Coordinador de MSF en el Mediterráneo: “Estamos en el mar rescatando a migrantes porque los estados europeos no cumplen con sus responsabilidades”

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Juan Matías Gil, coordinador de la operación de MSF en el Geo Barents. Foto: Anna Pantelia/MSF

Juan Matías Gil se encuentra a cargo del barco Geo Barents que está navegando en el Mediterráneo Central para rescatar a migrantes que intentan llegar a Europa. Denuncia el "doble estándar" a raíz del conflicto en Ucrania, ya que "la gente que parece europea, que tiene el mismo color de piel, o los ojos claros es bienvenida", asegura.


Con el barco Geo Barents, la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) volvió al rescate marítimo de refugiados en el Mediterráneo en junio 2021. En lo que va de año, han llegado 8.669 migrantes a las costas italianas por esa vía, cifra ligeramente mayor a los 8.604 que lo hicieron en el mismo período del pasado año, según datos del Ministerio del Interior de Italia.

El 23 de abril pasado, la ONG rescató a 101 migrantes que navegaban al noreste de Libia. “El clima en estos días era bastante malo, este año ha estado el tiempo bastante malo. Entonces cuando hay una ventana de buen tiempo, hay un gran número de partidas y nosotros tenemos más o menos entendido los lugares de la costa desde donde salen y entonces hacemos patrullaje de búsqueda en aguas internacionales hasta que logramos encontrarlos. Ese fue un rescate muy limpio, porque veníamos de dos rescates en los últimos meses donde si hubiésemos llegado cinco minutos más tarde los hubiésemos perdido. Entre las 101 personas, cerca de 80 eran de Eritrea, muy jóvenes, que enfrentan una dictadura cruel. Había siete mujeres y cuatro niños”, relata a La Tercera, Juan Matías Gil, coordinador de la operación de búsqueda en la embarcación.

¿Desde dónde llegan la mayoría de los migrantes que toman la ruta por el Mediterráneo Central?

La gran mayoría de los migrantes sale de Libia, pero no quiere decir que sean libios. De hecho, libios han cruzado muy poquitos, pero es el país desde donde convergen las distintas rutas migratorias. Sea desde Asia, donde encontramos paquistaníes y bangladesís e incluso afganos. La ruta que viene del oeste de África, por la vienen mayoritariamente eritreos, etíopes y somalíes. Por último hay rutas que vienen desde Marruecos, Argelia y llegan a Libia, porque en el estado en el que se encuentra el país, es un Estado fallido, donde no hay un gobierno central que tenga el control del territorio, obviamente es muy propenso a todos los negocios con las personas. Es ahí donde los traficantes desarrollan su actividad, encuentran un vacío estatal y sin escrúpulos.

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Juan Matías Gil, coordinador de la operación de MSF a bordo del Geo Barents. Foto:Anna Pantelia/MSF

¿Cómo son las embarcaciones en las que ustedes encuentran a los migrantes?

Las embarcaciones no tienen las condiciones para navegar. Son gomones de nueve metros, con tubulares y un suelo de madera, con motores que obviamente no tienen las condiciones para llevar a 140 personas. También salen barcones de madera, de 18 a 20 metros, que transportan hasta 400 personas. Lo que vemos en los últimos años son algunas barcazas de madera más chiquitas de tres a cuatro metros con 50 a 60 personas a bordo. Esto quiere decir que no hay lugar para nada desde el momento en que se suben a las embarcaciones, no se pueden mover en absoluto. Todo eso para cruzar en una ruta de la muerte. El año pasado murieron 1.500 personas que sepamos, y es un número muy subestimado, y en lo que va del año ahora más de 550 personas han perdido la vida. Obviamente los traficantes no son responsables y no les interesa la vida de las personas y los lanzan al mar sin ninguna garantía de que lleguen.

¿Qué ocurre una vez que ustedes los recatan?

Los subimos a bordo y les entregamos una atención médica inmediata, por los problemas que puedan tener, como deshidratación, insolación, que se encuentren descompensados. Así que los estabilizamos y también vemos a las personas que tienen enfermedades crónicas, porque a bordo no tenemos capacidad atenderlos. Obviamente si una persona se dializa, tenemos que llamar a emergencias. Por ley marítima internacional la persona tiene que ser llevada a un lugar seguro. Entonces, inmediatamente después de hacer un rescate los deberíamos desembarcar en un lugar donde su vida no corra peligro o no sean perseguidos por ningún motivo. Nosotros después de hacer el rescate terminantemente rechazamos desembarcar a las personas en Libia y pedimos a los estados más cercanos, que en este caso son Malta e Italia, que los desembarquen. Hasta 2017 esto sucedía normalmente como lo dice la ley, pero a partir de entonces los gobiernos europeos comenzaron a tomar medidas de gestión en los flujos migratorios y externalizaron la frontera, y ponen el problema lo más lejos posible.

