500 manifestantes muertos y acusaciones de torturas: el catastro tras más de 100 días de protestas en Irán

FILE PHOTO: Women walk after morality police shut down in Tehran
Una mujer iraní camina por las calles de Teherán completamente tapada, en diciembre de 2022. Foto: WANA (Agencia de Noticias de Asia Occidental) vía REUTERS.

Este sábado, el movimiento social que sacudió a los iraníes cumplió una marca. 100 jornadas atrás, el país se veía sacudido por las mayores protestas antigubernamentales registradas desde 1979, durante la revolución islámica. La muerte de una joven mujer a manos de la “policía moral” dio pie a manifestaciones que le han costado la vida a cientos de personas, las que incluyen ejecuciones públicas por parte del gobierno.


Mientras el año se acerca a su fin, los miles de manifestantes iraníes que por meses han inundado las calles del país no parecen dispuestos a acabar con las protestas. Así lo prueban los más de 100 días de movilizaciones, hito que se cumplió este sábado 24, luego de la muerte el 16 de septiembre de la joven iraní kurda Mahsa Amini, de 22 años, quien se convirtió en el símbolo de una movilización histórica.

Amini, quien fue arrestada por la “policía moral”, fue la chispa de un incendio que las autoridades no han podido controlar. Tras su fallecimiento, las protestas no se han detenido. Durante el centésimo día de movilizaciones, consignas como “muerte al dictador” y “no queremos una República Islámica” eran coreadas por los iraníes en la capital, Teherán, así como en Mashhad, Karaj, Sanandaj, Ahvaz, Isfahan y Bandar Abbas, entre otras ciudades en las que se registraron signos de malestar social, y donde las fuertes nevadas y la lluvia no fueron impedimento para que salieran a las calles.

Si bien la intensidad de los actos ha variado con el tiempo, subiendo y bajando en cuanto a la cantidad de gente que activamente se ha hecho parte de los reclamos, “no se ha registrado ni un solo día sin protestas desde el 16 de septiembre”, fecha en la que se iniciaron las movilizaciones, dijo el viernes el Critical Threats Project (CTP) del American Enterprise Institute según The Jerusalem Post.

No son las primeras manifestaciones en los últimos años al interior de Irán, pero, sin lugar a duda, son las más importantes en décadas. Entre 2017 e inicios de 2018, así como en noviembre de 2019, movimientos sociales habían hecho temblar los cimientos del país, pero las provocadas por la muerte de la joven de 22 años –a quien las autoridades acusaron de “usar mal” el velo islámico–, generaron una indignación tal, que analistas comparan lo ocurrido en estos últimos 100 días con la revolución islámica de 1979, en cuanto al impacto en la sociedad.

La diferencia con dichos momentos está en sus protagonistas, ya que, esta vez, se han involucrado personas de toda la sociedad civil, y las mujeres han jugado un rol principal bajo el lema “mujer, vida, libertad”.

Iraníes protestando por la muerte de Mahsa Amini, en octubre de este año. Foto: AP.

Las cifras secundan tal afirmación. Según la Agencia de Noticias de Activistas de Derechos Humanos (HRANA), al menos 500 personas habrían muerto en el marco de las protestas, donde 69 de ellos serían menores de edad.

El Estado también se ha hecho parte de los ajusticiamientos al realizar dos ejecuciones de manifestantes, y otros 26 esperan por el mismo destino. Bajo figuras legales asociadas a la seguridad nacional definidas de forma “vaga”, consignó BBC, grupos de derechos humanos como Amnistía Internacional han calificado la sentencia como “juicios falsos” o de flagrantes errores judiciales, donde muchos de los ya condenados a muerte han denunciado la presencia de torturas en su contra.

Entre los condenados a muerte se encuentra el rapero kurdo-iraní, Saman Yasin, quien según la Red de Derechos Humanos del Kurdistán, se habría intentado suicidar el martes pasado tras denunciar torturas durante su detención. Este sábado, la Corte Suprema de Irán admitió un recurso contra la pena capital, por lo que volverá a ser juzgado, detalló el mismo medio. Otros casos de condenas a muerte se han dado bajo la figura de “enemistad con Dios”, lo que está definido en la legislación iraní como “crear inseguridad pública” con un arma.

La represión no solo ha sido física, como lo fue el caso de Mehran Samak, un hombre de 27 años quien recibió un disparo en su cabeza tras tocar la bocina de su auto a modo de celebración cuando la selección de fútbol de Irán fue eliminada de la Copa del Mundo, el 29 de noviembre. También ha sido psicológica, acusan familias iraníes. La utilización de cadáveres, reportó BBC, también sería parte del arsenal de amenazas desplegadas por las autoridades para desincentivar las movilizaciones.

El hermano de un manifestante asesinado narró a BBC Persia su odisea para evitar la utilización del cuerpo de su fallecido pariente. El hombre ingresó ilegalmente al depósito de cadáveres en el que se encontraba el de su hermano, para luego dar vueltas por la ciudad durante horas con él a cuestas.

