimo, porque comenzamos hace 30 años trabajando con el Ministerio del Medio Ambiente en las primeras normas para autos catalíticos, luego con las normas de emisiones regionales y que llegaron a ser de alcance nacional, y ahora con los Ministerios de Energía, Transportes, Economía, Justicia y tantas otras agencias, comisiones y actores público-privados, que tienen como objetivo al igual que nosotros promover el desarrollo sostenible del sector automotor nacional.
¿Cuáles cree que han sido los hitos de Anac en estos 30 años?
Creo que hay dos hitos. El principal, es el crecimiento en cantidad de orígenes representados, porque pasamos de unos pocos a rápidamente 28 orígenes presentes en el país, lo que marca un récord para la región latinoamericana. Eso se logró por la apertura comercial que ha tenido Chile gracias a una red de tratados de libre comercio y acuerdos de complementación económica que son un tremendo beneficio para los compradores de vehículos, al poder acceder a productos de todas partes del mundo al mejor precio posible.
El segundo, es la implementación de las primeras normas de emisión y el hecho de que hayamos sido siempre “punta de lanza” en América Latina en materia de emisiones y de eficiencia energética.
Más allá de “los años de malas ventas”, ¿cuáles han sido los mayores problemas que ha debido enfrentar como entidad gremial?
Lo más complejo ha sido mantener un canal abierto de comunicación con nuestras fábricas para adecuar los productos automotrices a las necesidades del país. Chile ha cambiado en sus necesidades de movilidad, porque hoy el vehículo es sinónimo de “trabajo”, o de herramienta para producir, emprender, trabajar y desplazarse. Eso nos lleva a actualizarnos con los productos que queremos traer a Chile, y que deben estar en sintonía con lo que necesita el comprador.
¿Cuál es el foco que tendrá la Asociación para los próximos años?
El crecimiento del sector automotor no se detiene por lo realizado en los 30 años anteriores, sino que se proyecta muy interesante y lleno de desafíos para el futuro. Estamos en esta etapa de transición desde la combustión interna tradicional, hacia la hibridación y luego la electrificación, con metas ya declaradas del 100% al 2035. El foco nuestro es ir dando muestras, señales, logrando alcanzar acuerdos para que se potencie esta electromovilidad de la que tanto hablamos. Sin incentivos, sin modernización tributaria en torno a los vehículos, sin renovación del parque automotor sacando los modelos antiguos y contaminantes, o sin ayudas a los usuarios que usan el transporte eléctrico, será muy difícil que nos mantengamos como país punta de lanza en tecnologías automotrices. En eso tenemos que despertar y trabajar en una batería de incentivos que promuevan estas tecnologías, y ese será el foco principal nuestro en el futuro inmediato.