Se relacionó con “personas que no le convenían” fue la expresión que Erika Schuffeneger, la madre de Luciano Pitronello, acuñó para explicar lo ocurrido con su hijo la madrugada del 1 de junio de 2011.
Esa jornada, Pitronello sufrió graves quemaduras, perdió una mano y parte de los dedos de la otra cuando intentaba instalar una bomba en una sede del banco Santander, de Vicuña Mackenna con Victoria, en Santiago.
Frecuentaba casas “okupa” y los círculos anarquistas de jóvenes entonces investigados en el llamado caso Bombas.
Un error de conexión del sistema de relojería provocó que el artefacto, un extintor cargado con un kilo de pólvora negra le estallara en su cara. Tenía 22 años y estudiaba Ingeniería Industrial con mención en instalaciones eléctricas.
“El Tortuga”, como le llaman sus amigos, fue condenado a seis años de libertad vigilada y logró rehacer su vida.
Este fin de semana, fue trasladado en riesgo vital a la Clínica Las Condes luego de sufrir una descarga eléctrica mientras manejaba una grúa pluma durante un trabajo en La Reina. Realizaba maniobras con un contenedor al interior de un camión y pasó a llevar cables de alta tensión, provocando una descarga eléctrica, que lo lesiona y además provoca un foco de incendio en la cabina del camión. Pese a los esfuerzos de los equipos médicos, la gravedad de las lesiones provocaron su deceso.
De acuerdo al protocolo en la indagatoria de accidentes laborales, que en este caso debe desarrollar la Fiscalía Oriente, se dispuso que el cuerpo sea trasladado al Servicio Médico Legal.