A medida que el coronavirus aumenta su propagación en medio de la segunda ola de la pandemia, algunas ciudades en Estados Unidos han optado por volver a cerrar los colegios, una medida que genera agudas opiniones a favor y en contra. La última de ellas fue Nueva York, que este jueves anunció el cierre de sus escuelas públicas a partir de este viernes. A esta ciudad se suman Detroit y Cincinnati. Pero mientras eso ocurre en EE.UU., en Europa la situación es diametralmente opuesta y los países, pese a que han tomado una serie de medidas de reconfinamiento, han evitado cerrar los colegios.
Desde inicios de septiembre que las escuelas de toda Europa comenzaron a reabrir tras las vacaciones de verano y luego de una primera mitad del año mayoritariamente basada en la enseñanza remota. Pero pese al severo aumento de los casos de Covid-19, la mayoría de los gobiernos están decididos a mantener las clases presenciales, incluso cuando las empresas y los lugares de trabajo están cerrados y con teletrabajo.
Países como Francia, Reino Unido y Alemania han optado por guiarse de la evidencia emergente de que las escuelas no han sido los principales centros de transmisión del virus, especialmente para los niños pequeños.
La Unión Europea ha reportado 11,3 millones de casos de Covid-19, la mayoría concentrados en Francia (2 millones). Ya son más de 206.000 infecciones diarias las detectadas en promedio hasta la semana pasada en el bloque europeo, o alrededor de 460 casos por millón de habitantes en promedio. A modo de comparación, Estados Unidos tiene un promedio de 135.000 casos registrados por día, o 408 por millón.
En Francia, el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, -quien presionó para que las escuelas reabrieran rápidamente, diciendo que el costo social y económico de faltar a clases era demasiado alto- decidió mantener las clases presenciales cuando el país entró en un cierre nacional a fines de octubre. La semana pasada, Blanquer dijo al Parlamento francés que estaba listo para aplicar nuevas medidas de salud en las escuelas si fuera necesario, “pero mi objetivo es mantener las escuelas abiertas tanto como sea posible, porque nuestros niños tienen derecho a una educación”.
En Irlanda ocurrió lo mismo. A mediados de octubre se decretó un regreso al nivel más estricto de restricciones, sin embargo, los colegios y jardines infantiles han permanecido abiertos. “Esto es necesario porque no podemos y no permitiremos que el futuro de nuestros niños y jóvenes sea otra víctima de la enfermedad”, dijo el primer ministro irlandés Micheál Martin.
A inicios de noviembre, Alemania decretó un nuevo cierre hasta fin de mes, en el cual no estaban incluidas las escuelas. El Instituto Robert Koch, en tanto, la principal agencia de prevención de enfermedades del país, recomienda que la enseñanza presencial se reduzca a la mitad si las infecciones locales superan los 500 casos por millón.
Pero existe una creciente presión por cerrar escuelas. En Francia, miles de profesores se declararon en huelga la semana pasada.
Existe división e incertidumbre entre los expertos ante un fenómeno que aún no ha encontrado un patrón claro. La Fundación Insight for Education ha estado estudiando los contagios en las escuelas en 191 países. “Nuestro análisis reveló que no existe un patrón consistente entre el estado de la escuela y las tasas de infección por Covid-19, contrariamente a las suposiciones. No estamos diciendo que las escuelas no tengan nada que ver con los casos, lo que estamos diciendo es que la apertura de escuelas no conduce inevitablemente a un aumento en el número de casos y que el cierre de escuelas no necesariamente conduce a una disminución de los casos. La realidad es mucho más compleja”, dice a La Tercera Randa Grob-Zackhary, CEO de Insight for Education . Plantean así que deberían considerarse otros factores, como el estado de apertura económica, testeo, rastreo y la capacidad del sistema de salud.
En esa misma línea, una investigación de la Universitat Politècnica de Catalunya analizó el efecto de la reapertura de escuelas en diferentes regiones españolas y no encontró un patrón evidente.
Por otro lado, un estudio publicado en The Lancet, basado en datos de más de 130 países, estimó que el cierre de escuelas podría disminuir las infecciones en la comunidad en un 15% en un mes. Eso sí, el estudio no tomó en cuenta precauciones como el distanciamiento social en las aulas, que podría limitar las infecciones en las escuelas sin cerrarlas.
Alerta en Latinoamérica
En América Latina, en tanto, el cierre de las aulas se mide en una escala diferente: el riesgo de que millones de niños queden sin educación en una etapa clave. La Unicef alertó en un informe difundido el 9 de noviembre que es prioritario reabrir las escuelas en la región, puesto que el cierre de las instituciones educativas “ha privado al 97% de los estudiantes de la región de continuar con su educación habitual”, lo que amenaza la formación de millones de niños, especialmente los más pobres, y advierten una “catástrofe generacional”. Con ello, cerca de 3 millones de niños y niñas en América Latina corren el riesgo de no regresar nunca a clases.
En países como Chile, Argentina y Colombia los colegios ya han iniciado su regreso a clases aunque de manera controlada y mixta, por lo general. Los planes de clases presenciales más extensos se prevén para el próximo año.