Familias completas o personas que están solas. Hay quienes se fueron hace más de cinco décadas y los que llegaron hace apenas unos meses. Más de 10 mil chilenos viven en Israel y cerca de 3 mil en Palestina. El perfil de aquellos que quedaron atrapados en medio del conflicto que estalló el sábado pasado entre Hamas e Israel es tan variado que caracterizarlos se hace imposible.

Lo que sí tienen en común es que desde hace más de 72 horas han sufrido un verdadero calvario. Desde que Hamas comenzó a ejecutar una operación combinada con el lanzamiento de miles de cohetes y la infiltración en territorio israelí en un ataque sorpresa y sin precedentes, todo cambió para estos chilenos a los que el ataque los pilló en el corazón del conflicto. Estos tres días -dicen algunos que conversaron con La Tercera- “han sido como una pesadilla frente a nuestros ojos”. El miedo, la rabia y la angustia, agregan otros indistintamente de si están en territorio palestino o israelí, son las sensaciones en medio de los bombardeos constantes. Con pocos atisbos de esperanza, creen que esto no tiene un fin próximo.

Pero, ¿quiénes son los chilenos a los que el conflicto entre Hamas e Israel los tiene prácticamente atrapados en la zona? Ejemplo hay varios, así como esos que se han visto afectados. Hasta el cierre de esta edición cuatro ya han muerto: una mujer de 39 años llamada Noa Glasberg, hija de una chilena que llegó a Israel en 1971, víctima del ataque realizado por Hamas al sur de ese país; Itay Berdichevsky, israelí con abuelo chileno; Tomer Shpirer, de madre chilena; y Gina Pak, de 90 años. A ellos se suma, además, Loren Garcovich, chilena desaparecida y presumiblemente secuestrada, quien según explicó su propio padre habría sido utilizada como un escudo humano para luego no ser nunca más vista junto a su esposo tras los sucesos del sábado.

Pero no son las únicas personas ligadas a Chile a las que el conflicto los encontró en medio del mismo. Kareen Zauritz y su familia tienen una larga historia ligada a Israel: vivieron en Tel Aviv desde 1999 hasta el 2000 y luego en Chile hasta 2017. Entre 2013 y 2016 sus hijos -ya mayores de edad- decidieron seguir su vida en la ciudad israelita, lo que finalmente empujó a Kareen y su esposo a volver a Israel, donde su hermana era residente desde 1978 junto a sus primos y la mayoría de su familia. Es un país que siente como propio hace largo tiempo.

“Suenan tres sirenas y tenemos solo un minuto y medio para refugiarnos”, resume Zauritz en medio de los bombardeos constantes en el territorio, donde, asegura, se vive silencio permanente en las calles. “Todos tienen una habitación de seguridad ante cualquier ataque sorpresivo”, cuenta, aunque su caso es distinto: “Nosotros vivimos en edificios antiguos en el centro de Tel Aviv, por lo que nuestra única forma de protegernos de bombardeos cada vez que suenan las alarmas es bajo las escaleras de nuestro edificio”.

Por su parte, Jessica Salas, chilena que vive hace más de dos décadas en Israel, a diez kilómetros de la Franja de Gaza en un pueblo llamado Ashkelon, relata que “el miedo está en los ojos de todos”. Allí vive desde 1999, cuando tenía 18 años, y hasta donde llegó para estudiar Educación Especial con mención en Autismo.

Jessica cuenta que el día del ataque, y desde las 6:30 de la mañana, su hija de 10 años, quien vive con su padre, la comenzó a llamar por teléfono debido a los sonidos de las sirenas que alertaban la caída de un misil en la ciudad. Según explica, tienen alrededor de un minuto para esconderse en lo que llaman “cuartos de seguridad”. Apenas tres horas después -9:30- Salas confirmó que el conflicto había tomado otro nivel. “Desde el sábado mi vida ha cambiado drásticamente, el dolor colectivo es enorme y la destrucción es interminable”, asegura.

