Más o menos a esta misma altura del año pasado, la Superintendencia de Educación Superior (SES) presentó su primer análisis sobre “Salud Financiera del Sistema de Educación Superior en Chile. Estudio Exploratorio 2012-2022″, el que reveló que 59.605 estudiantes estaban matriculados en instituciones en riesgo financiero dentro del sistema chileno. Y ahora la SES da a conocer la segunda versión del trabajo, el que resumidamente dice que la cantidad de instituciones clasificadas en el perfil de alto riesgo aumentó, pero el número de matrícula afectada por esta condición disminuyó levemente.
El estudio de la SES analizó a 126 instituciones de educación superior con matrícula activa en 2024, incluyendo a 55 universidades, 31 Institutos Profesionales y 40 Centros de Formación Técnica.
“El sistema de educación superior en Chile sigue mostrando una buena salud financiera”, dijo al respecto el superintendente José Miguel Salazar.
En tal sentido, al comparar los resultados de un año a otro, las casas de estudio clasificadas en el perfil de riesgo alto pasaron de 25 a 28, pero, como se ha dicho, el número de estudiantes matriculados en este grupo de establecimientos -universidades, centros de formación técnica (CFT) e institutos profesionles (IP)- pasó de 59.605 a 59.069.
Esos alumnos están repartidos, entre otros casos, en las universidades Austral, SEK, de Aysén, de Antofagasta, de Magallanes o De la Frontera, organizaciones a las que se han pesquisado problemas de gestión financiera o severas crisis económicas, lo que las ha llevado a presentar planes de recuperación o, incluso, a que les fueran asignados administradores provisionales. Los estados financieros de dichas organizaciones, de hecho, han llevado a efectuar despidos masivos en algunos planteles, como en la UFRO o la de Antofagasta. La situación ya tiene en alerta hace largo rato a las autoridades educativas del país.
En específico, el estudio de la superintendencia informa que esos 59.069 estudiantes corresponden al 4,6% de 1.277.340 que componen la matrícula de pregrado, posgrado y postítulo de educación superior en Chile. Y si bien el número total de alumnos afectados bajó levemente respecto del análisis del año pasado, el porcentaje subió, cuando el 4,4% de la matrícula del sistema estaba en alguna institución en peligro financiero.
Más concretamente, las instituciones en riesgo son 22,2% de todas las del sistema y corresponden a 9 de 40 CFT (22,5%), 11 de 55 universidades (20%) y 8 de 23 IP (25,8%). El año pasado eran 10 CFT, 9 universidades y 6 IP.
En específico, esos poco más de 59 mil alumnos corresponden a 6.371 (4,4%) de los centros de formación técnica, a 43.572 (6,2%) universitarios y a 9.126 (2,1%) de los que estudian en institutos profesionales.
Al hacer un zoom en la cantidad de matriculados según el tipo de universidades clasificadas en alto riesgo financiero, el análisis dice que 4.765 estudiantes corresponden a universidades del Estado, 17.415 a la Red G9 (las Católicas, Austral, de Concepción o Federico Santa María), y 21.392 a otro tipo de instituciones privadas. En el caso de los CFT, 3.967 estudian en estatales y 2.404 en privados.
“Los CFT estatales son los que tienen más comprometido su patrimonio, pero con tendencia a estabilizarse, seguidos por los CFT privados”, dice una de las conclusiones del análisis, el que añade que “las universidades privadas del Consejo de Rectores (Cruch) se comportan en todos los indicadores de forma similar a las universidades estatales, excepto en endeudamiento, donde presentan niveles más cercanos al resto de privadas”.
Asimismo, expone que es en el subsistema de universidades donde más instituciones y matrícula en riesgo hay, “particularmente entre las privadas no pertenecientes al G9″, así como que en términos generales, “el riesgo afecta principalmente” a las casas de estudio más pequeñas.
Hacia el final, además, el estudio de la SES estima que la salud financiera de los establecimientos educativos “impone desafíos de una mayor profesionalización administrativa y financiera de las instituciones para responder al estrés financiero”.