A sus 38 años, Daisy Dunn es una clasicista ampliamente premiada y reconocida. Nacida en Londres, creció en una familia de artistas en Wimbledon antes de estudiar en la Universidad de Oxford. En 2013 se doctoró en Historia clásica en el University College de Londres, donde recibió el Gay Clifford Award for Outstanding Women Scholars y una beca de la Sociedad Cultural Italiana.

Su especialidad es la historia y la literatura de la Grecia y la Roma antiguas. Su último libro, La venganza de Pandora: Una historia del mundo antiguo a través de las mujeres, fue publicado en 2024 en varios idiomas de todo el mundo, y fue elegido libro del año por The New Yorker, Smithsonian, BBC History, entre otros. Su notable texto reivindica y visibiliza el papel de las mujeres en esa historia. “La versión completa, en la medida en que podemos conocerla, del mundo mediterráneo desde la civilización minoica hasta los inicios del Imperio romano”, reseñó The New York Times.

Además de sus libros, Dunn es crítica y comentarista cultural, con columnas en The Spectator y Spear’s, y artículos regulares en The Sunday Times, Daily Telegraph, Engelsberg Ideas y Literary Review. También ha escrito para The Times, Daily Mail, Evening Standard, History Today, The London Magazine, New Statesman, Newsweek, entre otros medios. Es editora de ARGO: A Hellenic Review, revista internacional de cultura griega publicada por la Hellenic Society.

Aparece en Zoom puntual y energética, y cuenta que viene corriendo pues ha tomado una clase de ballet recién. La lluvia del invierno inglés irrumpe en sus ventanas, mientras ella, rodeada de sus libros, cuenta que hace unos 10 años se dio cuenta de que todo lo que leía estaba dominado por hombres, sobre todo en la sección de no ficción. “En ficción estamos empezando a ver muchas publicaciones de libros que relatan mitos desde una perspectiva femenina. ¿No es extraño que nadie haga eso por la historia real? ¿Qué pasa con las mujeres reales del pasado? Tenía todos esos libros en casa que eran sobre la historia del mundo antiguo, pero casi no aparecían mujeres en ellos, solo estaban en un segundo plano. Cuando estaba en la universidad no aprendí mucho sobre las mujeres. A veces había un módulo que duraba una o dos semanas, y se dedicaba a estudiar a las mujeres, a los esclavos y a otras personas. Y eran los hombres los que dominaban, así que yo sólo quería restablecer el equilibrio”, cuenta.

¿Cuál es el mecanismo que permitió que todas estas mujeres fueran borradas de la historia? Pasa en muchas áreas lo mismo, en que sus contribuciones no son reconocidas.

Con los clasicistas ocurre exactamente lo mismo. Se ha puesto toda la atención en los hombres, en los historiadores masculinos. Y creo que esto se remonta a mucho tiempo atrás: depende de quién escriba la historia. Y existe esta idea que se ha mantenido, que se ha cimentado a lo largo de nuestra historia: que la historia seria la escriben los hombres. Y piensan que todo lo que las mujeres pudieron haber logrado es secundario, como una anomalía, y que no vale la pena mencionarlo.

¿Desde siempre?

Lo que encontré cuando estaba investigando esto es que algunos de los historiadores de la antigua Grecia estaban muy interesados en las mujeres que hacían cosas. En realidad, los historiadores posteriores son los más culpables. La gente de la época moderna es peor que la gente que escribió los relatos de la antigüedad. Y dicho esto, la mayor parte de la evidencia con la que trabajé fueron escritas por hombres. Sabemos que en la antigüedad hubo muchísimas escritoras, pero se las borró en gran medida de los registros porque, en el caso de los eruditos, los monjes y las personas que copiaban los manuscritos, se centraban en lo que (ellos) consideraban importante. De modo que hemos heredado el criterio de las personas que vivieron en el pasado, y se ha perpetuado porque, en particular en la historia, tenemos la idea de que existe una historia canónica y la historia se vuelve canónica. La gente mira hacia quienes estuvieron antes que ellos, y solo reciclan… En términos de lo que creen que es la esencia del tema, simplemente recurren a lo mismo una y otra vez… Y está esa idea de que las mujeres no hemos contribuido como realmente lo hemos hecho. Y no creo que los hombres se den cuenta de lo que hacemos muchas veces. Creo que es lo mismo hoy en día. Un hombre no tiene idea de lo que has hecho en la casa y con tu trabajo; simplemente no hacen preguntas. Y creo que eso ha sido un problema.

