El domingo 1 de diciembre de 2019, un primer paciente en China comenzó a mostrar los síntomas asociados a una enfermedad desconocida hasta ese momento y que nadie imaginaba llegaría a convertirse en una pandemia con más de 64 millones de contagiados en el mundo. La fecha de este primer caso -situado en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia Hubei- fue detectada en un estudio que la revista The Lancet realizó sobre el origen del Covid-19. Un año después, el virus se transformó en una temida y contagiosa enfermedad que ha llegado a cada rincón del planeta y que ha cobrado la vida de más de 1,4 millones de personas.

Desde aquel primer paciente, China dejó -por lejos- de ser el epicentro de la pandemia. Según cifras oficiales, el país registra a la fecha solo 86.542 contagios y se encuentra en el puesto 72 de los países con más casos, según Worldometers. EE.UU., en tanto, encabeza la lista con más de 14 millones de casos.

Un hombre de Wuhan camina con mascarilla por un parque de la urbe. REUTERS/Stringer CHINA OUT.

Pero mientras China dejó hace varios meses de ser el foco de atención de la pandemia, que se trasladó a Occidente (EE.UU. y Europa), reportes del Centro Provincial de Control y Prevención de Enfermedades de Hubei filtrados a CNN revelan que ese país tuvo muchos más casos de los que informó en las fases iniciales del brote, al tiempo que muestran un mal manejo general de la crisis por parte de las autoridades chinas en los primeros meses.

De acuerdo con lo informado por CNN, el 10 de febrero las autoridades de Hubei declararon 3.911 nuevos casos confirmados de Covid-19, lo que elevaba el número total mundial a más de 40.000. Sin embargo, la cifra real era de 5.918 contagios detectados ese día según las autoridades sanitarias locales de la provincia, citadas en el informe chino de 117 páginas marcado como “documento interno, mantenga la confidencialidad”.

“Esta cifra mayor nunca se reveló por completo en ese momento, ya que el sistema de contabilidad de China pareció, en el tumulto de las primeras semanas de la pandemia, restar importancia a la gravedad del brote”, señala CNN. Así, los documentos constituyen la filtración más significativa proveniente del interior de China desde el comienzo de la pandemia y brindan un primer acercamiento a lo que las autoridades locales sabían internamente sobre el brote.

Esos casi 6.000 casos del 10 de febrero fueron desglosados en subcategorías: los “casos confirmados” eran 2.345, los “casos diagnosticados clínicamente” 1.772 y los “casos sospechosos” 1.796. Durante ese mes, los funcionarios de Hubei presentaban un número diario de “casos confirmados” y posteriormente incluyeron en sus informes diarios a los “casos sospechosos”, sin especificar el número de pacientes gravemente enfermos.

El protocolo para el diagnóstico de coronavirus, publicado por la Comisión Nacional de Salud de China a fines de enero, informaba a los médicos que etiquetaran un caso como “sospechoso” si un paciente tenía antecedentes de contacto con casos conocidos y síntomas de fiebre y neumonía, y que elevaran el caso a “diagnosticado clínicamente” si esos síntomas eran confirmados por una radiografía o una tomografía computarizada. Un caso solo se “confirmaría” si el PCR resultaba positivo.

Fallas institucionales

El informe filtrado, que fue verificado como original por seis expertos con conocimiento sobre los documentos internos de China, revelan lo que parece ser un sistema de atención médica inflexible y bloqueado por una burocracia de arriba hacia abajo y procedimientos rígidos con mal equipamiento para hacer frente a la crisis emergente, destaca CNN. En varios momentos críticos de la fase inicial de la pandemia, los documentos muestran evidencias de pasos en falso y señalan un patrón de fallas institucionales, agrega la cadena.

Por ejemplo, el documento muestra la lentitud con la que se diagnosticaron los pacientes con Covid-19, pese a que las autoridades de Hubei aseguraban públicamente que su manejo del brote inicial era eficiente y transparente. El informe, con archivos de principios de marzo, sostiene que el tiempo promedio entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico confirmado fue de 23,3 días, lo que habría dificultado las intervenciones en el sistema de salud pública.

En esta foto de archivo del 15 de mayo de 2020, las personas hacen fila para que los trabajadores médicos tomen muestras para test del coronavirus en una gran fábrica en Wuhan (Chinatopix Via AP)

A esto se suma, además, el hecho de que al mismo tiempo que el virus apareció por primera vez, ya se estaba desarrollando otra crisis de salud: Hubei estaba lidiando con un importante brote de influenza, con un aumento de 20 veces en relación al nivel registrado el año anterior. Esto generó una mayor presión y estrés adicional al sistema de atención médica que ya se veía saturado.

Otro de los puntos revelados en los documentos, es la evidencia de una falta de preparación del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Hubei, incluso desde antes de la pandemia. El informe caracteriza al organismo como una institución con fondos insuficientes, sin el equipo de pruebas adecuado y con personal desmotivado que constantemente se sentía ignorado en la vasta burocracia de China. Más de un mes antes del surgimiento del primer caso, una auditoría interna del CDC se quejaba de la falta de financiamiento operativo del gobierno provincial de Hubei y señalaba que el presupuesto de personal estaba un 29% por debajo de su objetivo anual.

Las revelaciones filtradas se conocen cuando aumenta la presión de Estados Unidos y la Unión Europea sobre China para que coopere plenamente con una investigación de la OMS sobre los orígenes del virus. Hasta ahora, el acceso de los expertos internacionales a los registros médicos de los hospitales y los datos sin procesar en Hubei ha sido limitado. Eso sí, la OMS dijo la semana pasada que tenía “garantías de nuestros colegas del gobierno chino de que se les concedería un viaje al territorio” como parte de su investigación.