Historiador contemporáneo de prestigio internacional, cuya obra se centra en los acontecimientos europeos desde 1945, Timothy Garton Ash es uno de los más destacados intelectuales a nivel global. Autor de 11 libros de política o de “historia del presente” -el último de los cuales se titula Europa: Una historia personal (2023)-, es académico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford y Senior Fellow en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, donde pasa los veranos. Entre sus múltiples premios y honores, fue elegido en la lista de las 100 personas más influyentes de la revista Time, y recibió el Premio George Orwell y el Premio Carlomagno. Desde su oficina en Stanford, repleta de libros, conversa con La Tercera vía Zoom sobre el auge del populismo en Europa, las posibilidades de Kamala Harris, los riesgos para el mundo de un Trump 2.0 y, especialmente, sobre el futuro del liberalismo, del cual es uno de sus más insignes representantes.
Usted ha dicho que el ascenso del populismo radical, la ultraderecha, se debe, en parte, a que hay mucho descontento con el mundo que han creado los liberales. Usted mencionó dos temas: comunidad e identidad, y solidaridad e igualdad. ¿Qué quiere decir?
En términos de cultura e identidad, los liberales, en general, pasaron décadas hablando de la comunidad internacional y muy poco tiempo hablando de la comunidad nacional. Efectivamente, le dejamos la “nación” a la gente hacia la derecha, a los nacionalistas. Y eso fue un gran error, porque las naciones siguen siendo la entidad política y de identidad más importante. Y hemos hablado de un mundo de globalización, de internacionalismo, de intercambios constantes, de cosmopolitismo, como si fuera un mundo en el que todos deberían estar cómodos. Y resulta que muchísima gente en nuestras sociedades no lo está. Entonces esa es la parte de cultura e identidad.
¿Qué pasa con los déficits de solidaridad e igualdad?
Si quieres llamarlo neoliberalismo, puedes hacerlo, pero creo que es una abreviatura engañosa. Lo que yo diría es que el capitalismo globalizado y financiarizado, la forma en que se ha desarrollado el capitalismo en los últimos 30 años, desde 1989, desde el fin de la Guerra Fría, simplemente no ha funcionado para una gran parte de nuestras sociedades. Nos sumió en una crisis financiera global cuyo precio pagaron más los pobres que los ricos. Nos ha traído niveles de desigualdad que no se habían visto en 100 años. Nos ha traído multimillonarios y empresas multinacionales que no responden ante nadie. No hay ningún soberano para Elon Musk. Entonces, si queremos recuperarnos de esta pandemia de populismo nacionalista, tenemos dos alternativas. Una es pasar por esto durante una década y que luego la gente descubra que realmente lo odia: eso es Gran Bretaña y eso es Polonia, ¿verdad? O una mejor alternativa es idear un mejor tipo de liberalismo que aborde esas dos grandes preocupaciones.
¿Por qué la gente que está sufriendo el lado malo de la globalización, de las desigualdades, vota por personas que quieren bajar los impuestos a los ricos? ¿O que son venerados por multimillonarios?
Se llama plutopopulismo. Funciona porque los populistas tienen un mensaje muy claro y simple que habla a las emociones, al corazón. Y habla a dos de las emociones más básicas: miedo e ira. Y (dice) que los extranjeros tienen la culpa, los inmigrantes tienen la culpa, que alguien más tiene la culpa de todos nuestros problemas. Por supuesto que eso no es verdad, la historia es mucho más complicada, pero es un mensaje poderoso y emotivo. Y uno de los otros errores que han cometido los liberales es hablar solo a la mente, al cerebro, pero no al corazón; usar un lenguaje frío y tecnocrático. De ahí esta fórmula simplista: alguien tiene la culpa, hay un enemigo al que culpar: es la inmigración. Porque es sorprendente cómo lo que todos estos populismos tienen en común es la inmigración. Vayas donde vayas, todo gira en torno a este único tema. La otra razón que añadiría es la fragmentación de la esfera pública. Este es un punto realmente importante: debido a la profusión de fuentes de información y desinformación, uno puede verse absolutamente reforzado en una visión paranoica, conspirativa o simplemente fuertemente ideológica del mundo, sin recibir los contraargumentos o los hechos que la ponen en duda. A menos que tengas una BBC, o una buena emisora pública, en cuyo caso tendrás que aferrarte a ella de por vida. Porque te estoy hablando ahora desde un país, Estados Unidos, donde hay literalmente dos esferas públicas separadas. Un votante de Harris no se superpone con un votante de Trump en sus fuentes de información, en ninguna en absoluto.
