El caso Pelicot relanza en Francia el debate sobre la definición de violación
El proceso por violaciones de Mazan reflotó la idea de integrar la noción de consentimiento en el Código Penal. Aunque existe un proyecto de ley en la Asamblea Nacional, algunos abogados e incluso asociaciones feministas, no ven con buenos ojos la iniciativa.
El proceso por violaciones de Mazan, conocido como caso Pelicot, dio la vuelta al mundo e impactó a la opinión pública francesa, que siguió atenta los desarrollos del juicio: empezando en septiembre, durante tres meses se conocieron los detalles del caso, que terminó con la condena de los 51 acusados la semana pasada.
Sentenciado a 20 años de cárcel, Dominique Pelicot drogó a su entonces esposa Gisèle, y contactó a otros hombres para violarla durante cerca de 10 años. La evidencia conseguida desde el disco duro del electricista fue crucial, ya que en ella se encontraron videos con los que se pudo identificar a otros 50 hombres.
El caso fue ampliamente comentado en Francia, tanto por ciudadanos como por políticos, y ha lanzado el debate sobre la definición de violación en el país europeo. Ya el 27 de septiembre, el entonces ministro de Justicia Didier Migaud se había pronunciado a favor de integrar la noción de consentimiento en el Código Penal, cosa que el mismo presidente Emmanuel Macron había indicado unos meses antes.
Ya el 28 de noviembre, una diputada de La Francia Insumisa, Sarah Legrain, envió el proyecto de ley a la Asamblea Nacional, que aún no se discute. A diferencia de cerca de 19 países europeos, la noción de consentimiento no está inscrita en la definición de agresión sexual ni violación en Francia, y el texto de Legrain lamenta que, de momento, “la infracción se constituye solo si el autor actúa con violencia, coerción, amenaza o sorpresa”.
Sus corredactoras, las diputadas Véronique Riotton (Renaissance, oficialismo) y Marie-Charlotte Garin (Los Ecologistas, de la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular), abogan por la introducción del consentimiento en la ley a través de un texto transpartidista. Sin embargo, como indica Le Monde: “La iniciativa no logra consenso entre las asociaciones feministas, los profesionales del derecho y los líderes políticos”.
Hoy por hoy, el Código Penal francés establece que “constituye violación cualquier acto de penetración sexual, de cualquier naturaleza, o cualquier acto bucogenital cometido (...) mediante violencia, coac- ción, amenaza o sorpresa”. Así, la falta de consentimiento de un denunciante a un acto sexual se evalúa a la luz del comportamiento del acusado: la violación se caracteriza si se demuestra que este último recurrió a formas de violencia, de coacción, de amenaza o de sorpresa, nociones definidas por la jurisprudencia.
Ya en diciembre de 2023, la jurista e investigadora Catherine Le Magueresse indicaba a una comisión de la Asamblea Nacional: “La sola prueba de un rechazo, o de ausencia de consentimiento, no basta para caracterizar la infracción”.
Este estado de las cosas se contradice con los compromisos internacionales de Francia, que es firmante del Convenio de Estambul de 2011, una normativa del Consejo Europeo para la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Esta convención define la violación como un acto sexual sin consentimiento.
Por esto mismo, muchos países occidentales firmantes de esta convención han cambiado su legislación añadiendo la noción de no consentimiento: Bélgica, Grecia, Dinamarca, Suecia, España, entre otros.
Los partidarios del cambio legislativo parten de una constatación: el 94% de las denuncias por violación son desestimadas en Francia, según un estudio del Instituto de Políticas Públicas que abarca el período de 2012 a 2021.
Mélanie Vogel, senadora ecologista y autora de un proyecto de ley para cambiar la definición de violación, afirma: “Se está revisando la forma en que está escrito el Código. La manera en que está redactado hoy induce a una presunción del consentimiento, en que se considera que el cuerpo de los otros está disponible hasta que pueda demostrarlo contrario”, comenta la parlamentaria a France Info.
“Hay que invertir el pensamiento y considerar que el cuerpo del otro por definición no está disponible a menos que la persona acepte un acto sexual, y eso cambia completamente la manera de ver el cuerpo de los demás y la sexualidad”, indica Vogel.
Para Magali Lafourcade, secretaria general de la CNCDH (Comisión Consultiva Nacional de Derechos Humanos), la introducción del consentimiento en la ley permitiría también invertir el equilibrio de poder durante la investigación policial: “Hoy en día, es la víctima quien está en el centro de la investigación. Todo gira en torno a la consolidación de su historia, a la necesidad de estar seguros de que todo lo que ella expone es indiscutible”.
“Por lo tanto, muchas mujeres se disuaden de presentar una denun- cia porque saben de antemano que este camino les resultará difícil, incluso doloroso, sin garantía de éxito”, aseguró la jurista al mismo medio.
Ya en los pasillos del tribunal de Aviñón, France Info interrogó a los abogados respecto a su posición sobre el ingreso del consentimiento en el Código Penal. El abogado querellante que representaba a Gisèle Pelicot, Antoine Camus, no ve con buenos ojos esta posible evolución: “Con esto, se puede consentir un acto sexual que no se desea para tener tranquilidad, para buscar poner fin a una situación de acoso, para conservar tu empleo, por diversos motivos. Por tanto, hay que ver que la introducción del concepto de consentimiento en la legislación sobre violación no pueda volverse contra las víctimas”, advierte el profesional.
“Y entonces, ¿a qué exactamente consentimos en materia sexual? ¿A cualquier acto sexual, a un acto en particular? La noción de consentimiento puede convertirse en una trampa. Hay que manejar con la mayor cautela nuestra definición de violación. Hoy no es perfecto pero tiene el mérito de no caer en esta trampa”, concluyó Camus.
Varias asociaciones, entre ellas Osez le féminisme!, tampoco quie- ren este cambio en la ley. Desde esta plataforma, indican que las viola- ciones no son relaciones sexuales no consentidas, sino actos de depredación, una toma de poder. Así, “aseguran que poner la noción de consentimiento en el centro de la reflexión sobre lo que es la violación significa volver a poner a la víctima y su actitud en el centro de las preguntas de los investigadores y jueces”, señala France Info. Lo que sería urgente, para la asociación, es centrar el trabajo de investigación en el atacante.
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