En enero de 2017 la figura de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos provocaba más dudas que certezas. Y es que Trump había forjado su carrera como empresario, alejado de los temas políticos, pero cerca del mundo televisivo, la farándula y los flashes. Así, la idea de un outsider en la Casa Blanca causaba, por lo bajo, curiosidad. Pero pasados ya casi cuatro años como Presidente, es posible hacer un balance de lo que ha sido la gestión del mandatario quizás más polémico de Estados Unidos.

Pese a que ha sido catalogado como uno de los Presidentes más divisivos de EE.UU., sus índices de aprobación y desaprobación apenas han fluctuado. Su aprobación se ha situado entre un 50-55%, mientras que su desaprobación entre los 39-45%.

Su labor como jefe de Estado deja hasta el momento una serie de hitos, que probablemente se convertirán en su legado como mandatario estadounidense si es que no logra la reelección.

Pandemia

“El manejo de Trump de la pandemia de Covid-19 probablemente se considerará uno de los mayores desastres en la historia de Estados Unidos”, señaló Business Insider.

Estados Unidos tiene el peor brote de coronavirus del mundo, con más de 9 millones de casos confirmados y casi 235.000 muertes reportadas. Trump ha optado por minimizar la amenaza del virus y ha contradicho a los expertos en salud pública, ignorando las recomendaciones. Cuando él mismo contrajo Covid-19, no se mostró demasiado preocupado por las medidas de protección y optó por mostrarse sin mascarilla.

Trump en un mitin de campaña en Michigan, el 30 de octubre.

El mandatario incluso ha alentado el uso de la hidroxicloroquina como tratamiento contra el virus, pese a que ha sido desaconsejado por especialistas en todo el mundo: “Resulta que soy un creyente en la hidroxicloroquina. La usé. No tuve ningún problema”, dijo Trump en una ocasión. “No hace daño a la gente”, comentó.

La pandemia se considera como uno de los fracasos de su gestión. Antes del Covid-19, Trump y su administración eliminaron una oficina de la Casa Blanca establecida por la administración anterior para combatir pandemias, hicieron recortes en otras partes clave del gobierno federal y propusieron más recortes. Una vez que llegó el coronavirus, Trump sugirió que pronto desaparecería “como un milagro”.

Impeachment

Con la crisis por la pandemia, el proceso de impeachment al que Trump se enfrentó en su momento quedó en el olvido y pareciera ser un evento muy lejano, pese a que fue solo a comienzos de este año. El 18 de diciembre, la Cámara de Representantes votó para acusar a Trump por abuso de poder y de obstrucción al Congreso, convirtiéndolo en el tercer Presidente del país en ser acusado.

Los demócratas lo acusaron de retener US$391 millones en ayuda a Ucrania para presionar y forzar que el país europeo investigara a su actual rival, el demócrata Joe Biden y a su hijo. Sin embargo, Trump se salvó de la destitución gracias a que el Senado votó en mayoría para absolverlo de las acusaciones.

“La izquierda radical en el Congreso está consumida por la envidia, el odio y la ira, ya ven lo que está sucediendo. Estas personas están locas”, dijo Trump durante el proceso en el Capitolio.

Economía

Estados Unidos se enfrenta a una de las peores crisis económicas de su historia, vinculada a su desastrosa respuesta a la pandemia de Covid-19. La recesión pandémica provocó la pérdida de más de 22 millones de puestos de trabajo y millones de recortes salariales. Incluso, antes de que ocurriera la pandemia, la manufactura, la inversión empresarial y el crecimiento se estaban desacelerando.

Según The Washington Post, la deuda nacional está en los niveles más altos desde la Segunda Guerra Mundial. La relación deuda/PIB, una señal de cuán grande es la deuda de Estados Unidos en relación con la economía, está en camino de superar el 100% en los próximos meses.

Antes de la pandemia, Trump logró un crecimiento promedio anual del 2.5%. Los últimos tres años de la administración Obama vieron un nivel similar de crecimiento (2,3%). Pero en el segundo trimestre de 2020, que representa abril, mayo y junio, la economía se contrajo más del 30%. Eso sí, la semana pasada el Departamento de Comercio dio a conocer cifras favorables para Trump, con un crecimiento del PIB de 7,4% entre julio y septiembre, lo que equivale a un incremento trimestral anualizado de 33,1%.

Los salarios reales crecieron durante los primeros tres años de Trump en el cargo, continuando una tendencia ascendente. Por otro lado, la tasa de desempleo cayó del 4,7% poco después de la elección de Trump al 3,5% para fines de 2019, por debajo de las expectativas de la Reserva Federal de alrededor del 4,5%. Eso fue impulsado en parte por los recortes de impuestos sobre la renta corporativos e individuales de Trump.

Política exterior

“El ascenso del Presidente Donald Trump a la Casa Blanca asombró al establishment de la seguridad nacional de Washington y desató debates frenéticos sobre el destino del orden internacional liberal, la hegemonía de Estados Unidos y el futuro de la democracia. Los aliados nerviosos se preguntaban si Trump abandonaría la OTAN, iniciaría una guerra con Corea del Norte o demolería el sistema comercial internacional”, escribió Foreign Policy hace unas semanas. Y, de hecho, Trump sí tomó una serie de polémicas decisiones en materia de política exterior en estos cuatro años.