El “patriotismo liberal”
¿Cuál debería ser la agenda principal de los liberales hoy? ¿Incluye en los liberales a los socialdemócratas?
Absolutamente. En mi opinión existe una superposición muy, muy importante, entre el tipo de liberalismo igualitario que suscribo (el liberalismo de Ronald Dworkin o John Rawls) y lo que convencionalmente se llama socialdemocracia. ¿Keir Starmer es un socialdemócrata o un liberalista igualitario? Podría describirse como ambas cosas. Pero mi respuesta a tu pregunta es muy clara: los liberales necesitamos ser más radicales.
¿Y qué significa ser un liberal o socialdemócrata más radical?
Déjame darte un par de ejemplos. En primer lugar, uno de los mayores problemas en Europa es que los jóvenes simplemente no pueden comprar un departamento o una casa. Ahora bien, ese es el tipo de cuestión que los liberales deberían abordar bien, hacer algo al respecto. Y el problema es que en muchos países intentamos dejarlo en manos del mercado, de esa versión del liberalismo de libre mercado, y el mercado no ha cumplido. Así que involucremos al Estado o a las autoridades públicas, o público-privadas. Entonces, ese sería un buen ejemplo. Otro ejemplo: impuestos. El hecho de que los multimillonarios que viven en Londres o las corporaciones multinacionales con sede en Dublín pagan menos impuestos que los trabajadores comunes y corrientes… Tenemos que encontrar formas de hacer algo al respecto. Por eso apoyo firmemente la propuesta de un impuesto del 2% sobre la riqueza de los billonarios. Brillante idea. Estas son dos cosas prácticas desde el punto de vista económico. La otra es que tenemos que volver a hablar de patriotismo liberal, no podemos dejar la nación en manos de los nacionalistas, como te decía antes. Tenemos que redescubrir el patriotismo liberal.
¿Y cómo hacerlo de modo emocionalmente efectivo?
El patriotismo le habla al corazón. Mire la Eurocopa o la Copa América, hablan de emoción. Y luego mira nuestros equipos de fútbol y lo increíblemente diversos que son. Y entonces, tratando de preparar una receta para revivir el patriotismo liberal, empezaría en el campo de fútbol, mirando nuestro fútbol nacional y contando estas historias. Mira a estos chicos increíbles. Sus padres eran inmigrantes, provenían de entornos pobres. Y hoy nos representan a todos nosotros, la nación, esa es la verdadera nación. Y ahí es donde pienso que Kamala Harris, posiblemente con alguien como Josh Shapiro, podrían decir que el verdadero patriotismo es el de todo aquel que es ciudadano estadounidense y suscribe las ideas básicas de la Constitución estadounidense, que trabaja duro y paga sus impuestos. Todos somos estadounidenses.
¿Cómo ve las opciones de Kamala Harris?
Hace 10 meses escribí una columna, después de pasar dos meses en Estados Unidos, diciendo: A menos que Joe Biden se haga a un lado, debemos prepararnos para el Presidente Trump 2.0. Y si el hecho de que sea el viejo testarudo que ha esperado tanto para hacer lo que obviamente debería haber hecho le abre la puerta al Presidente Trump, la historia no lo juzgará con amabilidad. Más vale tarde que nunca. Pero no me pondría demasiado optimista, es muy tarde para iniciar y ejecutar una campaña. Normalmente las campañas pasan meses implementando estas cosas y encontrando a su vicepresidente. Número dos: Donald Trump es un político brillante. Un político instintivo, que ahora tiene un halo de casi mártir para sus seguidores. Y es un hombre. Y este es el punto número tres: ¿Estados Unidos está preparado para una Presidenta mujer de color? Signo de interrogación.
¿Cómo puede ser que aún sea tema?
Es una gran pregunta... No hay mucho de lo que pueda estar orgulloso como británico en los últimos años posteriores al Brexit. Pero (sí) del hecho de que hayamos tenido un primer ministro hindú, un secretario de Asuntos Exteriores negro y un alcalde musulmán de Londres. Eso debería funcionar en Estados Unidos, ¿cierto? Pero, en privado, cuando vayan a las urnas, me temo que esos prejuicios y reservas estarán ahí. Y seamos claros: la opinión generalizada hasta hace poco era que Kamala Harris no era la mejor candidata demócrata. Así que me temo que aún deberíamos pensar en lo que haremos si hay un Trump 2.0.
