Al interior del Ministerio Público y del OS-9 de Carabineros hay confianza. Y es que la detención de tres de los cuatro sospechosos del triple homicidio de suboficiales en Cañete -uno de ellos aún prófugo hasta el cierre de esta edición-, se produjo después de tres meses de sigilosa investigación donde los imputados fueron blanco de seguimientos y de interceptación de sus conversaciones telefónicas.
Es más, hasta se logró levantar evidencia biológica de uno de ellos -desde una servilleta con la que se limpió la boca tras comer sopaipillas-, para hacer comparativos con flujos de sangre que se encontraron en el sitio del suceso, en la parcela donde fueron acribillados a sangre fría los tres mártires de Carabineros asesinados el 27 de abril pasado, cuando la policía uniformada se aprestaba a conmemorar su aniversario número 97.
Durante la jornada de este lunes se produjeron las detenciones, en Cañete y Huechuraba, de quienes son sindicados como los que planificaron el asesinato de los sargentos Carlos Cisterna, Sergio Arévalo y Misael Vidal. Pero la Fiscalía de La Araucanía amplió su detención, en espera de peritajes que darán cuenta si las armas incautadas en los allanamientos pertenecen a las víctimas fatales que -según las diligencias del expediente al que accedió La Tercera-, fueron ejecutados de rodillas y por la espalda.
Dentro de las pesquisas fue vital la ayuda que proporcionaron al menos ocho testigos que hoy -por las amenazas recibidas- tienen calidad de “protegidos” y cuyas identidades este medio omitirá para resguardar su integridad física.
Entre las declaraciones, está la del “testigo reservado 1″ quien dice que vive hace más de 13 años en el sector de Antiquina y que todas las noches pasa por afuera de su domicilio Carabineros quienes deben ir presencialmente a fiscalizar que diversos imputados estén cumpliendo la medida cautelar de arresto domiciliario.
Cuando pasan los policías la noche del 26 de abril, detalló, los perros ladraron, pero le llamó la atención de que luego de eso escuchó una ráfaga de disparos. “Pasado cinco minutos escuché varios estruendos”, declaró y asimismo dijo que la patrulla nunca más regresó por ese camino.
La hora del ataque
El vehículo policial en que se trasladaban las víctimas fatales, AP-2875, ingresó a realizar el procedimiento de fiscalización de cautelar a la parcela que habitaba un comunero mapuche, pero nunca regresó por ese camino.
Tras escucharse 8 disparos, según otro testigo, se vieron llamas en la ruta y esa persona pensó que se trataba de un atentado cualquiera, de aquellos que ocurren cotidianamente en esa ruta que une Cañete con Tirúa. Todo habría ocurrido pasada la medianoche, ya el 27 de abril. El rango de horario de la emboscada, según ha establecido la indagatoria, habría sido entre las 00:11 y las 00:21, del día en que se conmemora el Día del Carabinero.
Los primeros en acudir al lugar en que los sospechosos quemaron la patrulla con las víctimas al interior del pick up, dieron cuenta que llegaron a ese sector ya que llamados a Cenco alertaban sobre disparos.
Ahí uno de los policías, dice que comenzaron a llamar a sus compañeros que habían ido a revisar las medidas cautelares, pero no contestaban ni la radio ni el teléfono. Fue por eso que decidieron apersonarse a esa zona de Antiquina de La Vega. Una vez ingresaron a la ruta, divisaron un vehículo en combustión y tomaron una fotografía a distancia y la enviaron a Central Gama de Carabineros. Eran cerca de las 00:21 horas de ese fatídico día.
El hallazgo
El policía que tomó la fotografía declaró ante los investigadores que cuando se percata que era un vehículo institucional, ya que lo reconoció por las rejas y la tronera que tiene para sacar armamento y repeler ataques, se bajó junto a sus compañeros del auto.
Una vez que se acercan, lo acompañan logrando ver que en el pick up estaban los tres funcionarios policiales heridos por proyectil balístico y ya fallecidos.
Las cámaras corporales de Carabineros detallan que el hallazgo se produjo a las 00:26 horas de esa noche.
¿Qué ocurrió?
En estos tres meses las pesquisas de la Fiscalía y Carabineros se centraron en establecer cómo fue la dinámica del ataque.
Fuentes del caso detallan que ya con decenas de testimonios y cientos de peritajes, se ha establecido que esa noche las víctimas Carlos Cisterna, Sergio Arévalo y Misael Vidal iban a bordo del vehículo institucional patente AP-2875, ingresaron hacia el sector poniente de la Ruta P-72S, a la altura del km 25, para fiscalizar una medida cautelar de arresto domiciliario nocturno, en sector La Vega, arribando a la casa del imputado a las 23:30 horas.
