Jefe de diplomacia europea viaja a Rusia en medio de presiones por caso Navalny

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El gobierno ruso rechaza cualquier injerencia en sus asuntos internos y ya advirtió a la UE que considera “insensato” condicionar el futuro de su relación bilateral a líder opositor, condenado a cumplir una condena impuesta en 2014 por malversación de fondos


El jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell, viaja este jueves a Rusia para sondear si el Kremlin tiene la intención de cooperar con la UE pese a las presiones por el caso del opositor Alexéi Navalny, condenado a tres años de prisión.

El gobierno ruso rechaza cualquier injerencia en sus asuntos internos y ya advirtió a la UE que considera “insensato” condicionar el futuro de su relación bilateral a líder opositor, condenado a cumplir una condena impuesta en 2014 por malversación de fondos en detrimento de la filial rusa del grupo francés Yves Rocher.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que Rusia estaba dispuesta “a todo” para mejorar las relaciones con la UE, pero no a “escuchar consejos”.

La visita generó críticas en diversas capitales europeas, que temen que las autoridades rusas presenten la gira de Borrell como una prueba de normalidad en las relaciones.

El diplomático no se hace ilusiones. “No creo que consiga la liberación de Alexéi Navalny”, declaró el lunes durante un debate de la Fundación Schuman, un centro europeo de reflexión política.

“Borrell no conseguirá nada, eso es seguro. (Vladimir) Putin nunca mostrará debilidad”, dijo a la AFP Alexéi Malashenko, experto del Instituto de Investigación del Diálogo entre Civilizaciones.

Borrell ha recibido mandato de los países de la UE para transmitir a los dirigentes rusos el descontento de la Unión Europea con la represión de la oposición y los obstáculos a las actividades de la sociedad civil.

Las relaciones entre Bruselas y Moscú se han caracterizado por una permanente tensión desde 2014, a raíz del conflicto en Ucrania, y se ha agravado por divergencias sobre la situación en Bielorrusia, Siria, Libia y el Cáucaso.

Borrell llegará a Moscú por la noche para una visita de dos días, hasta el 6 de febrero.

El enviado europeo ya adelantó que desea reunirse con Navalny, si las autoridades rusas lo permiten, y con representantes de la sociedad civil.

Varios Estados miembros y el Parlamento Europeo expresaron reservas sobre la conveniencia de esta misión.

Un diplomático europeo apuntó, sin embargo, que “el papel de la diplomacia es discutir temas difíciles con interlocutores con los que tenemos desacuerdos”.

“Hay razones para ir, para enviar mensajes. Esta misión no es un signo de debilidad”, dijo a su vez el representante de un país europeo en Bruselas.

Intereses divergentes

Borrell informará de sus charlas a su regreso, y los ministros de Relaciones Exteriores de los países de la UE debatirán sobre el tema el 22 de febrero.

A su vez, los diplomáticos tendrán que presentar sus conclusiones a los líderes europeos para el debate sobre la relación UE-Rusia en la reunión extraordinaria prevista a finales de febrero y la cumbre de marzo.

La misión encomendada a Borrel pone fin a un congelamiento de contactos a nivel europeo vigente desde 2017.

“Hay muchos temas de seguridad que la UE debe discutir con Rusia”, coinciden diplomáticos europeos. Entre ellos destacan Ucrania, el Cáucaso, Siria, Libia o África.

“Pero también hay áreas en las que la UE y Rusia ya están cooperando, o deberían cooperar más”, mencionó Borrell recientemente, citando la lucha contra el calentamiento global y el acuerdo multipartito por el programa nuclear de Irán, del que Rusia es uno de los firmantes.

La Unión Europea tiene argumentos de peso pero “subestima su capacidad para ejercer influencia en el comportamiento de los rusos”, lamentó Ian Bond, del Centro para la Reforma Europea (CER).

“La economía rusa depende de los europeos para comprar sus hidrocarburos y venderle bienes y servicios”, añadió.

Los europeos están divididos sobre el enfoque a seguir con relación a Moscú, porque sus intereses divergen.

El proyecto del gasoducto submarino Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania es motivo de discrepancias. Francia pide su abandono y la Comisión no lo considera una prioridad.

Pero Alemania quiere mantener y utilizar el gasoducto NordStream 2, construido con el grupo Gazprom y cuya capacidad representa el equivalente a los volúmenes de gas ruso comprados por la UE.

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