En mayo de 2018, Trump retiró unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán de 2015, lo que ha generado crecientes tensiones entre ambos países, y es una de las decisiones más impopulares de Trump. De hecho, tres de los principales aliados de Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido, se opusieron firmemente a esta medida. Además, la administración Trump también anunció nuevas sanciones contra Irán.

La tensión entre EE.UU. llegó a un punto culmine cuando en enero Trump ordenó un ataque que mató al principal general de Irán, Qassem Soleimani. El ataque llevó a Teherán a tomar represalias y atentar contra las tropas estadounidenses en la región.

La decisión de Trump de retirar las tropas estadounidenses del norte de Siria también es parte de sus acciones más desastrosas en política exterior, de acuerdo con cierto analistas. Con ello, Trump abandonó a las fuerzas kurdas aliadas de Estados Unidos. Luego, la decisión de Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, generó advertencias sobre levantamientos en la región y un conflicto con los palestinos.

Y más reciente este año, en agosto, la administración Trump también se atribuyó el mérito de normalizar las relaciones entre Israel y dos de los aliados más cercanos de Washington en Medio Oriente, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. El Presidente republicano describió que se trata del “amanecer de un nuevo Medio Oriente”.

Por otro lado está la relación con China y la guerra comercial en 2018 que estalló luego de que Trump anunciara la intención de imponer aranceles de US$ 50.000 millones a productos chinos y, en represalia, el gobierno chino impuso aranceles a más de 128 productos estadounidenses. Además, la administración estadounidense ha tomado medidas para reducir la dependencia con China para materiales críticos, ha redoblado su apoyo a Taiwán y ha tomado una línea más dura sobre el acaparamiento de tierras de Beijing en el Mar de China Meridional.

También, Trump retiró a EE.UU. del Acuerdo de París contra el cambio climático.

Migración y el muro

Antes de ser Presidente, en 2016 Trump hizo campaña prometiendo reducir la inmigración ilegal y se comprometió a adoptar un enfoque de línea dura, y así fue. La política de “tolerancia cero” de su administración sobre los cruces fronterizos ilegales provocó la separación de al menos 5.500 familias y generó que niños quedaran encerrados en jaulas.

Entre 2016 y 2019, la inmigración neta anual a Estados Unidos se redujo casi a la mitad, a unas 600.000 personas por año, un nivel no visto desde la década de 1980, según cifras de Brookings Institution.

Trump también puso fin al “estatus de protección temporal” para 400.000 personas de El Salvador, Haití, Sudán y otros lugares que han vivido y trabajado legalmente en Estados Unidos durante décadas después de haber recibido un refugio por guerra o desastre natural. También intentó, sin éxito, cancelar el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), que se encarga de proteger a todos los jóvenes que ingresaron de manera ilegal siendo menores al país.

“Mediante órdenes administrativas, aplicación estricta y meras amenazas, la Casa Blanca ha atacado prácticamente todos los aspectos de la inmigración, legales e ilegales”, escribió The New York Times en un editorial a principios de mes.

Por otro lado, está la gran promesa de un muro fronterizo con México, con el objetivo de no dejar ingresar al país a inmigrantes indocumentados. La administración del Presidente ha prometido construir 800 kilómetros para fines de este año y desde enero de 2017 se han construido aproximadamente 507 kilómetros. Sin embargo, de esos, unos 451km son sustituciones o reparaciones de estructuras ya existentes que estaban deterioradas

En febrero de 2019 Trump no logró persuadir al Congreso de que asignara los fondos que deseaba para el muro, por lo que declaró una emergencia nacional y le ordenó al Departamento de Defensa que reprogramara los fondos para la construcción de dicho muro.

Deserciones

Pero una de las características más marcadas de la administración de Trump, ha sido el alto número de deserciones que ha tenido su gobierno desde 2017, lo que ha dado paso a cientos de polémicas y especulaciones sobre el trato del propio Presidente con sus funcionarios y funcionarias. Al 25 de mayo de 2020, se han despedido y/o han dimitido 415 personas, un récord en la historia estadounidense.

Según Brookings Institution, la rotación entre los asesores de alto rango en la oficina ejecutiva del Presidente es de 91% al 7 de octubre de 2020.

Entre los nombres más reconocidos de funcionarios que se alejaron o fueron despedidos están Michael Flynn, como asesor de Seguridad Nacional; Steve Bannon como estratega jefe; Hope Hicks como directora de comunicaciones de la Casa Blanca; Rex Tillerson como secretario de Estado; Jeff Sessions como fiscal general; Nikki Haley como embajadora de la ONU; Jim Mattis como secretario de Defensa; John Bolton como asesor de Seguridad Nacional, y más recientemente Kellyanne Conway como consejera principal del Presidente, entre muchos otros.