Nunca se logró fiscalizar la cautelar. A esa hora los sospechosos los esperaban en un sector de pastizales aguardando el momento preciso para realizar la emboscada que había sido planificada. Estuvieron horas aguardando, ya que la vegetación estaba aplastada. Esperaron que uno de los suboficiales bajara a abrir un portón y cuando el cierre centralizado de la patrulla se abrió, saltaron y encañonaron a todos los policías.
Una vez realizados los disparos en su contra que, según la dinámica de las pericias forenses, fue cuando estaban de rodillas y con impactos de bala que ingresaron y salieron desde la nuca de las víctimas hacia el rostro; sus cuerpos sin vida fueron apilados en la parte trasera del vehículo. Ahí condujeron la patrulla hasta el km 24 de la ruta P-72-S, para luego rociar el auto con líquido acelerante y luego prender fuego. Tras el siniestro, los cuerpos de las víctimas resultaron carbonizados.
Ejecución directa: no pudieron defenderse
El crimen de los tres carabineros conmocionó al país. Dentro de los móviles que se indagan es que los hechores habrían buscado este impacto mediático. No por nada eligieron este día de conmemoración. Asimismo, existiría planificación, ya que uno de los testigos protegidos que conoce a los acusados dijo que en reiteradas oportunidades le preguntaron a qué hora y cada cuánto tiempo eran visitados por la policía, por el tema de la fiscalización de cautelares.
Una vez emboscados, ¿los policías tuvieron posibilidad de defenderse? Pericias allegadas al expediente dan cuenta de la causa de fallecimiento de los tres. El SML realizó las autopsias de rigor que concluyó que Vidal falleció por un traumatismo craneal cefálico provocado por un disparo y con heridas en el cuerpo. Por su parte, Cisternas recibió una serie de impactos en su tórax y en partes vitales tales como el pulmón izquierdo. Finalmente, el examen legista de Arévalo concluyó que falleció producto de disparos en su cabeza.
A las diligencias a los cuerpos de las víctimas se agregó peritajes balísticos realizados por el Laboratorio de Criminalística de Carabineros que estableció la posición de los suboficiales al momento de ser atacados. Quienes conocen de estos resultados sostienen que en el caso de Vidal al momento del ataque con las armas de fuego estaba arrodillado y el tirador en la parte posterior. Una vez que cayó de frente al suelo, según estos peritajes, recibió otros impactos de bala secundarios, y que el autor del crimen necesariamente estaba en una posición superior. Fue rematado.
Las otras dos víctimas estaban en una posición similar. De rodillas, con los brazos arriba y con su tirador en una inmejorable posición: “Recibieron disparos prácticamente de ejecución directa”.
Se confirma: una emboscada
Dentro de las preocupaciones del equipo investigador, estaba establecer si finalmente el ataque fue una emboscada o una acción fortuita ante la presencia policial esa noche. Sin embargo, lo último se descartó.
La Fiscalía logró determinar que se trató de un acto planificado, que ocurrió en un domicilio previamente estudiado y que las víctimas fueron sorprendidas, intimidadas y reducidas mediante el uso de armas de grueso calibre. El o los tiradores se aseguraron que los policías estuvieran indefensos y dispararon en zonas vitales, para lograr su cometido que era la muerte de los funcionarios de Carabineros. Hubo cero posibilidad de defensa de las víctimas.
La búsqueda de los asesinos
¿Cómo el OS-9 de Carabineros llega a establecer que Felipe Antihuen Santi, Tomás Antihuen Santi, Yeferson Antihuen Santi y Nicolás Rivas Paillao estaban tras el triple homicidio? La hipótesis, según comentan fuentes de la indagatoria, comenzó a cobrar fuerza desde el inicio de las diligencias cuando declara el “testigo reservado número 2″.
Se trata de la persona que se encontraba bajo una medida cautelar de arresto domiciliario parcial, desde agosto de 2023 a la fecha, y que declaró ante la Fiscalía que esa noche se asomó a la ventana, a eso de las 23:30 horas, y que escuchó la bocina de Carabineros y vio las luces delanteras de la patrulla que estaba estacionada en el portón de su domicilio.
Portón cerrado
En ese minuto, dijo, le llamó la atención que la reja estaba cerrada, siendo que él siempre la dejaba abierta.
Una vez que se asoma, recibe un cambio de luces de los policías -declaró- y como estaba cerrado el portón decidió salir y cuando iba hacia el límite de su parcela “comienzo a escuchar disparos hacia el vehículo policial desde los arbustos, escuchando una escopeta y otros 15 disparos”. Fue ahí que, según detalló, una voz masculina le dijo: “fondéate, mierda”.
