Ya lo había anunciado. Hace un tiempo Felipe Berríos del Solar tomó la decisión de renunciar a la Compañía de Jesús -orden religiosa en la que ingresó en 1977 con 21 años de edad- para retornar al campamento Luz Divina, en el sector de La Chimba de Antofagasta, y en las últimas horas lo concretó. Esto, tal como lo había adelantado La Tercera hace tres semanas.
Así, tras casi medio siglo con los jesuitas, Berríos dejó finalmente la congregación que lo ordenó sacerdote en 1989, en medio de cuestionamientos por las denuncias en su contra por “hechos de connotación sexual”.
Y es que como se estableció en la investigación previa canónica encargada a la abogada María Elena Santibáñez en mayo pasado, sobre el religioso pesan denuncias -que la profesional catalogó como “verosímiles”, o sea, que tienen apariencia de verdaderas- que hacen referencia a actos “de significación sexual de distinta relevancia que habrían afectado a siete mujeres jóvenes y adolescentes”.
El paso al costado
Berríos, en primera instancia, informó su determinación a su círculo más íntimo, y esta semana optó por enviar una carta dirigida a “los jesuitas”, donde puso énfasis en que, durante el proceso abierto en su contra, la mencionada congregación no le brindó apoyo. De hecho, reiteró los cuestionamiento que en su momento expresó en razón de la “ambigüedad” con que enfrentaron las denuncias en su contra y acusó “maltrato”.
“Me duele contarles que me he sentido maltratado por el gobierno de la Compañía, que tanto quiero. Sus ambiguas declaraciones a la prensa han sido condenatorias. Todo esto en un proceso mediático con filtraciones intencionadas que me han perjudicado. Entiendo que el Provincial tenga que ser ecuánime ante una investigación y que deba aplicar los protocolos, pero eso no significa que no deba acogerme con algo de empatía, velando por la presunción de inocencia”, manifestó en parte del escrito.
Según relata, la situaciones que ha enfrentado “me ha puesto en una situación en que se me hace imposible vivir la obediencia jesuita. Lo que se me ha impuesto en estos meses -vivir alejado de mi comunidad de La Chimba- me plantea un dilema que nunca debería haber existido. Se me pide una obediencia que violenta mi libertad de conciencia y atrofia mi vocación. Jamás debería haber existido este dilema; en que para vivir mi vocación de jesuita debo de renunciar a ser jesuita. Durante siete meses he agotado todas las instancias de gobierno para tratar de revertir este dilema. Pero siempre he tenido la misma e infundada respuesta: debo quedarme en Santiago por tiempo indefinido”.
De esta forma, también aseveró que “queriendo profundamente a la Compañía de Jesús, y estando agradecido por todo lo que ella me ha dado, y muy consciente de que gracias a ella he podido identificarme con el Señor y su evangelio, por lealtad a la misma Compañía, debo renunciar a ser jesuita”.
Formalizada la determinación, que por ahora sólo es una renuncia a los jesuitas y no al sacerdocio, amigos comenzaron a mostrarle su cariño en redes sociales, como fue el caso de Juan Pedro Pinochet, director de la Corporación Nuestra Casa. “Así partimos en 1999 y así estamos el 2022. con aciertos y fracasos. Hoy mi amigo Felipe se sale de la Compañía y lo seguiré acompañando. Yo desde lo que hago y el desde la Chimba. Una gran pena la que vive”, escribió el administrador público.
“Felipe sigue siendo jesuita”
Luego de que la determinación se hiciera pública, desde la Compañía de Jesús confirmaron que recibieron la carta donde el sacerdote les comunicó su decisión de dimitir, y ante ello, en primer punto, informaron: “Lamentamos mucho la decisión que ha tomado. Lo animamos a tener paciencia y esperar la decisión que se tomará en Roma”.
Asimismo, agregaron que tal como se le comunicó a él mismo, “para formalizar su renuncia debe dirigir esta solicitud al Padre General de la Compañía, indicándole las razones para ello. Si, además quisiera pedir la pérdida del estado clerical y dispensa del celibato, deberá escribir al Papa indicando también sus razones. Esas instancias deberán pronunciarse respecto de su solicitud. Mientras lo anterior no ocurra, Felipe sigue siendo jesuita y el proceso canónico sigue su curso”.
En el mismo sentido, complementaron con que han “dado curso a los procesos que corresponden, de acuerdo a sus protocolos y a los requerimientos de la Iglesia, los que aplican de igual manera a todo jesuita que sea denunciado por cualquier delito canónico, sin excepciones. Esperamos que las instancias canónicas puedan esclarecer la verdad”.
“La Compañía de Jesús tiene el deber de abordar con seriedad cada denuncia que reciba y trabajará comprometidamente para avanzar en verdad y transparencia con cada una de ellas”, enfatizaron.