Raíces de la espiral de violencia en el Ecuador
Por Carlos Larrea, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador.
El 8 de enero el nuevo presidente ecuatoriano decretó el estado de excepción por 60 días, y poco después declaró al país en “estado de conflicto armado interno”, ante la fuga de los dos principales jefes de bandas de narcotráfico, y la toma violenta de un canal de televisión en Guayaquil. Pocos meses antes, Fernando Villavicencio, uno de los principales candidatos a la presidencia del país, fue asesinado por sicarios.
El Ecuador, uno de los países más pacíficos de Sudamérica, se ubica ahora entre los más violentos, con más de 7.500 asesinatos en 2023. La tasa de homicidios por 100.000 habitantes ha pasado de 5.8 en 2018 a 42 en 2023. ¿Cómo ha sido esto posible?
Ecuador casi no tiene cultivos de coca, pero sus vecinos, Colombia y Perú, se encuentran entre los mayores productores del mundo. De acuerdo con UNODC, el área sembrada con coca en Colombia creció de 169.000 a 230.000 ha entre 2018 y 2022, y la mayor parte de este crecimiento se dio en la frontera con Ecuador. Luego del proceso de paz con las FARC, varios grupos disidentes se separaron del proceso y ampliaron sus actividades de narcotráfico. La exportación de cocaína a través del Ecuador hacia los países consumidores fue el camino más rentable. Sin embargo, los dos principales carteles mexicanos que controlan el proceso iniciaron una guerra interna por el control de estos territorios. Como resultado, más de 400 asesinatos se han producido en las cárceles del país, y los asesinatos, secuestros y extorsiones han proliferado sin control. Más grave aún es la infiltración del narcotráfico en el estado, en particular en los más altos rangos del poder judicial y la policía.
El nuevo escenario de guerra interna genera expectativas, pero la experiencia internacional sugiere que el proceso de retorno de la paz será lento y difícil.
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