Estudio UC: 63% de los gendarmes declara haberse enterado de actos de corrupción de algún compañero
El Centro de Estudios Justicia y Sociedad de la Universidad Católica (UC), realizó un perfil de los funcionarios de Gendarmería. Este permitió determinar el complejo clima laboral que existe al interior de la institución, el cual está marcado por falta de atención de salud mental, extensos turnos, actos de corrupción y consumo problemático de sustancias.
Más de mil encuestas al interior de Gendarmería, además de otras indagatorias, son las que realizó el Centro de Estudios Justicia y Sociedad de la Universidad de Católica (UC) para poder llevar a cabo su investigación “sobre las condiciones y competencias laborales y actitudes hacia los internos de los funcionarios penitenciarios gendarmes”.
La investigación realizada por la universidad, con la colaboración de otras organizaciones públicas y privadas, permitió advertir una serie de falencias que existen al interior de Gendarmería, partiendo desde la formación, a lo que se suma además un complejo clima laboral marcado por problemas de salud mental. Todo lo que finalmente deriva en dificultades en la propia función penitenciaria con los reclusos.
Para llegar a sus resultados, el Centro de Estudios Justicia y Sociedad de la UC, encuestó a 1.323 gendarmes, además de realizar intervenciones de grupos focales con funcionarios de cinco cárceles como Santiago Uno, Arica, Puerto Montt, entre otras. Aquello permitió en conocer un perfil de quienes integran la institución, la cual está integrada en 77,2% por hombres, con un promedio de edad de 32,4 años, la mayoría con hijo y sin una pareja.
Desarraigo familiar
Es precisamente en ese perfil que la investigación de la UC permite arribar a los primeros resultados destacados, como el hecho de que antes de ingresar a la Escuela de Gendarmería, el 72% de los funcionarios provenía de alguna comuna de la Macrozona Sur, lo que genera -afirma- un desarraigo familiar una vez que ya se está trabajando, debido a que el 67% declara estar lejos de sus familias. A pesar de ello, “el desarraigo se normaliza y se percibe como un fenómeno necesario en tanto les ha permitido apoyar a sus familias en términos económicos”, señala el estudio.
Aquello responde a que, según los mismos testimonios de los funcionarios encuestados, el 78,8% de ellos ingresó a Gendarmería para tener una estabilidad laboral, el otro 27,1% por necesidad económica, 14,4% por tener familiares en la institución, entre otras razones. El análisis advierte que sólo el 4,5% de los gendarmes entró a la institución para trabajar con personas privadas de libertad.
Pablo Carvacho, director de Investigación y Desarrollo, del Centro Justicia y Sociedad UC, afirma que esto “genera una relación, por un lado, instrumental con Gendarmería en tanto es la opción de encontrar estabilidad salarial como la principal motivación de ingreso a la institución- , pero también provoca una necesidad importante de ‘calzar’ en Gendarmería. Esta necesidad hace que ciertas visiones hegemónicas y generalmente más bien machistas prevalezcan como la forma de manejarse dentro de la institución”.
Formación deficiente
Tres son los principales ejes de formación al interior de la Escuela de Gendarmería: seguridad, reinserción social y de derechos humanos. Los estudios en esas materias son precisamente los que los funcionarios perciben como negativos, donde sólo el 50% califica como “muy bueno” el desarrollo de seguridad, y sólo el 37% y 36% para las otras dos áreas.
También se expone que existe una negativa visión sobre los procesos de formación continua y especialización de los funcionarios una vez egresados. Análisis que permite concluir que sólo dos de cada cinco gendarmes “considera que tuvo una formación útil que los preparó para el trabajo que desempeñan”.
Esto deriva, sostiene el estudio, en que el 75,6% de los encuestados declare que “aprendió más de sus compañeros de trabajo que de la Escuela”, por lo cual -se concluye- que muchas veces provoca malas prácticas.
“Si bien han habido avances en esta materia en los últimos años, todavía no se observa un cambio sustantivo en la calidad y duración en la formación de gendarmes, en parte, porque la cultura interna impide miradas y visiones distintas a las vigentes”, afirma Victoria Osorio, investigadora del estudio.
Un trabajo complejo
La segunda gran área de la investigación del Centro de Estudios Justicia y Sociedad de la UC, es sobre el clima laboral. Se concluye que siete de cada 10 funcionarios revelan que existe un compañerismo al interior de la institución, la cifra que se derrumba en el caso de las mujeres, quienes describen el ambiente entre mujeres como “conflictivo y distante”, lo que se explicaría por la falta de dotación lo que deriva en una serie de conflictos.
También se advierte una visión negativa ante la falta de reconocimiento del trabajo de los funcionarios de parte de las jefaturas. Otro de los elementos que afecta el clima laboral, indica el estudio, es la tensión a la que se exponen los gendarmes por acciones indebidas de sus pares, ya que el 63% declara haberse enterado de actos de corrupción de algún compañero, 57,8% de que algún gendarme realizó actos ilícitos por un interno y el 56,1% conoce de consumo problemático de alcohol y/o drogas.
“Estas situaciones, que de acuerdo con los relatos de los funcionarios raramente tienen consecuencias, generan una impresión de falta de gestión y liderazgo por parte de las jefaturas, en tanto afecta la imagen institucional y las labores del personal”, concluye el informe.
Ya entrado en las condiciones de trabajo propias, el 47,5% de los gendarmes dice haber necesitado atención de salud mental el último año, sin embargo, solo uno de cada tres realmente la recibió. La gran diferencia que existe entre la necesidad y la real atención entregada en este aspecto, según el informe, se relaciona con que “los problemas de salud mental se encuentran altamente estigmatizados” en la institución.
Por otro lado, el estudio también concluye que se deben mejorar las condiciones laborales de los gendarmes, ya que el 79,1% de los encuestados señala que tienen turnos largos y un 77,2% dice tener un agotamiento laboral.
El enemigo
La falta de formación, el desarraigo familiar y las falencias en el clima laborar y condiciones de trabajo, derivan -sostiene el estudio- en falencias en las funciones con los propios reclusos.
“Existe una cultura interna donde ‘pasarlo mal’ en el ejercicio del rol de gendarme es parte de ser miembro de una organización que lidia con delincuentes. Esto tiene la gran implicancia de que sólo un rol es posible: ser un gendarme duro que ve al preso como un enemigo, visión que, por supuesto, inhibe cualquier proceso de reinserción social”, explica Carvacho.
Osorio, por su parte, sostiene que las actitudes del personal penitenciario “hacia la reinserción de la población penal se ven marcadas por una percepción negativa, ya que cerca de la mitad de los gendarmes se manifiesta de acuerdo con que su trabajo consiste en mantener en orden a los reclusos, no ayudarlos a rehabilitarse, y dos de cada cinco gendarmes indican que la rehabilitación de reclusos simplemente no funciona”.
El estudio de la UC concluye entregando una serie de recomendaciones que van desde mejoras en el reclutamiento de los funcionarios, la formación de estos y cambios en las relaciones y condiciones laborales. Así como también un reforzamiento en los mecanismos anticorrupción.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.