Otra familia relató al mismo medio que su hijo Hamed Salahshoor, de 23 años, tenía “espantosas señales de tortura”. El cuerpo del joven, quien murió bajo la custodia policial, fue encontrado a 30 kilómetros de su ciudad natal.

En la misma línea, Narges Mohammadi, una destacada activista de derechos humanos iraní, escribió una carta desde la cárcel en la que se encuentra recluida, para luego enviársela al medio británico. En ella, detalló cómo mujeres detenidas estarían sufriendo abusos físicos y sexuales.

Mohammadi es subdirectora del Centro de Defensores de los Derechos Humanos, organismo fundado en Londres por Shirin Ebadi, ganadora del Premio Nobel de la Paz. La activista se encuentra en la prisión Evin bajo cargos de “difusión de propaganda”. Según ella, otra conocida activista local habría sido atada de pies y manos a un gancho en altura al interior del vehículo que la transportaba hacia la cárcel, para luego ser agredida sexualmente por agentes de seguridad.

Las denuncias han sido ampliamente negadas por las autoridades nacionales a través de la cadena de televisión estatal iraní. Un informe publicado a mediados de diciembre afirmó que las mujeres detenidas en el contexto de las manifestaciones han sido recluidas en instalaciones dirigidas exclusivamente por personal femenino, criticando a los medios occidentales de dar cabida a “rumores” y acusaciones que “carecen de fundamentos”.

Una vigilia en honor a los iraníes presuntamente asesinados por su gobierno, este sábado en Washington, Estados Unidos. Foto: AP.

“No revelar estos delitos contribuiría a que se siguieran aplicando estos métodos represivos contra las mujeres”, dijo Mohammadi, agregando que “la agresión a mujeres activistas, luchadoras y manifestantes en Irán debe ser denunciada amplia y contundentemente a nivel mundial”.

“La victoria significa establecer la democracia, la paz y los derechos humanos y acabar con la tiranía”, concluyó en la carta. “No retrocederemos”.

Por otro lado, la utilización de bombas molotov han sido la tónica entre los manifestantes, y su uso no ha estado limitado a los enfrentamientos con las fuerzas policiales, lo que distingue a estas protestas de sus versiones previas, donde armas de este calibre no eran parte del repertorio. Algunos de los blancos de estos objetos incendiarios han sido bases de la milicia Basij (fuerzas paramilitares subordinadas a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica) y los seminarios donde se educan a eruditos musulmanes chiíes, conocidos como Hawza.

El rol de celebridades y la Generación Z

A través de videos virales, la franja etaria conocida como Generación Z se ha sumado a las manifestaciones masivas de Irán. Primero fue la transversal quema de velos islámicos por parte de mujeres, pero los y las jóvenes irían más allá.

Conocido como el “arrojo de turbantes”, un trend llama a desafiar las estrictas leyes religiosas de la nación a través del robo de turbantes a religiosos musulmanes chiíes. Acercándose de forma sigilosa mientras otra persona los graba, los jóvenes manifestantes les quitan la prenda y arrancan inmediatamente.

Durante el mes pasado, Arshia Emamgholizadeh, un joven de 16 años, fue detenido por las autoridades de la ciudad noroccidental de Tabriz, tras ser acusado de haber quitado un turbante. Luego de 10 jornadas recluido, fue puesto en libertad. Dos días después, el menor se suicidó. Un familiar del muchacho dijo a BBC Persa que lo habrían golpeado con porras al interior del centro de detención, además de suministrarle pastillas desconocidas.

Algunas celebridades también se han hecho parte de las manifestaciones, con algunas siendo detenidas por las autoridades y otros teniendo que huir del país para resguardar su integridad.

Taraneh Alidoosti, actriz famosa en la Irán, se encuentra recluida en la prisión de Evin luego de manifestar su condena a la muerte de un manifestante. Días antes de su detención, había publicado en sus redes sociales una fotografía de sí misma, pero sin el velo islámico, mientras sostenía un cartel con lemas repetidos en las protestas.

Pegah Ahangarani, otra actriz, huyó del país por temor a pasar por el mismo destino. “Ambas partes se han radicalizado, el régimen en su represión y la gente de la industria cinematográfica en su respuesta”, declaró al medio británico. “Irán no puede volver a la época anterior a Mahsa Amini”.

Desde la vereda oficialista, miembros del gobierno han advertido que la situación continuará escalando si no hay diálogo entre las partes. Así lo cree Mohammad Sadr, uno de los miembros del consejo asesor del líder supremo de Irán, Alí Jamenei, quien se encuentra en el poder desde junio de 1989.

“El cien por ciento de las demandas de los manifestantes no son impracticables, y podemos implementar algunas de estas a lo largo del tiempo para descomplejizar un poco la situación y avanzar hacia un país pacífico. Si no utilizamos este método, nos veremos obligados a continuar con las políticas de seguridad”, dijo Sadr durante una entrevista este sábado con el diario iraní, Donya-e-Eqtesad.

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