Usted es bastante pesimista en ese sentido.
Creo que el futuro de Europa depende, al menos, de cómo termine la guerra en Ucrania. Y es muy difícil ver que esto termine bien si tenemos a Trump, quien dijo que llegaría a un acuerdo. Viktor Orban nos dijo que el acuerdo sería permitir que Rusia se quedara con todo el territorio que tienen y no incorporar a Ucrania a la OTAN. JD Vance está aun más a favor de give up a Ucrania. Eso significa derrota para Ucrania y victoria para Vladimir Putin. Y entonces no solo Europa está en problemas. Nuestra propia seguridad, y no solo la de Ucrania, obviamente, para la cual es una tragedia. Pero todo Occidente, si todavía puedo hablar de Occidente, estaría debilitado.
¿Cree que un Trump 2.0 es aun más peligroso?
No hay duda al respecto. El hombre es un hervidero ambulante de resentimiento e ira. Será aun más impredecible que en el primer mandato. Al mismo tiempo, se está preparando como no lo hizo la primera vez. Por ejemplo, para ir tras el Poder Judicial, tras el servicio civil, la administración pública, contra lo que llaman el “Estado profundo”. Ese es exactamente el tipo de cosas que se han visto en América Latina de tanto en tanto, que ciertamente hemos visto en Hungría y Polonia. Y cuando se logra la captura del Estado, cuando se enraíza en las entrañas del Estado, es realmente bastante difícil revertirlo. Por supuesto, está además el proteccionismo.
Hablando de Kamala Harris y el sexismo, ¿cree que Trump está asentándose sobre una cultura machista tóxica?
Sin duda. Antes solíamos decir que sus votantes eran los hombres blancos, pero ahora está ganando apoyo entre los afroamericanos, los hispanos y los latinos. Por eso creo que aquí hay una historia que contar sobre una especie de masculinidad amenazada, por el gran avance que hemos logrado en materia de igualdad de género, avances históricos, en medio siglo. Al ser un gran cambio, tiene grandes consecuencias. Y una es que aparece esta sensación de masculinidad amenazada; hay jóvenes que no saben muy bien lo que significa ser un hombre hoy en día. Pero lo que es aun más inquietante es que algunas investigaciones sugieren que incluso algunas mujeres más conservadoras preferirían al “hombre fuerte”.
Pero hablando de género, el derecho al aborto legal está jugando un papel central en las elecciones en Estados Unidos.
Absolutamente. Creo que es un tema claro ganador de votos para Harris, pues a diferencia del tema de la inmigración, donde ella es débil, tiene un historial muy sólido en este tema. Y como Trump es rehén de la derecha cristiana, puede (intentar) restarle importancia al asunto, pero no puede cambiar fundamentalmente su posición. Entonces, sí, esa es una de las cosas que Harris tiene a su favor, además, por supuesto, de la edad. Así que no me malinterpreten, claramente Harris aún puede ganar. Me encantaría ver a Josh Shapiro como su VP, porque entonces tendríamos a la primera Presidenta estadounidense mujer y de color, y al primer vicepresidente que sea judío. ¿No sería una gran combinación?
¿Qué piensa de personas como el libertario Presidente argentino, Javier Milei, que dice que ellos son los verdaderos defensores de la libertad?
Pienso que tenemos que luchar para recuperar la palabra “L”. No podemos dejársela a ellos. Y, dicho sea de paso, América Latina tiene una larga y muy distinguida tradición de liberalismo y de estudio del liberalismo. Lo que yo diría es que la autocrítica está en el corazón del liberalismo; pero tenemos que ser autocríticos luchadores. Y es bastante difícil autocriticarte pero luchar al mismo tiempo. Entonces, la autocrítica sería esta: que permitimos que el liberalismo se divorciara de la libertad, de modo que la gente de la derecha estadounidense, particularmente la derecha libertaria, diga: estoy a favor de la libertad y en contra del liberalismo. Y tenemos que demostrar que eso es una contradicción en los términos, que la libertad está en el corazón del liberalismo. Pero la libertad para todos, y no solo para unos pocos. Y ahí es donde alguien como Milei es claramente vulnerable: se refiere a libertad para los ricos, ¿no?