¿Cuál es el antídoto para esto? Tiene enormes consecuencias la forma en que los logros y las contribuciones de las mujeres se reflejan y reconocen ¿o no?

Creo que, como mujeres, tenemos que hablar más abiertamente de lo que hacemos. Los hombres, si han hecho algo, se lo cuentan a todo el mundo; como un gran anuncio. Pero las mujeres no es algo que hagan habitualmente. No es algo que esté en la naturaleza de las mujeres, el difundir sus propios logros de esa manera. Y creo que eso contribuye a que se las olvide y se subestime la importancia real de su trabajo. Por eso creo que para que esto cambie, tenemos que comunicar mucho más lo que estamos haciendo. Y luego, como mujeres, debemos apoyarnos entre nosotras y apoyar a otras mujeres que nos rodean y asegurarnos de que se nos escuche. En lo personal, no soy muy entusiasta particularmente de las redes sociales, por ejemplo. Y me resulta muy incómodo poner en X o Instagram: “Mi libro está teniendo mucho éxito”. Pero creo que si tienes otras amigas que están dispuestas a hacerlo por ti, creo que se puede crear una especie de hermandad para intentar corregir esa desigualdad.

También juegan un rol en ese sentido los estereotipos de género. Estudios revelan que las mujeres que muestran sus logros son penalizadas, mal vistas…

Sigo pensando que es mucho más fácil ser hombre. Y tenía que decirlo. Ser un hombre a la vista del público es mucho más fácil, porque, como dices, te elogian inmediatamente por cualidades por las que se penaliza a las mujeres. Y creo que siempre ha sido así. Sabes, cuando pienso en Safo, veo que en realidad era una escritora muy competitiva. Competía con hombres y participaba en concursos de canto y de poesía. Y la gente que escribió sobre ella supuso que debía ser fea, que debía tener muchos defectos, que era muy celosa. Y ella era celosa… no estoy diciendo que todas las mujeres sean perfectas, no lo son. Pero creo que los hombres suelen ser demasiado duros con las mujeres y desconfían de las mujeres que tienen éxito y reconocen sus propios éxitos. Y creo que eso es lo que tiene que cambiar. Creo que necesitamos que los hombres apoyen a las mujeres de la misma manera que las mujeres apoyan a otras mujeres. Creo que simplemente necesitamos cambiar la manera en que se ve esto.

Mujeres tenaces

En su investigación sobre estas grandes mujeres, ¿cuáles son los rasgos que le parecieron más interesantes y sorprendentes?

Creo que realmente me impresionó la tenacidad de muchas de estas mujeres. En muchos casos, estaban muy, muy reprimidas por la sociedad en la que vivían. Y, sin embargo, corrían el riesgo de salir de la esfera doméstica cuando era necesario. Por ejemplo, está el caso de Telesila, una mujer que vivía en Argos, Grecia, alrededor del siglo IV A.C., y hubo una invasión espartana de su territorio. Y, por lo general, uno piensa: “Bueno, vamos a enviar a los hombres al frente”. Pero ella realmente lo hizo todo en ese momento. Ella simplemente tomó la iniciativa. Dijo: “Bien, voy a reunir armas de las casas de todos. Voy a ir a los templos, a buscar todas las armas que estaban guardadas. Los hombres pueden salir a luchar en la primera línea de los espartanos, pero yo voy a defender mi ciudad a toda costa”. Y armó también a las mujeres. Hizo que los ancianos formaran una especie de cadena humana alrededor de la ciudad. Y la gente la siguió porque creo que en ese momento de pánico hay que seguir a alguien. Y lo hizo. Y fue celebrada por ello. Posteriormente se le erigieron estatuas. El dios de la guerra, Marte, estaba en esa ciudad, celebrado como un dios femenino, no sólo como un dios masculino, que era la tradición. Así que creo que a veces tienen que ser circunstancias realmente excepcionales para que una mujer pueda escapar de un status quo como ese.

Style: "Agfa"

¿El poder se veía como algo peligroso en las mujeres? ¿Sigue siendo así?

Sí. En la gran mayoría de los casos, se considera peligroso que las mujeres tengan poder. Y por eso es que en la antigua Roma las mujeres permanecían encerradas en casa, con velo la mayor parte del tiempo. No se les permitía salir libremente. Tenían que estar bajo el cuidado de un guardián masculino. Es un elemento de control, para evitar que esto suceda. Así que no hay mujeres que obtengan poder en absoluto. Pero creo que lo interesante es que aparecen estas anomalías, como Telesila, Artemisa y las grecopersas también. Y de repente, son admiradas por hombres que casi no pueden creer que puedan lograr algo bueno con ese poder. Es como un shock para ellos. Pero estas figuras son aceptadas como algo único.