El caso del politólogo chileno-palestino que vive actualmente en el territorio palestino de Cisjordania, Xavier Abu Eid, es distinto. Y es que la zona en la que él reside está alejada de la Franja de Gaza, que es donde estalló el conflicto primeramente. Pero con el pasar de las horas la tensión sí se ha trasladado a otras zonas de Israel, como Jerusalén, que queda a unos 20 kilómetros de Ramallah, la zona palestina donde él vive. ”En los últimos días no se ha podido vivir”, asegura. Esto, según explica, porque tras el ataque de Hamas “las redadas del ejército israelí han sido cada vez más violentas y ya nadie sale de sus casas como principal medida para no verse afectado”. Además, asegura que se han podido registrar bombardeos en el norte de la región, específicamente en el campo de refugiados de Yenin.

Y así como ellos, a Nurit Martínez Ashkenazi -chilena de 69 años que vive en Jolón, Israel- el sorpresivo ataque también la pilló por sorpresa. Ella, que viajó a Israel en los 70, por lo tanto, ya ha visto varios escalamientos del conflicto, cree que este ha sido el peor de todos, según el testimonio que dio en Radio Biobío. “Vivo en un quinto piso y salgo a las escaleras para cuidarme de los misiles”, dijo. Ella, por ejemplo, tiene a dos de sus hijos y un nieto en el país y al vivir hace casi 50 años en el territorio no quiere irse. “No los puedo dejar atrás, esta es mi casa, a mí no me van a desterrar”, señaló.

Los turistas

Y si a los chilenos residentes los alcanzó de sorpresa un conflicto que hace un tiempo miraban de cerca, hubo otro grupo a quienes los pilló más intempestivamente aun: los turistas. En ese contexto, y tal como comenzaron a hacerlo otros países, desde Cancillería se informó que habrá al menos tres vuelos de la Fuerza Aérea de Chile que buscarán evacuar a los más de 400 chilenos que se encontraban de paso y que quieren alejarse del escalamiento del conflicto. De hecho, a las 14:30 de este martes partió el primer el vuelo desde Tel Aviv hacia Atenas, evacuando a 80 de los 428 chilenas y chilenos que se habían inscrito para abandonar la zona. Asimismo, otros 60 nacionales, según información de la misma Cancillería, ya han abandonado el territorio por sus propios medios.

“El avión con fines humanitarios que enviamos como Estado de Chile ya se encuentra en Grecia. Realizará vuelos Tel-Aviv-Atenas para evacuar a nuestros compatriotas de la zona de conflicto. El número de viajes será todos los que se necesiten estos días para evacuar a todos los chilenos y chilenas, lo acabo de confirmar con el comandante en jefe de la FACh y el ministro Alberto van Klaveren”, decía al respecto el Presidente Gabriel Boric.

Uno de los principales coordinadores de estos embarcos en el Aeropuerto Internacional de Ben Gurión es Edgardo Chacc, un chileno que se encontraba en Israel junto a un grupo de 28 turistas más. Según explica, su viaje al país de Medio Oriente “era un turismo de peregrinos” y estaba a pocos minutos de salir de Jerusalén en avión cuando ocurrió la invasión de Hamas. “Estábamos en el check in para volver a Chile y en ese minuto sentimos cuatro bombazos muy fuertes y al instante nos dicen que se cancelan todos los vuelos, sin explicación alguna”. Ante eso, Chacc realizó un “plan de contingencia” junto a Mónica Carrera, otra turista chilena, para pedir ayuda con vuelos humanitarios.

En tal sentido, el canciller Alberto van Klaveren explicó la jornada de martes que se establecieron ciertos criterios para embarcar a las personas en esos vuelos, priorizando a aquellas “que tienen problemas de salud, personas de edad avanzada, menores de edad, embarazadas. Así vamos avanzando, pero la idea es que todas aquellas personas que están varadas, aquellas personas que están de paso en Israel y en los territorios palestinos y que quieren regresar, puedan embarcarse en estos vuelos”.

En tal sentido, acorde a lo informado por el gobierno, los vuelos no regresarán a Chile y solo servirán como puente aéreo entre Tel Aviv y algunas ciudades europeas, para que desde ahí puedan retornar a sus destinos finales. Así las cosas, si el vuelo del martes partió en Tel Aviv con dirección a Atenas, el segundo hará lo propio, mientras que el tercero irá desde la ciudad israelita hasta Madrid, España.

Justamente, sobre esos vuelos Kareen Zauritz, la chilena residente en Tel Aviv descarta querer usarlos. “No es opción, este es nuestro hogar”, cierra.