Si a mediados de la semana pasada la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) dio a conocer que Evelyn Matthei, Michelle Bachelet y Tomás Vodanovic encabezaron la última entrega de políticos mejor evaluados, el mismo centro ahora revela en La Tercera los resultados de las cinco preguntas del módulo Familia, con conclusiones que apuntan a su resignificación.

“Más que un cambio, se trata de una ampliación del concepto de familia: antes este concepto se restringía a la idea de familia nuclear (padre, madre, hijos, hijas). Hoy ese concepto se mantiene, pero se ha ampliado a otros tipos de familia, como familias monoparentales, con hijos de ambas parejas, de personas del mismo sexo, familiarización de amigos o de cercanos, e inclusión de mascotas como parte de la familia. Esta ampliación del concepto responde más bien a la experiencia de círculos de intimidad antes que a un concepto tradicional de familia. Esta experiencia ha hecho también que los roles tradicionales de hombre y mujer cambien, o que al menos existan expectativas de cambio, en la crianza de los hijos y en las tareas domésticas”, se extiende Aldo Mascareño, investigador senior y miembro del Comité de Opinión Pública CEP.

En concreto, a las personas se les consultó por el número ideal de hijos que debiese tener una familia, con “3″ como la alternativa preferida, con 58%. En segundo lugar, con 20%, asoma la opción de “4″, quedando en tercer puesto “2″, con 11%. Estos resultados, en todo caso, van en contra de la tendencia del país: la natalidad va en caída libre y los nacimientos del primer semestre en Chile disminuyeron 22,9% respecto del mismo periodo en 2023.

Como sea, lo cierto es que a los encuestados se les preguntó “¿Quién suele o solía tomar las decisiones con relación a cómo criar a los hijos?”. Y ahí una mayoría de 51% dijo que esto se realiza o realizaba “en conjunto” con la pareja. Considerando hombres y mujeres, un amplio 30% respondió “principalmente usted (apuntando a uno mismo), la segunda alternativa más escogida. El tema es que al analizar esa misma interrogante, el “principalmente usted” es la opción vencedora en las mujeres que contestaron: 48% versus el 41% de la opción “en conjunto”. ¿Y los hombres? Apenas 8% dijo “principalmente usted” y 63% que esto se hacía “en conjunto”.

Ahí se daba paso a una pregunta -”¿Y cuán de acuerdo o en desacuerdo está Ud. con las siguientes afirmaciones?”- que, a su vez, tenía tres subpreguntas.

La primera de ellas es “Un padre o una madre puede criar a un hijo/a tan bien como lo harían ambos padres juntos”. Un aplastante 80% dijo estar “muy de acuerdo” o “de acuerdo” con esta afirmación, mientras que 13% respondió “muy en desacuerdo” o “en desacuerdo”. Esta fue la segunda alternativa más escogida.

Luego, ante la afirmación “Una pareja del mismo sexo puede criar a un niño/a tan bien como una pareja heterosexual (hombre y mujer)”, 60% de los encuestados aseveró estar “muy de acuerdo” o “de acuerdo” con la premisa, mientras que, en la otra vereda, 25% contestó “muy en desacuerdo” o “en desacuerdo”.

La diferencia en esta última subpregunta se evidencia a la hora del género de quienes contestaron: mientras el 67% de las mujeres dijo estar “de acuerdo” o “en desacuerdo” con la afirmación, solo 51% de los hombres siguieron ese camino. Pero también hay diferencias en la respuesta al diferenciar a los encuestados por su posición política: 78% de los de “izquierda”, 61% de los de “centro” y 47% de los de “derecha” respondieron “muy de acuerdo” o “de acuerdo”. También son inversamente proporcionales las inclinaciones por “muy en desacuerdo” o en “desacuerdo”.

Finalmente, se plantea la siguiente frase: “Un hombre solo debe tener el mismo derecho a adoptar un niño/a que una mujer sola”. Ahí, 71% dice estar “muy de acuerdo” o “de acuerdo”, mientras que 17% se plantea, por el contrario, “muy en desacuerdo” o “en desacuerdo”.

Esta suerte de nueva mirada de los chilenos sobre la familia, para Mascareño es relevante para la continuidad de la trasformación, “pues para los chilenos la familia es la principal fuente de su identidad, más que su territorio, nacionalidad o trabajo. Es decir, una vez que esta transformación ha comenzado, ya no se puede volver atrás a un concepto tradicional y restringido de familia e intimidad”.