Aceptadas pero como la excepción...

Son la excepción. Exactamente.

¿De dónde viene todo ese miedo al poder femenino?

Es una pregunta difícil… Creo que debe haber un elemento que provenga del miedo. Siento que muchas veces, cuando vemos el teatro griego y las tragedias griegas, están escritas por hombres, pero parecen estar impulsadas por este miedo absoluto de lo que sucedería si las mujeres tuvieran los mismos poderes que los hombres, el mismo estatus. Y creo que es una especie de inseguridad en algún nivel que tienen los hombres, que no quieren que se demuestre que están equivocados. Necesitan creer que son los número uno. No digo que esto sea algo que les pase a todos los hombres, obviamente, hay también hombres buenos, pero creo que, si generalizamos a lo largo de la historia, esto es lo que ha sucedido.

Usted dice: “Escribo estas líneas con una nueva conciencia de lo frágiles y, a la par que alentadoras que pueden ser las palabras de una mujer”. ¿Qué quiso decir?

Sí, creo que mientras escribía este libro era consciente de la cantidad de textos escritos por mujeres que se han perdido. Así que se puede pensar: “Vale, he conseguido una especie de legado al publicar este material”. Pero eso no es garantía de que se siga leyendo, porque muchas veces, como hemos visto, los hombres que han estado copiando estos manuscritos simplemente no copian los de ellas porque no los consideran importantes. Pero creo que cuando las voces de las mujeres se hacen oír, pueden convertirse en verdaderas fuerzas para el bien y también para el cambio. Existe una especie de dicotomía extraña: hacen una encuesta todos los años y descubren que la mayoría de los libros de no ficción de historia más vendidos, por lo general, unos 17 o 18 de ellos están escritos por hombres, y no por mujeres. Y eso se refleja muy mal en nosotros como compradores, ¿no es así? Y, sea cual sea el tipo de literatura que compramos en nuestras librerías, sigue existiendo este problema. Y si bien no tenemos el problema de que los copistas no copien nuestros libros, pero si no compramos libros escritos por mujeres, eso sí que es un problema. Y eso es algo similar a lo que afrontaban las mujeres del mundo antiguo. Cuando comencé a escribir este libro me preocupaba mucho que los hombres no lo leyeran. Pensaba: ¿Los hombres se sentarán en un tren y leerán un libro en el que las mujeres ocupan un lugar destacado en la historia? Pero, de hecho, me han animado, ya sabes, cuando hablo en festivales literarios, he visto a muchos hombres venir. Quiero que lean este libro. Creo que los hombres deben hacer un esfuerzo concertado para leer más no ficción e historia escrita por mujeres.

Este nuevo 8M, Día Internacional de la Mujer, en que se recuerdan los avances y los pendientes en cuanto a la igualdad de género, lo que usted hace es muy relevante: visibilizar los logros.

Bueno, creo que es muy importante porque creo que tenemos que deshacernos de la idea de que los logros de las mujeres son una especie de símbolo. Creo que estamos ligeramente viviendo en un mundo en el que para lograr balance casi que habría que hacer un esfuerzo especial para encontrar algo que las mujeres hayan hecho para celebrar este día en particular. Y parece casi forzado, debería ser algo natural. Debería ser algo natural porque no es una cuestión de simbolismo. Creo que las mujeres han logrado cosas maravillosas y que esto debería convertirse en una parte normal de nuestra conversación, una parte normal de cómo vemos nuestra historia y de dónde venimos. Porque si analizamos la historia de esa manera, creo que también podemos analizar nuestro propio mundo de esa manera. Hay muchas críticas a veces, quizás también en tu país…

¿De qué tipo?

Hay muchos hombres quejándose en este momento de que, si son hombres blancos de mediana edad, sienten que los están excluyendo. Y si una mujer dice que ha conseguido un trabajo mejor que ellos, ellos responden: “Bueno, es porque es mujer”. Entonces estamos recibiendo más rabia… por toda esa idea de marcar una casilla. Y eso es de lo que tenemos que deshacernos y concordar con esta idea de que las mujeres tienen mérito y siempre lo han tenido y han logrado cosas por sí mismas. Y que, en realidad, ha sido mucho más difícil para las mujeres lograr muchas de esas cosas, porque han tenido que superar más obstáculos para hacerlo. Aprender esto desde la escuela primaria en adelante es muy importante.