Islandia se convierte en el primer país europeo con una mayoría de mujeres en el Parlamento
De los 63 escaños del Parlamento de Islandia, 33 serán ocupados por mujeres, lo que representa más de 52% del hemiciclo.
Islandia se convirtió en el primer país de Europa en elegir a más mujeres que hombres en el Parlamento, tras los resultados de ayer en unas legislativas marcadas por la debilitada posición de la primera ministra, en una coalición saliente que aún ostenta una representación mayoritaria.
De los 63 escaños del Althingi (Parlamento), 33 serán ocupados por mujeres, lo que representa el 52,3% del hemiciclo, tras los comicios del sábado en este país de 370.000 habitantes.
El resultado fue considerado como histórico, debido a que ningún país de Europa había flanqueado la barrera simbólica del 50%, con Suecia hasta ahora en primer lugar con el 47% de mujeres diputadas, de acuerdo al Banco Mundial.
“Tengo 85 años, he esperado toda mi vida a que las mujeres sean mayoría (...) y estoy realmente muy feliz”, manifestó a la AFP Erdna, una residente de Reikiavik, capital de este país nórdico.
Pese a que varios partidos reservan una proporción mínima de mujeres entre sus propios candidatos, no existe ninguna ley que imponga una cuota en las legislativas en Islandia, según la organización democrática International Idea.
Islandia suele estar a la vanguardia en la causa de las mujeres y ha encabezado durante 12 años consecutivos la clasificación del Foro Económico Mundial en materia de igualdad de género.
“Es un nuevo ejemplo del camino que hemos recorrido en la vía de la igualdad completa de sexos (...) Le deseo a este Parlamento mucho éxito”, declaró a la AFP el jefe de Estado islandés, Gudni Johannesson.
Paradójicamente, pese a esta situación sin precedentes, es una mujer la que ha salido más perjudicada en estas elecciones: la primera ministra, Katrin Jakobsdottir, cuyo partido Movimiento Izquierda-Verde perdió tres escaños y obtuvo el 12,6% de los votos detrás de sus dos actuales aliados de derecha.
Lejos del bloqueo político
El gran ganador es el Partido del Progreso (centroderecha), que consiguió 13 escaños, cinco más que en las pasadas legislativas de 2017, con el 17,3% de los votos.
El júbilo reinó el sábado por la noche en la sede de esta formación, que regresa “al primer plano de la escena política”, según su líder, Sigurour Ingi Jóhannsson. Pero el partido conservador del ex primer ministro Bjarni Benediktsson se mantiene sin embargo como la principal fuerza en el país, con un 24,4% de los votos, de modo que conserva sus 16 escaños.
Con un total de 37 diputados, los tres partidos aliados consolidan su mayoría, pero la derecha se encuentra en una posición de fuerza, con opciones de formar una coalición con otro socio más cercano ideológicamente como los centristas Reforma (cinco escaños), Centro (tres) o, incluso, el Partido Popular (seis).
A pesar de que el futuro de la coalición sigue siendo incierto, Islandia se aleja de un escenario de bloqueo político como anunciaban las encuestas.
Desde la espectacular quiebra de los bancos islandeses en 2008, nunca un gobierno de la isla ha conservado su mayoría. Hay que remontarse a 2003 para encontrar un precedente.
El debilitamiento de la primera ministra, en cambio, plantea la cuestión de su futuro en Stjornarradid, la sede del gobierno. “Dado el retroceso que estamos viendo, es posible que la Izquierda-Verde tenga que revaluar su posición en el gobierno”, explicó Eva Önnudóttir, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Islandia.
¿El conservador Benediktsson, primer ministro de nuevo? “No lo reclamo”, aseguró en la televisión pública RUV el líder de los conservadores, para quien “es necesario esforzarse para buscar soluciones”.
Desde 2017, Jakobsdottir ha introducido los impuestos más progresivos, invirtiendo en vivienda social y en el permiso de paternidad. Su gestión del Covid-19, con sólo 33 muertos, ha sido elogiada. Pero esta ecologista de izquierda en el poder también tuvo que renunciar a objetivos para salvar su coalición, como su promesa de crear un parque nacional en el centro del país. Esa alianza le brindó a Islandia cuatro años de estabilidad después de una década de crisis. Entre 2007 y 2017, los islandeses tuvieron que ir a las urnas en cinco ocasiones para elegir a sus diputados en un contexto de desconfianza ante la clase política y de repetidos escándalos.
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