Tras la llegada de la pandemia, en marzo del año pasado, las formas de hacer clases sufrieron cambios abruptos. Del pizarrón se pasó al computador, y conceptos como “educación virtual” o “aulas híbridas” se hicieron habituales entre la comunidad escolar.
No fue fácil. Y si bien algunos colegios lograron conectar a sus alumnos en clases remotas, otros -con menores recursos tecnológicos y más dificultades sociales- debieron batirse con envíos de material por correo electrónico, WhatsApp o suplir la falta de presencialidad con la entrega de guías impresas.
Y al cabo de casi dos años, existe consenso en que la modalidad telemática, especialmente en los más pequeños, no es lo ideal. Aunque tampoco se puso en duda el objetivo perentorio inicial: evitar la propagación del Covid-19, en momentos en que no existía ni antídoto ni conocimiento acabado de cómo abordar los contagios.
Pero el contexto ha cambiado y lo mismo ocurrirá con las clases.
Durante esta jornada, el Ministerio de Educación dará a conocer un oficio -al que accedió La Tercera- y que dispone como obligatorio el retorno a clases presenciales, en todo el país y para todos los establecimientos, a contar del próximo año.
La resolución se funda en el análisis que realizó el Mineduc y que evalúa positivamente la apertura de establecimientos (que hoy llega al 98%), así como los protocolos sanitarios implementados para evitar la ocurrencia de brotes. También se ancló el retorno a las aulas al plan de inmunizaciones.
“Para esa fecha la vacunación en esquema completo de los menores de 18 años y de los trabajadores de la educación se encontrará finalizada. Con ello, se retoman las normas que regulan el funcionamiento del sistema escolar chileno”, dispone el documento, que pone término a la fase de “transición”, como le llaman en las oficinas del ministerio, para dar paso a la normalización de las jornadas escolares.
En específico, la resolución señala que “considerando la importancia de la presencialidad en el desarrollo de los aprendizajes y el bienestar socioemocional de los estudiantes, la evidencia nacional e internacional y la experiencia del retorno en el sistema escolar acumulada hasta ahora, para el mes de marzo de 2022 se retoma la asistencia presencial obligatoria de los estudiantes”.
Raúl Figueroa, ministro de Educación, señala al respecto que “toda la evidencia pedagógica y sanitaria apunta a que no existe razón para impedir la apertura de establecimientos ni de asistencia a clases. Y, ciertamente, todos los establecimientos deben operar con su jornada completa, para dar máxima continuidad al proceso educativo”.
La autoridad añade que con esto se busca “enfrentar las consecuencias negativas que ha tenido la pandemia en el sistema educativo, ciertamente cumpliendo con todos los resguardos sanitarios”.
Con la publicación de este mandato, ya no quedará al arbitrio de los padres o apoderados el enviar o no al estudiante a clases, y tampoco tendrán potestad los sostenedores para cerrar sus puertas. Así, tal como ocurría previo a la llegada del coronavirus, las clases deberán realizarse en las aulas.
La medida será efectiva a partir del miércoles 2 de marzo del próximo año, fecha en que se inicia formalmente el calendario académico y regirá desde primero básico a cuarto medio, toda vez que esos son los niveles obligatorios en Chile.
“Eso es lo que transitoriamente ha estado suspendido, pero que se recupera en plenitud a partir de 2022″, dice Figueroa, quien advierte que el regreso será total, sin restricciones de espacios ni aforos.
Solo se harán excepciones justificadas, para momentos determinados, como un brote de Covid-19 en algún curso o establecimiento. En tal caso, señala el oficio, el establecimiento “deberá velar por mantener la continuidad de los aprendizajes de esos estudiantes en modalidad remota, mientras dure esta situación excepcional”. Y añade que en estos casos, para el pago de las subvenciones regirán las normas excepcionales ya establecidas por ley.
Además, el documento especifica que se retomará la jornada escolar completa “para aquellos establecimientos educacionales adscritos a este régimen”, aunque se agrega que, para mitigar el impacto de la pandemia en el desarrollo de los estudiantes, se recomienda flexibilizar la organización de esas jornadas.
