Un cambio de mando inédito en EE.UU., pero con rimas del pasado

U.S. president-elect Joe Biden announces his science team in Wilmington, Delaware
Joe Biden.

Dentro de poco más de 48 horas, Joe Biden asumirá la presidencia de Estados Unidos. Lo hará, como todos sus antecesores, en el balcón del Capitolio, mirando hacia el Memorial de Lincoln al otro extremo del National Mall de Washington. Hará su juramento sobre la Biblia que le extenderá el presidente de la Corte Suprema John Roberts, probablemente con su esposa Jill Biden a su lado.  Allí estarán también sus hijos, los expresidentes George W. Bush, Barack Obama y Bill Clinton -Jimmy Carter no asistirá por problemas de salud- y los líderes de ambas cámaras del Congreso.

Pero pese a eso, la ceremonia no será igual a ninguna de las anteriores. Frente a él, sólo habrá barreras y una explanada vacía. No serán los ciudadanos, sino los 20 mil efectivos de la Guardia Nacional los que estarán distribuidos frente a la sede del Congreso. Nada de multitudes, pero no por la pandemia -o no sólo- sino por los temores a que los seguidores del presidente Donald Trump, algunos de ese 34% de estadounidenses que cree que un masivo fraude impidió la reelección del actual mandatario, intente alterar el acto. Y el propio Trump no estará, como él mismo lo anunció.

Trump será el cuarto presidente en no asistir a una ceremonia de inauguración de su sucesor, pero el primero desde 1869. Ese año fue Andrew Johnson, uno de los presidentes de Estados Unidos con peor reputación hasta el arribo de Donald Trump, quien no fue a la investidura de Ulises Grant. No lo hizo tampoco John Adams en 1801, para la asunción de Thomas Jefferson y tampoco su hijo John Quincy Adams, para la de su sucesor Andrew Jackson. Es verdad que Woodrow Wilson tampoco estuvo en 1921 en el acto mismo, pero en su caso fue por razones de salud.

Pero pese a que el actual mandatario no será el primer presidente saliente en no estar en el balcón del Capitolio, sí será la primera vez que el acto se realicé en una ciudad virtualmente sitiada. Ni siquiera para la reelección de Abraham Lincoln a fines de la guerra civil de Estados Unidos se dio una situación similar. Y a ello se suman las advertencias del FBI de amenazas creíbles de ataques ese día, tanto en Washington como en los 50 capitolios de igual número de estados de Estados Unidos. Por ello, Airbnb canceló las reservas en DC para ese día.

Sin embargo, más allá de caótico final del mandato de Donald Trump -quien termina sus cuatro años en la Casa Blanca con el nivel de popularidad más bajo de todo su periodo, un 34%, según un sondeo de CNN- y de lo inédito de la investidura de Joe Biden, la sombra de dos de sus antecesores se cierne sobre el futuro mandatario, Franklin D. Roosevelt o Jimmy Carter. Ambos asumieron en momentos de crisis y con un país dividido. Dependiendo de cuál de los dos modelos prime en los años que vienen, Biden puede convertirse en un mandatario que marque historia en ese país o en uno que termine desacreditado.

Al igual que Biden, Roosevelt llegó al poder en medio de la peor crisis económica que el país había vivido hasta entonces. Su apuesta acertó y logró sentar las bases del boom económico que viviría el país por los siguientes 30 años. Y de paso, ganó una guerra y consolidó el liderazgo mundial de Estados Unidos. Como escribió ayer el columnista de The New York Times Nicholas Kristof, citando la biografía de Jonathan Alter, cuando alguien le comentó a FDR que si su programa fracasaba sería el peor presidente de la historia, el mandatario respondió: “Si fracasa, seré el último”.

En medio del clima que vive hoy Estados Unidos, algunos han recordado los comentarios de Roosevelt. Pero sobre el mandatario demócrata también pesa el recuerdo de Jimmy Carter. El expresidente llegó al poder tras los caóticos años del escándalo de Watergate, la renuncia de Nixon y la asunción de su vicepresidente Gerald Ford. Los paralelos entre esa época y la actual no son novedad, muchos recordaron a Nixon en estos últimos años. Pero pese a llegar con la apuesta de recuperar al país y sanar las divisiones de una nación quebrada, Carter -pese a sus éxitos en Medio Oriente- fracasó en el plano interno y dejó sumido al país en una severa crisis económica, con una inflación de 13% y un desempleo cercano al 8%.

Carter fue el último presidente demócrata que sólo estuvo un periodo en el poder. Y Biden fue entonces, cuando era el senador más joven del partido Demócrata, el primero en apoyarlo. Si bien su reputación como exmandatario ha mejorado, comparte junto a George W. Bush y Richard Nixon el “honor” de liderar la lista de los peores presidentes de la postguerra en Estados Unidos.

¿Qué camino seguirá Biden, el de Jimmy Carter o el Franklin Delano Roosevelt? Probablemente los primeros 100 días -ese concepto creado por el propio FDR- entreguen luces sobre la respuesta.

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