La tradición musulmana que comprende el ayuno desde el alba hasta el anochecer con oraciones y cenas en comunidad, durante un mes, este año está “en peligro”. El Ramadán, que comienza mañana jueves, no podrá contar esta vez con las grandes concentraciones durante las noches en las comidas que rompen el ayuno (iftar), ni tampoco con las oraciones nocturnas en las mezquitas (tarawih). El mes más sagrado del calendario islámico se verá limitado por la aparición del Covid-19.
Son unos 1.800 millones de musulmanes que se enfrentan al cierre de las mezquitas y toques de queda. En Arabia Saudita, donde se encuentran las dos ciudades más sagradas para los musulmanes, La Meca y Medina, el llamado es a quedarse en casa.
En Jerusalén, el llamado es a seguir los rezos por televisión. La mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar santo del islam, anunció restricciones para las oraciones.
En Irán, el ayatolá Alí Jamenei pidió a los ciudadanos que eviten los eventos masivos durante el Ramadán, pero sin “descuidar la oración, la súplica y la humildad en nuestra soledad”. Irán es el país de Medio Oriente más afectado por la pandemia, con 84.802 casos y 5.297 muertos. En Pakistán, en tanto, el premier Imran Khan, decidió mantener abiertas las mezquitas.
La cuestión de ayunar durante el día también ha abierto un debate, puesto que la OMS recomienda consultar con un médico “como lo harían para cualquier otra enfermedad”. Los expertos han argumentado que el ayuno seca la garganta, lo que aumenta el riesgo de infección.