Según esta primera versión el comunero se jabría refugiado en su domicilio y sólo atinó a llamar al 133, indicando a la central de Carabineros que le estaban disparando a una patrulla afuera de su casa. La balacera, según esta versión, habría durado dos minutos. En un primer momento, declaró el testigo 2, pensó que el ataque era para él, pero al cabo de unos minutos entendió que el blanco eran los uniformados.
Encañonados
Esta es una de las tres versiones que da este sujeto. Ya que en la última declaración ante el Ministerio Público asegura que la emboscada se dio luego que él sale ante el impedimento de los policías de ingresar y que cuando estaba llegando al lado del conductor se abrió la puerta del funcionario que iba detrás y que llevaba el libro de firmas y que en ese instante se percata que le ponen al policía un cañón de un arma larga en el cuello, intenta cerrar la puerta, pero siente un disparo y es ahí cuando sale arrancando a su domicilio escuchando esa voz masculina que le dijo “éntrate, mierda”.
Cuando termina el tiroteo, según su tercera declaración, ve en el portón cuatro focos alumbrando el suelo, en búsqueda de algo. Intentó grabar, pero le tiritaba tanto el cuerpo, dijo, que no pudo y que lo que sí hizo fue llamar a Carabineros.
Una serie de empadronamientos a testigos determinó que los atacantes tenían conocimiento de la medida cautelar que se efectuaba periódicamente en ese lugar y -además- del horario en que se desarrollaba y las características de la parcela escogida. De hecho, algo que les llamó la atención de inmediato a los investigadores es que los autores del crimen sabían que la patrulla una vez emboscados no podrían virar completamente el vehículo para escapar, ya que el callejón era estrecho.
A la caza de los imputados
Tres días después, el testigo en una ampliación de su primera declaración dio por primera vez pistas directas -con nombres y apellidos- de los hechores. Sus parientes, Tomás y Felipe, le habrían manifestado durante el verano -en enero según recordó- que querían hacer algo cuando la policía de Carabineros fuera hasta su casa a sacarle la firma en el marco de la fiscalización de su medida cautelar.
En ese momento, el testigo protegido pensó que lo que sus parientes planificaban era un amedrentamiento, un par de tiros al vehículo, pero que nunca supo -según él- el verdadero plan que estaban urdiendo los imputados.
Ahí el comunero dice que el más interesado en saber la dinámica de las policías era Tomás, hoy prófugo, quien ya a esa altura contaba con prontuario: una causa penal por lanzar una molotov en 2020 a un carro policial.
El Jeep verde
Personal del OS-9 ha establecido que los imputados ocupaban un Jeep verde. De hecho, un mes antes del crimen se vio a ese vehículo en la parcela del testigo reservado 2. Este último, detalló a los policías, que Tomás ese día le llevó pescados y aunque veía con más gente, sólo él se bajó.
En esa oporrunidad, según esta versión, su pariente lo habría invitado a “realizar algo” cuando vinieran los carabineros a fiscalizarlo. Según él dijo que no, que no se quería involucrar.
Otra testigo aseguró que la planificación ya venía desde tres meses. “Planificaron todo sabiendo sus horarios y días en que iban a la casa, con el propósito de matar a los carabineros y robarles las armas. De hecho le pusieron candado al portón para que los policías se bajaran a abrir la reja”, apuntó.
Según el testigo 2, ante la negativa a ayudarlos Tomás se enojó, buscó una escopeta y lo apuntó al pecho. “Ahí me amenazó que si hablaba algo de lo que pasaría lo mataría a él y su familia... después me dijo que era broma”, declaró.
Parte del arma ocupada por Tomás ese día para intimidar a su pariente, se encontraría luego en el sitio del suceso. Se trataba de una escopeta Baikal y cuya culata de goma fue hallada en el lugar de los disparos.
El día fatal
Sobre el 26 de abril, el testigo declaró que a eso de las 15:00 horas Tomás y Felipe acudieron nuevamente a su casa, con ánimo de saludar. Ahí le preguntaron si carabineros había ido a sacarle la firma el día anterior, ante lo cual respondió que sí, que lo hacían todos los días y que de hecho él dejaba el portón abierto por lo mismo. También le pidieron un alicate.
Tras el tiroteo y llamar al 133, este testigo dice que vio focos alumbrando el suelo y luego que el vehículo policial retrocedió de forma normal y que salió en dirección norte por donde normalmente llegan.
Al día siguiente recibe este mensaje:
Felipe Antihuen: 🤨 ¿Cómo estás?
A lo que el testigo protegido nunca respondió.