Y hay más: como una forma de apuntar hacia esa normalidad, se retomará el sistema de alimentación regular presencial del Programa de Alimentación Escolar, por lo que las cajas de alimentos Junaeb que hasta aquí las familias podían retirar para cocinar en sus hogares ya no seguirán siendo entregadas, pues la alimentación volverá a entregarse en los establecimientos.
Los planes de estudios deberán incluir todas las asignaturas del plan vigente, pudiéndose redistribuir las horas destinadas a cada una, con miras a que se cumplan los protocolos acordes a las disposiciones de la autoridad sanitaria. “El proceso educativo será presencial, pero obviamente requiere que las medidas de autocuidado se implementen con mucho rigor”, agrega Figueroa.
Los establecimientos que no abran sus puertas se arriesgan a multas que llegan a las 1.000 UTM (poco más de $ 52 millones).
“Se mantendrán todos los apoyos desde el Mineduc y, considerando eso, si algún establecimiento no abre, ciertamente se expone a las sanciones que la Superintendencia de Educación pueda imponer, tal como ya está ocurriendo hoy”, dice al respecto el ministro de Educación, quien agrega que, en relación a la asistencia, se debe recordar “que la voluntariedad fue una medida excepcional durante el período más complejo de la pandemia, pero la regla general es la obligatoriedad consagrada en la Constitución. El hecho de no cumplir tiene no solo consecuencias desde lo formativo, sino también en la promoción de alumnos”.
Igualmente, bajo el contexto de pandemia, los establecimientos serán informados que se extiende la priorización curricular para 2022, esperando que puedan transitar a lo largo del año hacia el currículum vigente. Además, la Agencia de Calidad de la Educación pondrá a disposición una evaluación diagnóstica, y se pondrá en marcha el Plan Escuelas Arriba, que busca remediar y nivelar los aprendizajes.
¿Medida necesaria?
Distintos actores involucrados con el proceso educativo han debatido y opinado sobre la necesidad de apuntar hacia una mayor presencialidad y otros se adentran en la discusión.
Uno de ellos es Juan Pablo Torres, pediatra infectólogo y miembro del Consejo Asesor Educacional Paso a Paso Abramos las Escuelas, convocado por el Mineduc y Unesco, quien asegura que en este momento “no hay elementos para ponerle freno a la presencialidad, aunque sí seguir observando la dinámica de la pandemia, si es que hubiera alguna situación especial”. Por eso, agrega, “la presencialidad tiene que ser la regla y podrá haber algunas excepciones, pero no al revés, puesto que se ha visto que los colegios, tomando todas las medidas de resguardo, no son lugares de ocurrencia de brotes o de impacto hacia la comunidad”.
Y Torres enfatiza: “Con toda la evidencia en este momento es posible retomar la actividad escolar, pero con dos premisas: mantener el autocuidado e insistir en avanzar en la vacunación. Así es absolutamente factible que, bajo la mirada infectológica, tengamos un 2022 en presencialidad”.
Para el experto, la actual etapa de la pandemia permite el retorno a las aulas, especialmente teniendo en cuenta los efectos para los menores. “Muchas veces no dimensionamos el impacto que la pandemia tiene en los niños, sobre todo en escolares, incluyendo adolescentes. Y más que por el virus, en salud mental. Hemos visto aumentos de depresión, ansiedad, casos de suicido o sobrepeso”.
Al mismo tiempo, Arsenio Fernández, gerente general de la Corporación Educacional de la Sociedad Nacional de Agricultura, miembro del mismo Consejo Asesor y que bajo su alero tiene a 20 establecimientos, señala “no entender el resistirse a volver a clases”. Y justifica: “Es muy sano para los alumnos; estar todo el día encerrado en la casa no lo es. Llegó el momento de ponerse serios y volver a tener clases presenciales, con todos los resguardos que corresponda, porque ya no hay motivo para rechazar la vuelta”.
“Bajo mi punto de vista, no existen razones para seguir insistiendo en la virtualidad en la mayoría de los casos”, añade, antes de cerrar: “Es un problema para el colegio tener alumnos en la casa y en el establecimiento, los profesores se desdoblan y encima ellos se formaron para hacer clases presenciales”.