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Sobrevivientes de un rescate ocurrido el 23 de abril pasado. Foto: Anna Pantelia/MSF

¿Y qué hacen entonces?

Le pedimos a Malta desembarcarlos y rechazan todos nuestros pedidos. Entonces, seguimos hacia el norte y hablamos con las autoridades italianas que discrecionalmente se demoran aproximadamente una semana en hacer desembarcar a los migrantes, extendiendo un período de sufrimiento innecesario. Entonces estas personas que han sufrido aberraciones contra sus propios derechos humanos, siguen estando en un barco que no es un lugar propicio para tenerlos y tratarlos física y sicológicamente como se debería. Entonces, el gobierno, en este caso el italiano, es el que nos pone las trabas, pero finalmente en aproximadamente unas semanas logramos desembarcarlos, pero no con pocos desafíos. Muchas veces vienen a hacer inspecciones en el barco, tratando de detenernos administrativamente para impedir o minimizar el tiempo que podemos estar en el mar. Estamos en el mar no porque lo queramos hacer, sino porque los estados dejan un vacío muy grande y no cumplen con sus responsabilidades.

Van de puerta en puerta a ver quién los recibe…

Estamos mendigando a ver quién nos abre la puerta y quién es responsable y consecuente con los tratados internacionales que han firmado. Entre ellos no solo se encuentra la Ley Marítima Internacional con sus convenciones, sino que también me refiero a la de refugiados que habla de no enviar a las personas donde su vida corre peligro. Y obviamente las actuales convenciones de los derechos humanos, el derecho a la vida, a no ser maltratado y torturado, el derecho a reunificación familiar, a la salud, educación. Entonces, ellos mismos que han firmado esas convenciones, o las cumplen parcialmente, podemos ver hoy cómo las están cumpliendo como debería ser en la frontera este de Europa con el conflicto en Ucrania y no la cumplen acá. Entonces, podemos hablar de un doble estándar. Porque la gente que parece europea, que tiene el mismo color de piel, o los ojos claros es bienvenida, mientras que la gente que viene de Medio Oriente, de guerras, de dictaduras crueles, de consecuencias de cambio climático, no es bienvenida.

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Sobrevivientes de un rescate ocurrido el 23 de abril pasado. Foto:Anna Pantelia/MSF

¿Qué medidas están tomando los países europeos para que no lleguen los migrantes?

En marzo de 2016 se firmó el acuerdo con la Unión Europea y Turquía para bloquear a las personas ahí. Al mismo tiempo se firmó el Memorandum of Undertanding entre Libia e Italia en 2017 que más o menos tiene la misma lógica: Nosotros financiamos a la guardia costera libia, le damos barco, tecnología, le damos entrenamiento, comunicaciones, y ustedes evitan que las personas lleguen a nuestro territorio. Año tras año se ha ido renovando el acuerdo, el acuerdo era por tres años, venció en 2020 y se renovó por otros tres años hasta 2023, pero año a año han ido incrementando el presupuesto anual, dándole más embarcaciones y más fondos a los libios. Con el paso del tiempo vemos que estas políticas de mantener (el problema) lo más alejado posible del territorio europeo se han ido incrementando y reforzando.

Con la llegada del verano en Europa, ¿se esperan más embarcaciones de migrantes?

Es algo estacional, siempre ha sucedido. En los primeros años, había pocas partidas desde Libia en invierno. Pero en los últimos años ya no es el caso, siguen saliendo, en cualquier momento que hay alguna ventana de buen tiempo. Si en invierno hay cinco salidas, en verano hay 25. Entonces es una correlación directa, mejora el tiempo y hay más partidas, más muertes, más interceptaciones y gente llevada a Libia. Esto está recién comenzando este año, pero ya podemos hablar de un gran número de muertes innecesarias, en gran parte provocadas por las políticas migratorias europeas. Lo vemos aquí en el Mediterráneo Central, en Canarias, en Grecia.

¿Cuánto pagan los migrantes para cruzar el Mediterráneo?

Fluctúa mucho de acuerdo a los períodos y las nacionalidades. En este momento, luego de conversar con ellos, pagan alrededor de 1.500 euros, mientras que un vuelo en una aerolínea entre Libia e Italia tal vez se podría comprar por 200 euros. Y estas que son las personas más pobres del mundo, por no tener alternativas legales y seguras para viajar, deben arriesgar su vida con un gran costo y endeudando a sus familias por generaciones.

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