Este 8 de marzo se conmemora un nuevo Día de la Mujer en el mundo, pero en Chile cobra una relevancia distinta al enmarcarse en el contexto del estallido social. Por ello, las reivindicaciones en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres no pierden fuerza. “Las demandas de género también son parte del estallido social, son parte de las desigualdades, de lo que la sociedad está diciendo ‘ya basta’”, expresa a La Tercera la coordinadora de ONU Mujeres en Chile, María Inés Salamanca.
Con respecto a la paridad recientemente aprobada para el proceso constituyente, Salamanca asegura que “si las mujeres no hubiesen estado manifestándose, si no hubiesen estado en el Congreso, posiblemente no tendríamos hoy paridad para el proceso constituyente”. De todas formas, asegura que en relación a la meta de la ONU de llegar a la equidad de género para 2030 aún en Chile falta mucho por hacer, como avanzar en inversión, materia legislativa y eliminar las barreras legislativas que impiden el empoderamiento económico de las mujeres.
Como ONU Mujeres, ¿cuál es su principal objetivo en este momento en relación a la situación global de la mujer, ya sea laboral, de violencia, educacional y de derechos reproductivos en el país?
Hoy día, ONU Mujeres está frente a un desafío con un momento más especial que nunca en la agenda de género a nivel mundial, porque este año suceden varios hitos. Se cumplen 10 años de ONU Mujeres, pero lo más importante es que se cumplen 25 años de la plataforma de acción de Beijing, que fue el gran acuerdo entre los países para avanzar en una agenda muy ampliada en lo que tiene que ver con los derechos de las mujeres. Estamos trabajando desde el año pasado pidiéndole a los estados qué es lo que han hecho para avanzar en esa agenda y nos hemos encontrado con que se ha avanzado pero lamentablemente esos avances han sido inaceptable y escandalosamente lentos. Y vemos que donde hemos tenido avances en los derechos de las mujeres hemos visto que algunas de las ganancias hoy día están puestas en riesgo y pueden retroceder. Esto lo vemos también como un fracaso en el cumplimiento de una plataforma de acción que ya definió las áreas de trabajo hace 25 años.
La ONU tiene como meta llegar a la equidad de género para 2030, ¿cómo el gobierno se debería comprometer con este objetivo?
Diríamos como tres objetivos principales. El primero es tener una mayor inversión en áreas críticas, pero en lo que tiene que ver en el ODS número 5, que es de igualdad de género, pero también hay metas de género en el área de educación, salud, trabajo. Hoy, por ejemplo, un área crítica es la incorporación de las mujeres en el empleo, Chile tiene unas cifras que no corresponden al estándar del país, la participación laboral de las mujeres en Chile es de un 48%. Pero tenemos países con niveles similares de desarrollo que tienen un 60% de participación laboral de las mujeres. También se necesita avanzar en lo legislativo que está en pendiente en los derechos de las mujeres, como avanzar en una ley integral para la eliminación de la violencia. Y también eliminar aquellas barreras legislativas que impiden el empoderamiento económico. Esto tiene que ver, por ejemplo, con las leyes de herencia, el tema del patrimonio, el acceso a la tierra, a la propiedad.
Según datos de la ONU, una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual, ¿qué tipo de medidas son necesarias para eliminar la violencia de género?
Necesitamos avanzar en lo que llamamos unas leyes de segunda generación, que en América Latina tenemos ejemplos de otros países. Desde ONU Mujeres estamos muy felices de la reciente promulgación de la ley Gabriela que cambia la tipificación de cómo entendemos el femicidio, pero necesitamos también mucha mayor inversión en prevención de la violencia contra las mujeres. Ahí muchas veces nos centramos en la respuesta, y el femicidio es el desenlace de un ciclo de violencia. Hemos visto en otros países que la educación es una ventana estratégica, es un catalizador para trabajar políticas de prevención de violencia, y cómo construimos sociedad más igualitarias.
En ese sentido, ¿cuál es el balance que hace de la tarea del gobierno en esta materia?
Acá se ha avanzado en el ámbito de violencia con dos leyes: la ley de acoso callejero y la ley Gabriela. Necesitamos sí un compromiso del Estado que va más allá de los gobiernos de turno. Hay que impulsar que esto sea una política de Estado, que tengamos a toda la sociedad involucrada en los temas de violencia de género y que sean una prioridad.
