América Latina en la encrucijada: Los retos de las designaciones de Trump y el avance de China
Para Chile, comprender las prioridades de la administración Trump y anticipar las posibles reacciones de Estados Unidos y la región será crucial para maniobrar en este escenario, mitigar riesgos y proteger sus intereses estratégicos y económicos.
Por Carl Meacham, exasesor senior republicano del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca un cambio profundo en cómo Estados Unidos interactuará con América Latina y el mundo. Sus nombramientos clave —Howard Lutnick como secretario de Comercio, Marco Rubio como secretario de Estado, Tulsi Gabbard como directora de Inteligencia Nacional, Pete Hegseth como secretario de Defensa, Tom Homan como “zar de la frontera” y Michael Waltz como asesor de Seguridad Nacional— reflejan una estrategia diseñada para reestructurar las instituciones y redirigir las relaciones exteriores. Estas decisiones subrayan un enfoque ideológico y transaccional: si un gobierno es afín a sus posturas, la colaboración será más fácil. Sin embargo, también plantean riesgos significativos para aliados como Chile y podrían empujar a la región hacia una mayor dependencia de China.
Howard Lutnick, un defensor de políticas proteccionistas, encarna la agenda de “Estados Unidos primero.” Como CEO de Cantor Fitzgerald, ha abogado por aranceles más altos para proteger la industria estadounidense. Esto podría afectar directamente las exportaciones chilenas de cobre, litio y productos agrícolas, sectores clave de su economía. Con el 35% de sus exportaciones dirigidas a China y solo el 15% a Estados Unidos, Chile podría profundizar sus lazos comerciales con Beijing como respuesta. Además, acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de 2004 y el Tratado Tributario Bilateral de 2023 podrían ser revisados, incrementando la incertidumbre económica en la región. Para inversionistas, anticipar estos cambios será clave para adaptarse a un panorama más restrictivo.
Marco Rubio, un senador cubanoamericano, será central en la política hacia América Latina. Sus prioridades incluyen alianzas con líderes conservadores como Nayib Bukele, en El Salvador, y Javier Milei, en Argentina, además de mantener una postura dura contra las dictaduras en Venezuela, Nicaragua y Cuba. Sin embargo, la deportación masiva de millones de inmigrantes indocumentados —liderada por Tom Homan, “zar de la frontera,” y Stephen Miller, subjefe de gabinete para políticas y arquitecto de la estrategia migratoria de Trump— podría convertirse en el primer acto definitorio de esta administración hacia la región. Según Miller, las deportaciones de millones se llevarían a cabo mediante el uso de “la Guardia Nacional o militares activos” para acelerar la expulsión de indocumentados, un enfoque que probablemente provoque tensiones diplomáticas significativas. Países como México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Venezuela enfrentarán tensiones sociales y económicas al absorber a sus ciudadanos repatriados, tensando las relaciones bilaterales con Estados Unidos y alejando a los gobiernos de la región hacia alternativas más predecibles.
Tulsi Gabbard, excongresista demócrata que recientemente se unió a los republicanos, ha sido acusada por algunos de ser un “activo ruso” debido a sus posturas no intervencionistas y reuniones con líderes autoritarios como Bashar al-Assad. Su enfoque contrasta con la postura de Rubio sobre Venezuela, donde él aboga por mayor presión sobre el régimen de Maduro. Como directora de Inteligencia Nacional, Gabbard podría despriorizar temas como el narcotráfico y el crimen organizado en América Latina, dejando un vacío que China podría aprovechar para fortalecer su influencia estratégica.
Pete Hegseth, excomentarista de Fox News y oficial de la Guardia Nacional, refleja la prioridad de Trump por la lealtad personal sobre la experiencia. Conocido por sus posturas polarizantes, incluido el apoyo a militares acusados de crímenes de guerra, fue excluido de la seguridad durante la inauguración presidencial de Joe Biden en 2021, debido a preocupaciones por vínculos con extremistas. Como secretario de Defensa, podría reducir la cooperación militar con América Latina, afectando programas antinarcóticos y de entrenamiento, lo que facilitaría una mayor presencia china en la región.
Michael Waltz, congresista republicano de Florida y ex boina verde con posturas duras contra China, llega como asesor de Seguridad Nacional con un enfoque en contrarrestar a Beijing. Sin embargo, con conflictos en Ucrania y Medio Oriente, existe el riesgo de que América Latina quede relegada en las prioridades estratégicas de esta administración. Su propuesta de usar la fuerza militar contra los cárteles en México podría generar tensiones diplomáticas adicionales, afectando la estabilidad regional.
Steve Bannon, estratega jefe en la primera administración de Trump, emerge como una figura clave detrás de esta agenda. Conocido por su objetivo de desmantelar el “estado administrativo,” su influencia refuerza un enfoque centralizador que prioriza figuras leales y polarizantes, incluso a costa de relaciones estratégicas en América Latina.
Estas nominaciones presentan un desafío para el Senado, que deberá decidir si ejercerá su deber constitucional de revisar cuidadosamente estas designaciones o simplemente las aprobará. La narrativa de Trump sobre un “sistema corrupto” podría ganar fuerza si enfrenta resistencia, consolidando su poder frente a cualquier oposición.
Para Chile y América Latina, las implicaciones son decisivas. Aunque Rubio podría servir como un puente para fortalecer las relaciones bilaterales, si todos son aprobados por el Senado, las políticas proteccionistas impulsadas por Lutnick, la deportación masiva liderada por Homan y Miller, y los enfoques ideológicos de Gabbard y Hegseth podrían distanciar a la región de Estados Unidos. Esto fortalecería el papel de China como un socio más atractivo al ofrecer cooperación económica. Para Chile, comprender las prioridades de la administración Trump y anticipar las posibles reacciones de Estados Unidos y la región será crucial para maniobrar en este escenario, mitigar riesgos y proteger sus intereses estratégicos y económicos.
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