¿Cuál es el mensaje que deben tomar los gobiernos y la sociedad en general de movimientos como MeToo, NiUnaMenos, TimesUp y Las Tesis?
A nivel mundial vemos que el movimiento feminista ha sido fundamental en los avances y en impedir aquellos retrocesos en los derechos de las mujeres. Esos movimientos responden a una coyuntura en que vemos que están esas amenazas de esos retrocesos. Cuando las mujeres participan muchos más en los espacios públicos, el espacio político y económico se producen estas contraamenazas contra la agenda, y ahí es fundamental el movimiento feminista. Ahí tenemos el ejemplo con la ley de paridad, si las mujeres no hubiesen estado manifestándose, si no hubiesen estado en el Congreso, posiblemente no tendríamos hoy paridad para el proceso constituyente.
¿Cómo se pretende unificar las demandas del movimiento feminista y los desafíos para este año?
El movimiento feminista es diverso, hay múltiples demandas, pero sí puede haber un llamado común. Vemos que el movimiento feminista tiene un especial foco en el momento político que está viviendo hoy el país que tiene que ver con las demandas actuales. Las demandas de género también son parte del estallido social, son parte de las desigualdades, de lo que la sociedad está diciendo "ya basta". Creo que el 8M de este año tiene un carácter distinto, una unificación diferente.
La aprobación de la paridad para el proceso constituyente es un paso, ¿pero de qué otras formas se deben impulsar la participación de la mujer en cargos de poder tanto en empresas como en política?
Tener paridad hoy en un eventual órgano constituyente es un gran impulso para poder lograr también paridad en otros espacios. Es fundamental hoy avanzar en una ley de paridad a nivel parlamentario. La cuota es un mecanismo inicial pero lo que es justo es la paridad. En las empresas hay que entender que la participación de la mujer que sea amplia en las juntas directivas, por ejemplo, las empresas funcionan mejor y están más preparadas para analizar los contextos y alcanzar mayor innovación en la forma en que las empresas funcionan. También hay datos que tienen que ver con la productividad y cómo las mujeres al incorporarse a las empresas impactan mucho más en la productividad.
¿Qué rol le asigna usted a los hombre en este movimiento feminista?
Se entiende que la marcha del 8M es un espacio de las mujeres, pero más allá del espacio de las marchas se necesita un compromiso y cambio cultural porque el machismo también afecta a los hombres. Y vemos también una necesidad de incorporar las perspectivas del estudio que se hace de las masculinidades, entender a los hombre en esta sociedad machista y cómo los involucramos en la discusión. Por ejemplo, para las estrategias de prevención de violencia, no pueden ser estrategias de mujeres que le hablen a mujeres solamente, sino que hay que incorporar a los hombres y eso es fundamental en el cambio cultural. También necesitamos incorporar a mujeres y hombres jóvenes a esta agenda, necesitamos a la juventud para poder reducir las brechas.
En Finlandia los padres pasan más tiempo con sus hijos que las mujeres, un ejemplo de transformación de los roles de género culturalmente impuestos. ¿Cómo podemos llegar a eso como sociedad?
Ese cambio cultural en Finlandia tiene que ver también con aquellos cambios legislativos y con aquellas inversiones que se hicieron, mejorar el sistema de cuidados para hombres y mujeres. Varios países nórdicos están impulsando mayores semanas de postnatal para los hombres. Invertir en sistemas de cuidados es como el cuello de botella, es una política fundamental para poder gatillar otras, impacta en el PIB de los países.
En comparación a otros países de Latinoamérica, ¿destacaría usted algunas medidas exitosas para eliminar la violencia de género y promover la equidad de género?
Lamentablemente ningún país de nuestra región ni a nivel mundial ha podido eliminar la violencia contra las mujeres, así como ningún país tiene todos los indicadores bien en términos de igualdad de género. Una de las políticas importantes tiene que ver hoy con avanzar con políticas integrales que reconozcan todas las dimensiones de la violencia de género. Hoy día, Chile está muy detrás. Tenemos esta ley de violencia intrafamiliar, que solamente es violencia doméstica, y con una tipificación hoy de femicidio más amplia, pero necesitamos reconocer todos los tipos de violencia. Una sociedad que reconozca la violencia psicológica, económica, obstétrica, en los medios, la publicidad.